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Universidad|Viernes, 19 de septiembre de 2003

El decano denuncia un golpe y la oposición lo acusa de autoritario

Sigue la crisis en Ingeniería (UBA). Se inició el proceso de remoción del decano. Docentes y estudiantes acusan y también defienden.

Por Javier Lorca
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“Su coeficiente de permeabilidad es cero: no hay ninguna transferencia del medio hacia ellos. Tienen una decisión tomada y no piensan detenerse.” A esa metáfora ingenieril se apelaba ayer en los pasillos de la Facultad de Ingeniería (UBA) para describir la crisis que parece no tener retorno en la institución donde estudian casi 10 mil alumnos. Como ya informó Página/12, un grupo mayoritario de profesores y funcionarios inició el proceso de destitución del decano Bruno Cernuschi Frías. Y desencadenó esta semana la resistencia del centro de estudiantes y del gremio docente, que incluyó un petitorio con 200 firmas y una toma simbólica de la facultad. El consejo directivo de la facultad seguirá analizando hoy el descargo del decano ante las acusaciones en su contra. Después de eso, convocaría a una sesión extraordinaria para concretar la expulsión.
“Se trata de un golpe de Estado... viene de sectores del shuberoffismo que buscan reinstalarse en la universidad –denunció Cernuschi–. La mitad de la lista que me apoyó y me llevó al decanato cambió de bando porque me negué a abandonar el proyecto ético y moral con el que encaré mi gestión.” Por su parte, el bloque de consejeros que presentó el pedido de destitución (mayoría y minoría de profesores, dos consejeros graduados y el de minoría estudiantil) acusó al decano elegido en marzo de 2002 de actuar con “discrecionalidad y arbitrariedad”, de extralimitarse en sus atribuciones, de interferir con las decisiones del consejo directivo, de “autoritarismo e impericia en su acción”, inconducta e incompetencia.
La acusación fue respondida por el decano y su descargo, recibido por el consejo directivo en la concurrida sesión del martes pasado. Al día siguiente, la comisión de interpretación y reglamento analizó el expediente, pero no alcanzó a producir ningún dictamen. Ayer volvió a reunirse y hoy seguirá. Una vez cerrado el análisis, si se mantiene la idea de remover al decano (y así lo indicaban ayer los consejeros), se llamará a otra sesión, seguramente la semana que viene. Para concretarse la remoción hace falta el voto de 11 de los 16 miembros del consejo.
El descargo de Cernuschi indica que el proceso de destitución está viciado de nulidad “por cuanto quienes han promovido la separación son a la vez quienes integran el consejo directivo... Son los que evaluarán las pruebas presentadas”. Para el decano, así queda “herida la imparcialidad” y se afecta el derecho a defensa. Luego responde las imputaciones y remite a testigos como el rector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry, y otros funcionarios. Cuando se lo acusa de haber desoído resoluciones del consejo directivo, señala que ese órgano tiene límites legales y que “alcanzar la mayoría de votos para tomar una resolución en ningún momento le otorga la atribución de violentar normas legales y desviarse del estatuto universitario”.
El conflicto se extendió en la UBA. El Consejo Superior aprobó una resolución –antes tomada ad referéndum por el rector– en la que advierte la gravedad institucional de la situación. Y las autoridades de las facultades de Ciencias Sociales y de Filosofía y Letras defendieron la gestión de Cernuschi. En defensa del decano se manifestó, además, la gremial docente (AGD): “No tenemos dudas de que la remoción del decano por estos consejeros agravará nuestra situación laboral, postergará la necesaria democratización del claustro docente y provocará un quiebre del orden institucional de imprevisibles consecuencias”. Cernuschi también recibió el apoyo de la FUBA, a través de su presidente, Santiago “Freddy” Gima (PO): “Este golpe de Estado se gestó porque el decano cortó los privilegios de sectores que querían hacer negocios en la facultad”. Y en el mismo sentido se pronunció la presidencia del centro de estudiantes de Ingeniería (CEPA), que mantuvo tomada la facultad durante la noche del martes.
Aunque la mayoría de los estudiantes está al margen del conflicto, las agrupaciones están enfrentadas. Desde El Gradiente, el consejero directivo Eduardo Santarelli disparó: “El decano provocó el vaciamiento de la facultad y la fuga de cerebros hacia otras universidades, tal como ocurrió con docentes e investigadores de Ingeniería Mecánica. Ocurrió lo mismo cuando el decano le solicitó a la UBA que no se entregue un subsidio para un proyecto estratégico porque quien lo dirige es un profesor opositor”. En la misma dirección apuntaron los centros estudiantiles de Sociales, Medicina y Farmacia, así como la secretaría de Derechos Humanos de la FUBA y diversas agrupaciones independientes. Mediante un comunicado repudiaron “el manejo dictatorial por parte del decano” y también rechazaron “la persecución política contra los docentes, investigadores y trabajadores que piensan distinto al decano”.
Anoche la disputa seguía, encarnada en una asamblea estudiantil en la sede de Paseo Colón al 800 y en una discusión abierta entre el decano y un profesor opositor.

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