La muerte de Orenthal James Simpson (más conocido por las iniciales de sus nombres en inglés, lo que equivale a evitar en castellano la sonoridad de un calzado) reaviva el episodio por el cual fue más conocido en las últimas tres décadas: el asesinato de su exesposa, Nicole Brown, y de un amigo de ella, Ronald Goldman. El caso marcó la espectacularización de un proceso judicial como nuna hasta entonces.
Famoso como jugador de fútbol americano, Simpson era reconocido también como actor. Al momento del doble crimen se había estrenado la tercera y última película de la saga cómica La pistola desnuda, en la que actuó, siendo así un rostro famoso en el mundo. El 12 de junio de 1994, aparecieron los cuerpos apuñalados de Brown y Goldman en la puerta de la casa de ella. La mujer, de 35 años, estaba separada de Simpson, con quien había tenido dos hijos. Al momento de la separación, ella había denunciado violencia doméstica.
La Policía apuntó a Simpson como sospechoso. Este no se presentó a declarar y el 17 de junio se produjo la primera imagen de unos de los casos mediáticos por excelencia de las últimas décadas: la persecución del futbolista devenido actor por una autopista de Los Ángeles.
Las cámaras de TV siguieron la secuencia desde un helicóptero, en vivo, y la audiencia se plegó en masa. Se calcula que 95 millones de personas siguieron la persecución. De haber ocurrido en tiempos de Internet y redes sociales, su audiencia hubiera sido planetaria.
Dos acontecimientos deportivos se vieron afectados por lo ocurrido en esas horas. La televisión suspendió la cobertura de las finales de la NBA entre los New York Knicks y los Houston Rockets; y el público local dejó de prestarle atención a un deporte que sentían (y todavía sienten) como ajeno, pese a su globalización. Simpson se escapó de las autoridades mientras en Chicago se inauguraba el mundial de fútbol.
Un año más tarde comenzó el juicio, uno de los que mayor atención han acaparado en la historia. De vuelta: faltaba todavía un década para la consolidación de Internet y unos tres lustros para que explotara la web 2.0, esto es, Facebook y Twitter, con lo que la audiencia del juicio fueron "apenas" los 300 millones de habitantes de los Estados Unidos.
El Dream Team
Simpson se encargó de reclutar un Dream Team (así se se lo conoció) de abogados para su defensa. Estaba todo en su contra: era el principal sospechso, con antecedentes de violencia hacia su exeposa, y se había fugado de las autoridades. Para los abogados defensores era todo un desafío probar su inocencia, además de un gran negocio en cuanto a honorarios.
Entre los abogados de Simpson estuvo el legendario F. Lee Bailey, célebre por varios casos. Cuando era un ignoto abogado penalista defendido a San Sheppard, acusado de haber matado a su mujer, un hecho que inspiró la serie El fugitivo. Sheppard siempre mantuvo su inocencia y fue absuelto en un segundo juicio. Más tarde patrocinó a Albert De Salvo, acusado de ser "el estrangulador de Boston". De Salvo murió en prisión. A mediados de los 70, Bailey tomó el caso de Patricia Hearst, la nieta de William Randolph Hearst, el magnate de la prensa. Secuestrada por un grupo de izquierda, se plegó a sus captores y fue filmada arma en mano durante el asalto a un banco. Bailey estuvo con ella en el juicio que se le siguió tras ser arrestada.
Otro abogado mediático, y con prestigio académico, que se sumó a la defensa de Simpson, fue Alan Dershowitz. Profesor en Harvard, cobró notoriedad a comienzos de los 80 como defensor de Claus von Bülow, el aristócrata acusado de haber dejado a su esposa en estado vegetativo con una sobredosis de insulina. Dershowitz logró que hubiera un segundo juicio, en el que su cliente consiguió la duda razonable a su favor.
El Dream Team se completó con Robert Shapiro, que había defendido a los hermanos Lyle y Erik Menéndez por el crimen de sus padres; y un abogado de ascendencia armenia que cobró notoriedad a partir del caso, notoriedad que se trasladó al resto de su familia en años más recientes: Robert Kardashian, el padre de Kim. Si el juicio se prestaba para ser mediático a niveles pocas veces visto, el equipo legal de Simpson estaba preparado para eso.
La Fiscalía alegó que Simpson tenía en su casa un video con material de un piloto para una serie llamada Frogmen. Para ese proyecto, Simpson tuvo entrenamiento militar y usa un cuchillo en una escena, a punto de matar a una mujer. Esa escena no figuraba en el video incautado, si bien era sugestivo, ya que era de pocos meses antes del doble crimen. Los defensores no pudieron impedir que se mostrara el video en el juicio, si bien nunca se consideró como evidencia.
Las muestras de ADN recogidas en el lugar del crimen era concluyentes: había material genético del acusado. A esto se sumaba la huella del calzado de quien se había ido tras matar a Goldman y Brown. La huella se correspondía con la medida del pie de Simpson. Así las cosas, los abogados buscaron que se considerara la idea de "evidencia contaminada" e incluso presentaron el testimonio de un médico que sostuvo que Simpson no podría haber matado a nadie por sus problemas físicos: tenía artritis crónica y Goldman (veinte años más joven) había presentado resistencia. Eso lo sostuvo un forense que se retractó después del juicio.
Guantes que no calzan
Además, se planteó la validez de la coartada de Simpson en base a la hora de los asesinatos. Y se llegó a decir que había una conspiración de la Policía, lo cual introdujo el componente racial y dejó la duda de si se había manipulado evidencia. El elemento estrella del juicio fue un par de guantes ensangrentados que la pesquisa había incautado en la casa de Simpson. El Dream Team alegó la cuestión racial y que habían sido plantados; que en rigor habrían sido hallados junto a los cuerpos y llevado a la casa del sospechoso.
La defensa comprobó que el policía responsable tenía un historia de frases racistas hacia los afroamericanos y la balanza parecía inclinarse a favor de Simpson. El momento culminante fue cuando la Fiscalía le pidió al acusado que se pusiera los guantes. Le qedaban muy ajustados y los abogados estimaron que si no le calzaban bien, había que absolverlo.
El 3 de octubre de 1995, Simpson fue absuelto. Dos años más tarde perdió la querella civil y debió pagarle 33,5 millones de dólares a las familias de Brown y Goldman. Terminó en la cárcel por robo, le dieron 33 años de prisión en 2008 y consiguió la libertad condicional en 2017.
Un año antes, se había estrenado The People v. O. J. Simpson: American Crime Story, una serie con Cuba Gooding Jr. como Simpson y John Travolta en la piel de Shapiro. Fue la tercera vez que hubo una serie basada en Simpson. La primera había sido The O. J. Simpson Story, estrenada el año del juicio, seguida por American Tragedy en 2000. La muerte de Simpson quizás depare más material.