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Domingo, 27 de mayo de 2007
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Callejero, pero muy “british”

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En los bordes del zoco de Marrakech, las alfombras cuelgan de los techos y seducen con su magia a los compradores.

Los ingleses lo publicitan como el mercado de antigüedades más grande del mundo. Queda en el barrio londinense de Notting Hill y funciona ordenadamente los días sábado, cuando se instalan centenares de puestos callejeros ofreciendo antigüedades de todo tipo. Según la norma implícita del mercado de la calle Portobello, cualquier cosa que tenga al menos un año ya se puede considerar antigua. Entre los puestos más exitosos están los dedicados a objetos de las décadas del ’60 y del ’70. Allí se consigue bijouterie de todo tipo, como anillos muy grandes con piedras de vivos colores, el single de pasta original de Richie Valens que hizo bailar al mundo al ritmo de “La Bamba” (3 libras), el de “Let it Be” (9 libras) o alguno de Elvis Presley. Pero hay tanto para elegir... desde un pequeño carnet de afiliación al partido nazi de Alemania hasta una máquina de escribir, un timón de barco o un catalejo. Músicos callejeros de todo el mundo amenizan el ambiente –africanos, peruanos, chinos–, y todo el tiempo desfilan personas con la ropa típica de su país: saris hindúes, chadores árabes y turbantes paquistaníes. Además de los puestos hay a cada lado de la calle Portobello –y sus adyacentes– incontables negocios formales que abren todos los días ofreciendo antigüedades muy sofisticadas, como obras de arte islámico, art déco y art nouveau. Además hay toda clase de negocios especializados para coleccionistas de botellitas de perfume, mapas antiguos, cajitas de música y encendedores.

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