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Universidad|Martes, 3 de febrero de 2004

“Gratuidad y responsabilidad sólo si hay igualdad de oportunidades”

Los dirigentes estudiantiles y docentes de la UBA critican la propuesta del rector de elevar las exigencias para los alumnos. Se oponen a políticas limitacionistas y piden un debate abierto.

Por Javier Lorca
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Los 300 mil alumnos de la UBA deben aprobar dos materias cada dos años para mantener la regularidad.
“Gratuidad con responsabilidad.” Guillermo Jaim Etcheverry repite esa frase desde que asumió como rector de la UBA. Pero este año pretende llevarla a la práctica. Con esa frase define su oposición al arancelamiento de los estudios y, paralelamente, su intención de elevar las exigencias para los 300 mil alumnos de la universidad. La iniciativa sembró inquietud entre los representantes estudiantiles, como anticipo de un debate que se dará durante este 2004. “Estamos de acuerdo con la necesidad de mejorar y no degradar el nivel académico, pero siempre y cuando todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades”, advirtió Agustín Vanella, presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA).
El rector recuperó su idea en el discurso de fin del año pasado: “La relación entre profesores y estudiantes encierra la clave del futuro. Si no trabajamos juntos por la calidad académica de la universidad pública, corremos el peligro de precipitarla hacia un futuro de irrelevancia y mediocridad. Así como fijamos exigencias para los profesores, que somos examinados periódicamente en los concursos, no debemos negar a nuestros estudiantes el derecho que tienen a ser desafiados, a ser exigidos”.
Jaim Etcheverry precisó: “Propondremos al Consejo Superior una serie de medidas que apuntan a materializar la idea que estamos impulsando mediante la consigna gratuidad con responsabilidad. Encauzaremos la discusión hacia el régimen general de estudios, la regularidad, el respeto de las correlatividades, la duración de las carreras. La Argentina debe mantener su generosa tradición educativa, pero eso no nos exime de comprender que esa generosidad requiere como contraparte la responsabilidad de todos, especialmente en estas instancias de nuestra historia cuando debemos justificar plenamente los dineros públicos que recibimos. Aprender es un esfuerzo que nos corresponde a los docentes alentar y conducir con capacidad y entusiasmo, pero también debemos requerir de quienes aprenden seriedad y dedicación. Enseñar y estudiar en una universidad no son un pasatiempo para los momentos libres. La universidad no tiene como objetivo hacer más superficial y sencilla la carrera de sus estudiantes ni más aliviada la tarea de sus docentes”.
Las mismas ideas fueron retomadas por el rector en diversas expresiones públicas durante el mes pasado. Aunque aún no están encarnadas en un proyecto concreto, Jaim Etcheverry esbozó algunas alternativas. Una de ellas –comentó– sería ajustar el régimen de regularidad de los estudios. En la actualidad, para conservar su condición de alumno regular, los alumnos de la Universidad de Buenos Aires deben aprobar un mínimo de dos materias cada dos años. En contraste, la Ley de Educación Superior establece un rendimiento mínimo de dos materias por año: esto rige en numerosas universidades nacionales, pero no en la UBA, amparada por la Justicia. La intención del rector sería elevar el piso a una materia por año para conservar la regularidad en la UBA.
“El rector dice que los estudiantes y los docentes debemos asumir un mayor compromiso, pero no dice con el suficiente énfasis que más de la mitad de los docentes trabajan ad honorem y, en esas condiciones, hacen lo que pueden –dijo a este diario Agustín Vanella (MST), titular de la FUBA–. Muchos estudiantes y graduados me preguntaban: ¿cómo van a exigir que los alumnos sean full time si la mayoría tiene que trabajar para mantenerse? No estamos en contra de mejorar la calidad académica, pero para eso es necesario garantizar que todos los estudiantes cuenten con la misma renta para sostener sus estudios. Porque no está en las mismas condiciones el que tiene que trabajar y estudiar, que el que es mantenido por su familia. Si no hay igualdad de oportunidades, lo público va a terminar quedando en manos de los pocos privilegiados que ya tienen casi todo.” También hubo críticas para la iniciativa del rector desde la primera fuerza opositora del movimiento estudiantil porteño. “Es erróneo plantear que el sistema que rige en la universidad es irresponsable. Cualquiera que haya pasado por la UBA sabe que nadie te regala nada, que no es fácil aprobar los exámenes”, aseguró el secretario general de la federación, Joaquín Cara (Colectivo para la Transformación Universitaria). “Ningún cambio se va a lograr con decisiones de una sola persona. Lo que habría que hacer es democratizar esta discusión, que participen todos los claustros, haciendo hincapié en los estudiantes. Sin consenso no hay cambio posible –agregó–. Tiene que quedar claro que todos estamos a favor de la excelencia académica. Pero el riesgo es que con ese discurso se generen mecanismos para filtrar a los estudiantes y políticas expulsivas.”

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