"No hay que vivir una vida cerrada. Una vida cerrada es una vida sin horizonte, sin esperanza. Y eso es una vida triste", reflexionó Papa durante la homilía.
"Eso es una vida estéril. Compartir la vida y la riqueza con los otros, especialmente a los pobres, da un horizonte con esperanza", agregó Francisco.
"Los que viven aferrados al propio poder, a las propias riquezas, se creen en el paraíso. Son cerrados, no dejan horizonte, no tienen esperanza. Al final tendrán que dejar todo", concluyó.
Al mediodía de Roma, Valdés también participó de la misa celebrada en la Iglesia Argentina de la capital italiana. Allí estuvieron presentes monseñor Sánchez Sorondo y el maestro ceremoniero de Francisco, Guillermo Karcher.
"La patria es el mundo y los otros son, por ejemplo, los inmigrantes en Lampedusa", parafraseó Valdés al Papa en declaraciones a la prensa. El embajador argentina en el Vaticano también recordó las figuras de Monseñor Angelelli y del obispo salvadoreño Monseñor Óscar Arnulfo Romero, beatificado ayer por "impulso" de Francisco.
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