"Quieren acabar con todo" fue el lema contra lo que se considera un ataque frontal del Ejecutivo al Estado de bienestar. Los manifestantes recorrieron el centro de Madrid desde la plaza de Neptuno hasta la Puerta del Sol, desde donde los líderes sindicales dieron sus discursos. "Cerca de un millón de trabajadores en toda España estamos en la calle diciendo que no a una forma de entender las relaciones laborales", dijo el secretario general de Comisiones Obreras (CCOO), Ignacio Fernández Toxo y sentenció: "No es el final el Primero de Mayo, saldremos a las calles, aunque les moleste (al Gobierno), y por eso con más razón, hasta que este estado de cosas cambien en nuestro país".
Para su par de la UGT, Cándido Méndez, la manifestación fue "una expresión de rebeldía pacífica, firme, democrática, contra un atentado contra los servicios públicos, el empleo, los derechos sociales". En Barcelona, los manifestantes recorrieron el centro hasta la Plaza de la Catedral, donde el secretario general de CCOO en Cataluña, Joan Carles Gallego, insistió en que el elevado nivel de desempleo es una situación "tremendamente injusta" y que es la "máxima prioridad a combatir"
La protesta se replicó en ciudades como Sevilla, Valencia o Barcelona, donde, según los sindicatos, se manifestaron 100 mil personas. Los sindicatos sostienen que, lejos de contribuir a la creación de empleo como pretende el gobierno del Partido Popular (PP), la reforma laboral destruirá aún más puestos de trabajo en un país donde el desempleo afecta actualmente a un número récord 22,44 por ciento de la población económicamente activa.
La reforma laboral impulsada por Rajoy facilita y abarata los costos del despido, permite a los empresarios reducir unilateralmente los salarios y restringe el poder de los sindicatos en las negociaciones sobre las condiciones laborales.
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