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Universidad|Viernes, 10 de octubre de 2003
CAMBIOS EN LA RELACION ENTRE UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD

La urgencia de transferir

Un equipo de investigación de la UBA analiza el nuevo rol de la universidad pública frente a las necesidades sociales y comunitarias.

Por Javier Lorca
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La universidad pública tiene que reformular su relación con la sociedad. Debe abandonar el rol en el que la sumergió el neoliberalismo, dejar de limitarse a vender servicios y tecnología para concentrarse en transferir conocimiento con fines sociales. Bajo esa idea se están realizando hasta hoy, en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), las primeras jornadas nacionales de “Transferencia universitaria hacia proyectos de interés social y comunitario”. Así lo explicó a Página/12 Silvia Llomovatte, investigadora y funcionaria de la facultad: “Dentro de la crisis del país, la universidad tiene que pensar la transferencia con un sentido de urgencia y trabajar para buscar soluciones a problemas específicos de la sociedad”.
Estrategias de promoción de la salud o de prevención de la inseguridad alimentaria. Contribuciones al tratamiento de residuos o a las necesidades de los nuevos cirujas o al mantenimiento habitacional. Entre muchas otras, ésas son algunas de las actividades que ya se están desarrollando en universidades nacionales. Con ellas se encontró un equipo de investigadoras del Instituto de Ciencias de la Educación (Filosofía y Letras, UBA) cuando comenzó a estudiar la relación que en la actualidad mantienen universidad y sociedad. “A partir de ahí empezamos a reformular lo que entendemos por transferencia”, contó Llomovatte, secretaria del área en la facultad y directora del proyecto UBACyT “Universidad y sector productivo. Nuevas funciones de la universidad”.
Para las investigadoras, en los últimos años se filtraron en las casas de estudios las ideas promovidas por el neoliberalismo y los organismos internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional). “Desde mediados de los ‘80, comenzaron en todo el mundo los problemas financieros para la educación. Se le empezó a exigir a la universidad pública que ganara dinero para financiar sus investigaciones.” Judith Naidorf, investigadora de Ciencias de la Educación y del Conicet, apuntó: “La relación de la universidad con el sector productivo, con las empresas, fue creciendo y aumentaron los ingresos generados por recursos propios. Pero esto se produjo sin debate. Hay un gran impacto acrítico de la vinculación universidad-empresa. Una suerte de mercantilización de la universidad, una privatización del conocimiento”.
Pese a ello, ese modelo no habría terminado de afianzarse en la Argentina. Por varias razones: “Por la identidad y la cultura de nuestra universidad, que es pública y gratuita y no se condice con exigencias mercantilistas que violentan la autonomía. Y también –según la directora del estudio– porque en el país no hay empresas a las que venderles, consecuencia de la recesión industrial”. Es en ese contexto que, señaló Naidorf, “la universidad pública argentina debe desarrollar un modelo propio de transferencia del conocimiento. La transferencia social y comunitaria podría ser una respuesta real a las necesidades de los sectores más desprotegidos del país”.
Por “transferencia”, los promotores de este nuevo rol de la universidad no entienden meramente transmisión de un saber generado dentro del ámbito académico, sino “la construcción conjunta de conocimiento”. Llomovatte define: “La idea no es tomar a la gente como objeto de estudio, ni imponer estructuras que a la universidad le parecen adecuadas. El objetivo es investigar y generar conocimiento con la participación de la sociedad, de escuelas, organizaciones sociales, comunidades aborígenes. Poner el capital de la universidad al servicio de la sociedad”.

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