"Una disminución de los extracomunitarios en Italia significa menos fuerzas que van a engrosar las filas de las organizaciones criminales", aseguró el premier, tras defender la lucha de su gobierno contra la inmigración clandestina, cuyos resultados consideró "muy positivos". Berlusconi repitió su particular análisis de la inmigración desde una de las ciudades más sometidas al poder de la mafia, la "Ndrangheta".
El Gobierno decidió reunir en Reggio Calabria a sus ministros en respuesta a algunos acontecimientos especialmente preocupantes registrados en las últimas semanas, tales como las amenazas a los magistrados y los enfrentamientos de Rosarno, la localidad de la que fueron expulsados centenares de inmigrantes que trabajaban en negro en la recolección de la fruta.
Según fuentes judiciales, la mafia estaría detrás de aquellos incidentes, dado el férreo control que ejerce sobre el territorio. En lugar de denunciar la degradante situación en que los inmigrantes se veían obligados a vivir, Berlusconi renovó el empeño de su gobierno en plantar cara a la inmigración clandestina, y anunció que se intensificarán los controles, sobre todo en los sectores de la agricultura y de la construcción.
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