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Verano12|Jueves, 25 de febrero de 2010
“La arquitectura del fantasma”, de Héctor Libertella

La vuelta a la escritura rupestre

Por Alan Pauls
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¿Qué articula los flashbacks autobiográficos de La arquitectura del fantasma? No, sin duda, el deseo de dar unidad a una vida (Libertella presenta la suya como una constelación, un álbum de visiones); tampoco la búsqueda de un sentido (aquí no hay Rosebuds; sólo chistes, patafísica de país periférico, aplausos de una sola mano, escalofríos del lenguaje). Al contrario: es la paradoja, el tic aporético, la manía traviesa de sorprender las cosas a contrapié y hacerlas funcionar al revés. Libertella es un patógrafo, un escritor radical que reivindica el hermetismo como tradición (Hermes Trismegisto, Góngora, Sor Juana Inés de la Cruz, Lezama Lima) y como comunidad de cómplices (Severo Sarduy, Tamara Kamenszain, Osvaldo Lamborghini, Josefina Ludmer). Pero lo que Libertella evoca en este libro no es sólo la seguridad solitaria o autocomplaciente del cenáculo de pares –el “ghetto”, como él mismo lo llama– sino las chispas que despide el roce explosivo, a la vez disparatado y ético, de esa política del hermetismo con un mundo (la industria editorial, la publicidad, el mercado) que ya empieza a hacer de la transparencia su grito de guerra y su lógica abrumadora. Libertella es un escritor experimental, de avanzada, que saquea todo lo que le ofrece la actualidad más urgente (llámese oulipo, droga, arte conceptual, psicoanálisis lacaniano, semiótica o budismo) para archivar en el pasado más inconsolable (no para atacar ni despreciar: Libertella, ave rara, es un vanguardista no belicoso) a su gran enemigo de época: la Mímesis. Pero este moderno fanático, que va más lejos y rápido que todos, es también el más arcaico y lento, el que vuelve a la escritura rupestre, a la tribu y al don no como a paraísos perdidos –Libertella es cien por ciento antinostálgico– sino como a reservas de potencia, energías anacrónicas que sólo tienen sentido aquí y ahora, en el colmo de su ser anacrónicas, cuando se friccionan y parodian el mundo de masas, intercambios y homogeneidad que ya no parece tener lugar para ellos.

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