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Verano12|Lunes, 4 de enero de 2010
“Lo que me gustaría ser a mí si no fuera lo que yo soy”, de César Bruto

La loca de pensar ideas eséntricas

Por Juan Sasturain
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César Bruto fue uno de los tantos seudónimos utilizados por el escritor Carlos Warnes (porteño, 1905-1984), también firmante como Napoleón Verdadero, Uno Cualquiera y un largo etcétera de alias, formas de la identidad escamoteada. César Bruto fue su genial registro en plan bestia, su impostación semianalfabeta con pretensiones.

Warnes fue periodista gráfico y colaborador consecuente de revistas y páginas de humor –en un espectro que iba, por ejemplo, de Tía Vicenta a Clarín– durante cuatro décadas: desde principios de los cuarenta –César Bruto debutó en la politizada revista Cascabel– hasta el primer tercio de los ochenta. Hizo de todo en el campo del humor satírico –incluso los libretos televisivos de Tato Bores en uno de sus mejores períodos–, pero lo mejor, qué duda cabe, es lo que produjo en tándem insoslayable con un coequiper de exacta sintonía: Oscar Conti, Oski, su ilustrador ejemplar. El “primitivismo” falsamente ingenuo de Oski al dibujar era el equivalente gráfico del uso alevosamente torpe del idioma por parte del inspirado Warnes.

César Bruto y Oski trabajaron y firmaron juntos durante más de veinte años y dejaron, reunidas luego en libro o no, un puñado de obras maestras. Los fascículos de El Medisinal Brutoski Ilustrado; el seudo periódico barrial Versos y notisias, “gran diario de todos los miércole”, que aparecía en Rico Tipo; Los Grandes Inbentos deSte mundo, El secretario epistolárico, las Brutas biografías de bolsillo y muchos más.

De toda la producción de César Bruto, la que encontró inesperada consagración o celebridad sesgada entre los lectores de literatura fue Lo que me gustaría ser a mí si no fuera lo que yo soy (1947), una serie de delirios reunidos en la memorable colección de humor “La cuerda floja”, donde también publicaron Nalé Roxlo, Damon Runyon y otros. El famoso acápite de Rayuela –“Siempre que viene el tienpo fresco, o sea al medio del otonio, a mí me da la loca de pensar ideas de tipo eséntrico y esótico...”, etc.– extraído por Cortázar del comienzo del capítulo “Perro de San Bernaldo”, viene de ahí. Los extraordinarios textos que elegimos, también.

César Bruto entra, sin permiso de las buenas maneras ni del Diccionario de la Real Academia, en la más rigurosa antología de la literatura argentina costumbrista del siglo XX.

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