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Universidad|Martes, 29 de junio de 2010
Entrevista con Peter McLaren, teórico de la educación

Una pedagogía de la emancipación

Desde un enfoque marxista, McLaren critica el presente de la universidad norteamericana, donde observa recortes presupuestarios y el avance de “una privatización encubierta”. Promueve una “pedagogía de la crítica” que transforme la relación docente-alumno.

Por Julián Bruschtein
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McLaren es canadiense y ejerce como profesor en la Universidad de California (UCLA).

“El complejo educativo, el complejo militar y el legal-industrial se relacionan entre ellos y todos están conectados, formando un combo muy peligroso.” La descripción de la actualidad universitaria en los Estados Unidos pertenece al profesor Peter McLaren, reconocido teórico marxista de la educación, impulsor de una “pedagogía de la crítica” en contraposición a la “pedagogía del deseo”. En diálogo con Página/12, McLaren –de origen canadiense pero con una extensa carrera en los EE.UU.– explica su experiencia en el sistema educativo norteamericano y desgrana su idea sobre la relación profesor-alumno como “uno de los ejes para la emancipación”.

–¿Cuál es el estado de la educación superior en Estados Unidos en el contexto de crisis del capitalismo?

–En teoría existe un sistema de universidades públicas y privadas, pero las públicas se encuentran bajo una operación encubierta de privatización. Por ejemplo, la Universidad de California (UCLA), donde trabajo, es una universidad pública, pero se reciben muchos aportes de instituciones privadas que influyen en la dirección académica. Pese a los ingresos que provienen del sector privado, recortaron los salarios un ocho por ciento y están cerrando las bibliotecas los sábados: imagínese que una universidad como la UCLA dice que no tiene fondos para abrir una biblioteca, pero obviamente sí tiene el dinero para reconstruir el estadio de básquetbol. En California, los proyectos electorales y políticos prometen una mejor educación para todas las clases sociales y no han hecho más que traicionarlas constantemente. Por otro lado, hay otras universidades que se consideran exitosas, como la de Harvard, que son sostenidas por dineros privados. Las toman como ejemplo en el sistema público y, por ello, se da un proceso de privatización.

–¿Esta influencia entre el sistema público y el privado se irradia sobre el régimen laboral de los profesores?

–El complejo educativo, el complejo militar-industrial y el legal-industrial se relacionan entre ellos, todos están conectados en Estados Unidos formando un combo muy peligroso. La derecha impulsó una ley en varios Estados que prohíbe a los profesores hablar desde el punto de vista político con una opinión diferente de la mayoritaria... Son leyes que no han prosperado, pero vemos que están siendo empujadas por la derecha. Es preocupante, también, que las facultades de formación en educación ya no van a existir en los EE.UU. Es una idea que se puede escuchar de parte de algunos gobernadores, que en sus Estados están tratando de sacar la formación docente de las universidades y que se dicte en el sector privado. El argumento que se utiliza es que las facultades de educación no han mejorado al sector educativo.

–Usted se ha especializado en la pedagogía crítica. ¿Cuáles son sus principales conceptos?

–La pedagogía de la crítica trata de sobrepasar el concepto de la necesidad, a diferencia de la pedagogía del deseo, que se centra en el bienestar, en el placer, y tiene una relación más íntima con las estructuras capitalistas. Por ejemplo: en el aula estaríamos hablando de la transferencia del deseo del docente al rechazar las estructuras neoliberales, pero se trata solamente del nivel afectivo, el sentido afectivo de alguien que se rebela contra las normas de la vida diaria. En cambio, la pedagogía crítica trata de desarrollar nuestro conocimiento de manera que uno pueda entender las condiciones materiales de la experiencia. Básicamente, la pedagogía crítica trata de la liberación, liberarse de la necesidad, y es fundamentalmente una crítica materialista. Entonces, la conciencia crítica existe fuera de esa pedagogía del deseo, para la que lo más significativo es lo que siente el docente. Es una pedagogía que podríamos llamar posclasista. La clase dominante evita enfrentarse con la realidad, con la realidad del otro, porque la miseria del otro es la causa de la prosperidad del que está practicando la pedagogía del deseo, es la condición que le da la posibilidad de tener prosperidad en la pedagogía del deseo.

–¿En la pedagogía del deseo cuál es el enfoque de la relación profesor-alumno?

–Principalmente, no hay un intento de liberar a los alumnos de la situación económica en la que se encuentran. Lo que se intenta es de liberar al estudiante del estrés que siente a nivel emocional. El propósito de la pedagogía del deseo no es entender qué está ocurriendo en la vida diaria, sino que se trata de una seducción. Es una inversión emocional en la enseñanza para poder afirmar el poder. En cambio, la pedagogía crítica trata sobre el conocimiento social y sobre lo que no se habla. También investiga lo que no se ve, para poder sacar a la luz los detalles concretos y las representaciones significativas de nuestras vidas. Esto revela la manera en la que el objeto abstracto de la representación de la división internacional del trabajo informa todas las prácticas de la cultura en la sociedad.

–¿Y de qué forma establece la relación profesor-alumno la pedagogía crítica?

–El punto es que la pedagogía de la crítica no está puesta en el deseo, sino en el amor revolucionario. El amor sólo puede existir entre los seres que son iguales, que comparten ciertos ideales y un compromiso con los pobres. Y es esta afinidad moral –donde el profesor y el alumno aprenden mutuamente– la que constituye las condiciones de posibilidad del amor en los sitios de la experiencia diaria bajo el capitalismo, bajo las relaciones sociales del capitalismo, las relaciones institucionales y las estructuras, que no son espacios libres y no promueven la equidad, sino lo opuesto. El amor revolucionario sólo puede existir en la lucha para poder transformar esta relación. En cambio, la pedagogía del deseo trabaja contra la construcción de un amor revolucionario porque no puede celebrar lo que no puede conocer. Creo que éstas son las diferencias. La pedagogía crítica nos explica en el espacio del ser o en el espacio de la liberación, pero se encuentra en el sitio de la colectividad y en el sitio de la emancipación. Uno no puede acercarse a la pregunta por la emancipación sin desligarse de la lógica de la modernidad.

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