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Domingo, 26 de febrero de 2012
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LA OFRENDA DEL MANTO FLORIDO

La arraigada fe valenciana en la Virgen de los Desamparados se declara abiertamente el 17 y 18 de marzo, cuando unos 50 mil falleros se apoderan de las calles de la ciudad para encaminarse, con miles de ramos y canastillas de flores, hacia la Plaza de la Virgen. En este popular enclave del centro histórico, junto a la Catedral y la Basílica los esperan medio centenar de “vestidores” que confeccionarán durante dos días el manto florido de “La Geperudeta” (La Jorobadita), patrona de la ciudad. Las falleras con traje de labradora, mantilla de blonda o terno de terciopelo y raso son portadoras de los ramos de claveles, rosas y gladiolos, mientras los falleros con pantalón y chaquetilla corta, camisa blanca con gorguera y fajín de color sostienen sobre sus hombros los canastillos que ellos mismos confeccionaron la noche anterior. El desfile por la Glorieta, frente al imponente Palacio de Justicia o por la aristocrática calle de La Paz, es pura fruición visual. La ofrenda es uno de los actos más esperados por los falleros. Un festejo que cada participante vive a su manera: los valencianos se ensimisman en la devoción, mientras los turistas fotografían los bebés ataviados con ropajes típicos junto a madres y abuelas vestidas a la antigua usanza. Y al llegar a la Plaza de la Virgen, la emoción se desborda y se llora igual a las cuatro de la tarde o entrada la madrugada ante una imponente Virgen de 15 metros de altura. Los motivos que lucirá su manto son una incógnita y se irán descubriendo poco a poco, a medida que los participantes depositen sus ramos. Para la confección participan más de 100 mil personas pertenecientes a 386 comisiones, acompañadas por 8846 músicos que dejan a sus pies 214 canastillas y 52.573 ramos.

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