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Domingo, 28 de diciembre de 2003
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Fauna esquiva

Para llegar al Paraná de las Palmas y ver de cerca el ambiente de los bañados, hay que salir de la reserva y dirigirse a la estación de tren de Otamendi. Allí nace un camino de tierra de 5,5 kilómetros que atraviesa el bañado, y con la ayuda de binoculares –y mucha suerte– se podrá avistar la fauna mayor de la reserva, tímida y esquiva por derecho propio. Entre los pastos se guarecen el ciervo de los pantanos –casi en extinción por la excesiva caza– y el gato montés melánico (totalmente negro). La avifauna, si bien es difícil de ver, puede ser descubierta por un oído entrenado y un ojo atento: junqueros, tachuríes, sietecolores, halconcitos, y el federal –de resplandeciente plumaje negro y capuchón escarlata–. Entre los anfibios no pasará inadvertida la ranita del zarzal, con su peculiar llamada como gotas de agua que caen. Los espejos de agua ofrecen una profusión de plantas flotantes –como los repollitos de agua–, y aves nadadoras como los patos, las gallaretas y los cisnes.

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