El siniestro del Boeing-777 de Malaysia Airlines provocó la muerte de la totalidad de los pasajeros de una docena de nacionalidades y de todos los estilos de vida, desde reconocidos investigadores sobre el Sida, hinchas de fútbol y miembros de clubes deportivos a un vocero de la ONU, una monja y hasta un florista, que volaban desde Amsterdam a Kuala Lumpur.
El gobierno ucraniano y los separatistas pro rusos a los que combate en el este del país negaron haber sido responsables y se acusaron mutuamente, mientras que Rusia, país al que Kiev acusa de apoyar a los insurgentes, también desmintió haber estado detrás del derribo del avión.
Los 181 cuerpos fueron localizados entre las localidades de Grabovo y Rozsypne, en la provincia rebelde de Donetsk, a unos 50 kilómetros de la frontera con Rusia, según precisaron los rescatistas desplegados en el lugar donde cayó el aparato. La zona está bajo control de los separatistas, y en los últimos días fue escenario de fuertes combates.
Ucrania solicitó una investigación internacional para determinar quién atacó el avión, y Estados Unidos ofreció su colaboración. El acceso al lugar era hoy difícil y riesgoso. Los rebeldes establecieron cinco retenes en la ruta de Donetsk capital hacia la zona del siniestro, y en cada uno de ellos registraban la documentación de todas las personas que querían atravesarlos.
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