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FUTBOL: NEGOCIO REDONDO

Por Carlos Stroker

Cuando el talentoso Michel Platini debutó en 1972, al finalizar su primer mes de trabajo se llevó el recibo de sueldo. “Estoy feliz”, dijo. Su primer salario fue de 60 dólares. Lo mismo sucedía en la Argentina con los futbolistas de los clubes más importantes del país. Eran otros tiempos, sin globalización y otra situación política y económica. Ese escenario cambió. Hoy manda la ley del mercado. Y el negocio del fútbol no ha quedado fuera. Todo lo contrario. Detrás de una pelota se refleja la profunda reestructuración que ha tenido la economía en los últimos años. Y también la desigual distribución del ingreso que se ha consolidado en ese proceso. Los analistas financieros vinculados al negocio del fútbol aseguran que es un sector que este año facturará unos 900 millones de dólares. Es una de las actividades más dinámicas de los últimos años, pero también arrastra importantes pasivos. Negocio que reúne mucho dinero, intereses, pasión y también muchas deudas. Varios entrenadores manifiestan que la columna vertebral del fútbol pasa por los jugadores y que ellos deben ser los mejores retribuidos. No siempre es así. Hoy, el sueldo promedio de un jugador de River es de unos 7000 dólares, mientras que en el descendido Gimnasia y Tiro de Salta es de apenas 600 dólares. Otros clubes tienen sus jornales atrasados y hubo jugadores a punto de efectuar una medida de fuerza para reclamar su dinero. Fue el caso de los de Banfield o los de Los Andes, en el Nacional “B”.

En el fútbol, sin embargo, el grueso del dinero que cobran los jugadores pasa por la prima, cifra anual que es desglosada en 12 meses y que cada futbolista debe percibir junto a su salario. No es casual la ambición de los jóvenes de llegar a un club denominado grande. Es que en River, por ejemplo, Marcelo Gallardo tiene una prima de 1.700.000 dólares. Es la más alta del fútbol argentino. El “pie de obra” profesional que hoy ocupa el fútbol está en torno de los 1300 profesionales.

El monto está muy lejos de lo que abonaba la misma institución en 1993. Ese año el promedio de primas era de 125.000 dólares al año. El sueldo promedio llegaba a 3000 dólares. Esa es la realidad del club millonario. Aquella temporada, en Platense se pagaba un sueldo promedio de 1000 pesos. Hoy es de 3000, pero esa cifra la cobran, en los clubes denominados chicos, aquellos jugadores con experiencia. Un juvenil que firma su primer contrato y no es un dotado como Pablo Aimar, sólo cobra 400 pesos.

En 1986 la Selección Nacional alzó por segunda vez la Copa del Mundo. Fue en México y con Diego Maradona. El premio para cada jugador fue de 30 mil dólares. Si Argentina ganaba el Mundial de Francia, el plantel se dividía 2,5 millones de dólares. Así como creció el premio, también aumentaron los ingresos por esponsorización. Adidas finaliza el próximo 31 de diciembre su relación contractual con la AFA por 1,2 millones de dólares por temporada.

El primer día de 1999, la AFA tendrá nueva indumentaria. La inglesa Reebok abonará por ocho años de contrato unos 60 millones de dólares, cifra que está muy lejos de lo que se pagará por vestir a la selección de Brasil. La norteamericana Nike desembolsará en diez años unos 400 millones de dólares. No sólo vestirá a los jugadores, sino que además construirá una nueva sede de la Confederación Brasileña de Fútbol en el coqueto barrio carioca de Barra da Tijuca.

Adidas le ofreció a River 60 millones de dólares por ocho años de contrato. River llamará a una licitación internacional. Sueña con vender su camiseta en 70 millones. En el negocio del fútbol también domina la concentración económica. La gran cantidad de ceros en los balances y contratos no les llega a todos los protagonistas del mundo de la pelota. Varios clubes no reciben un sólo dólar por lucir una marca. Las empresas saben que con sólo entregar indumentaria es suficiente. Es el caso de muchos clubes de Primera y del Nacional “B”. De los 60 afiliados a la AFA, sólo una porción, el 20 por ciento, se queda con la porción más grande de la torta.

El motor del crecimiento fue la televisión. El primer partido codificado de los viernes se pagó 65 mil dólares para el equipo grande y 35 para el chico. Hoy cada protagonista recibe exactamente el doble. Ese aumento se dio en sólo cinco años. Y el año próximo habrá otro aumento. El holding América se aseguró la televisación de River en los torneos internacionales por ocho años a cambio de unos 22 millones de dólares.

El negocio del fútbol mueve muchos intereses. No es una movida inocente del Gobierno impulsar la idea de la transformación de los clubes en Sociedades Anónimas. Si se aprueba el proyecto de ley del ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo, el 2000 los encontrará privatizados. Son varios los empresarios que aguardan esa sanción. Racing y Huracán podrían convertirse en casos piloto. Los dos clubes presentaron la quiebra y los hombres de negocios que bordean a ambos clubes esperan una salida privada.

La zanja que existe entre los hombres de dinero y aquellos que sólo pueden juntar algunas monedas para vivir también se vive en el fútbol. Un hombre que trabaja como control de entradas no recibe por ese trabajo más de 250 pesos al mes. El ordenanza o portero que se desempeña en un club grande no supera los 450 pesos.

Como aquellos utileros que no pasan los 800 pesos y que cada fin de año -siempre en una institución mayor- esperan el regalo del plantel. Sólo a uno ya no le hacen regalo. Es al padre del jujeño Ariel Ortega, jugador que fue vendido del Valencia a la Sampdoria de Italia en 12,5 millones de dólares. Es que Ortega padre no quiere viajar a Europa y prefiere seguir con su puesto de ordenanza en River. Claro, su hijo ayuda, pero él necesita trabajar.

También los árbitros cobran por pitar y hace cinco días la AFA, su patrón, acordó con el gremio un importante aumento. Cada juez de primera división cobrará por partido 1000 dólares (juegan, como mínimo cuatro por mes). Ese dinero lo recibirán los árbitros internacionales. El resto es otra historia: un juez del Nacional “B” pasará de cobrar 260 a 460 pesos y uno de la “D” ya no embolsará 125 pesos, sino 250. Cuando el juez Víctor Perrota decidió suspender el fútbol, en mayo pasado, varios hombres de negocios lo criticaron. Es cierto que se debe detener la violencia -dicen-, pero hay que hacerlo sin detener el crecimiento del negocio. Cada vez hay más dinero en juego. Aunque sean unos pocos los que se benefician. La pelota es de todos, pero unos pocos son los dueños.

Carlos Melconian, gurú de la city
“La corrupción los está arruinando”

Por Claudio Zlotnik

CARLOS MELCONIAN

Carlos Melconian es uno de los economistas más escuchados en la city. También es fanático de Racing. “Voy a la cancha desde los cinco años. Ahora, con 41, sigo yendo todos los domingos con mi hijo media hora antes de cada partido”, dice. Sin embargo, admite sentirse “desgastado” por la “lacra” del fútbol. Durante una entrevista con Cash, Melconian analizó el presente del negocio del fútbol. “Los dirigentes ganan plata y los clubes están pésimos”, afirma. Ve con buenos ojos una eventual privatización de los clubes. Pero se queda en silencio cuando se lo invita a imaginar la desaparición de un Racing privatizado.

-¿Por qué los equipos de fútbol están en crisis si el negocio es cada vez más importante?
-La corrupción y el desmanejo administrativo en los clubes los están arruinando. Solamente ganan plata tres o cuatro, el resto tocó fondo. Creo que el caso de los clubes se emparienta a la perfección con las ex empresas públicas estatales. Es el típico ejemplo de cuando se maneja plata de otro. No hay vuelta que darle. Hasta en la coparticipación federal se ve eso. Las provincias que más fondos reciben desde la administración central son las que peor manejan el gasto público. En el fútbol argentino es exactamente lo mismo. Están manejados de manera desastrosa. Parece mentira pero desde que llegó la televisión, con sus fabulosos contratos, más se enterraron, porque los directivos tuvieron más para gastar a cuenta. El fútbol es un excelente negocio. Pero yo me pregunto para quiénes, porque los clubes están peor.

-¿Quiénes hacen buenos negocios?
-Los dirigentes y los intermediarios. Ellos están bien y los clubes, pésimo. El dinero no se esfuma, alguien se lo lleva. En los últimos siete años ni siquiera hubo devaluaciones que pudieran justificar los resultados negativos.

-¿La privatización de los clubes sería la solución?
-Quiero un fútbol transparente. Que los balances de los clubes sean públicos y no que el fútbol -como ahora- sea tierra de nadie, donde el dinero pasa por debajo de la mesa. Si volvemos al ejemplo de las ex empresas estatales, la corrupción y las pérdidas se cortaron con las privatizaciones. Estoy a favor de que los clubes sean manejados como sociedades anónimas, salvo en los casos en donde se vean buenas administraciones, sin corrupción, que lamentablemente no son más de tres o cuatro. Alguien tiene que poner la cara por la gestión que realizó. No estoy tratando de analizar si la privatización puede andar en un sector que es una pinturita, sino imaginarme si ésta puede ser la solución a algo que es un desastre y está en la bancarrota.

-Suponga el caso de que se privatizan los clubes, uno quiebra y debe desaparecer como lo haría cualquier empresa. ¿Qué pasaría con los hinchas de ese club?
-Si contestara fríamente, como economista, diría que ésas son las leyes del juego. Pero la verdad es que, como hincha, pensar en esto se hace difícil. Se mezcla la razón con las pasiones. Por eso pienso que inicialmente se podría instrumentar una profesionalización de la gestión, que gente idónea maneje las finanzas del club y dé la cara ante los hinchas. Pero de algo estoy seguro: si las instituciones no dan una respuesta como ésta van a caer en el default. Como la Argentina en la década del ‘80, cuando el Plan Brady fue la respuesta por no poder pagar la deuda externa.

-¿Esto significa que en algún momento todos los equipos podrían llegar a la misma situación de Racing, que acaba de solicitar su quiebra?
-Es que si esto sigue así, los pedidos de quiebra van a generalizarse. Porque ahora los clubes dependen de vender algún jugador y seguir tirando. Pero el stock de deuda va a ser muy difícil de sobrellevar si no se toma el toro por las astas. El mayor ingreso de dinero al fútbol no es sinónimo de que la situación mejore, porque la irresponsabilidad de los directivos es total.

-¿Si no fuese por la corrupción y la mala administración, los clubes deberían ganar plata?
-Por definición. No importa si se trata de clubes chicos, medianos o grandes. El fútbol mueve muchísima plata. Pero para lograrlo, deberían respetar el presupuesto anual. No lo hacen, y así están. Y lo más triste es que ningún dirigente pone las pérdidas de su bolsillo. Insisto: el fútbol actual es la Argentina de la década del ‘80. Sin Convertibilidad, sin presupuesto balanceado. Es el único sector de la economía que se da el lujo de perder y seguir pateando la pelota para adelante. Y en este marco hay gente que hace negocios. Es lo mismo que ocurría en el país hace diez años: la inflación y las devaluaciones eran kioscos para unos cuantos.

-¿Soportaría que un Racing privatizado desaparezca porque quebró como cualquier otra empresa?
-(Largo silencio) Lamentablemente, yo mismo, que tengo una clara respuesta racional a esa pregunta, me quedo callado porque me tocaron el corazón celeste y blanco. Y de ese silencio y de este sentimiento lucran los que realmente viven del negocio del fútbol, dejando maltrecho al pobre Racing y al resto de los clubes. Este es el gran problema. Por eso no se corta el hilo del problema. La única diferencia es que, si Racing se privatizara, tendría a quién echarle la culpa.

La camiseta sí se vende

Hace ocho años las entidades empezaron a cobrar por sus camisetas. Antes de la década del 90, las empresas de indumentaria deportiva no pagaban por vestir a los jugadores. Copiando del negocio de la NBA, aquí hoy los clubes han vendido la camiseta. O la AFA si se trata de la casaca de la Selección.

Cada camiseta oficial cuesta alrededor de 60 pesos y durante el último Mundial se llegó a vender cerca de 30 por día. Las camisetas no llevan impresos los sponsors de la AFA. No es poco lo que ingresa por ese concepto a la tesorería de la AFA. Mastercard, sponsor oficial de la AFA se comprometió a aportar cada 365 días 500 mil dólares, igual cantidad de dinero que en el mismo período aporta Quilmes y Rati-Salil. Coca Cola paga más: selló un acuerdo comercial de 10 millones de dólares hasta el 2004. El acuerdo no se reduce a la simple inscripción de la marca en las camisetas o a la entrega de bebidas durante los entrenamientos y partidos. Sino que también el vínculo determina que, además, Coca Cola aportará un millón de dólares para la construcción de un complejo deportivo destinado exclusivamente para las selecciones juveniles.

Los ingresos de la AFA no son sólo por sponsors, sino que también por la presentación de la Selección. Cuando jugó de local en las eliminatorias, la venta de entradas superó los 800 mil dólares en cada partido. Para jugar un amistoso la AFA cobra entre 500 y 800 mil dólares, según el rival. Al finalizar 1987, a la AFA por amistoso, no le ingresaba más de 100 mil dólares.


El negocio de la privatización

Durante varios meses se discutirá una ley que impulsó el gobierno y que permite la privatización de los clubes. La experiencia que el oficialismo tomó como referencia es la española. Allí, sólo tres clubes no son privados, sino que como hoy en la Argentina, son sociedades sin fines de lucro. El Real Madrid, el Barcelona y el Atletic de Bilbao siguen en manos de socios. Y son ellos, a través de sus representantes, quienes deciden el destino del club.

Para muchos, la salvación de los clubes llegará con la transformación societaria, pero hay varios dirigentes políticos y deportivos, que se oponen a la iniciativa del ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo. La Alianza adelantó que se opondrá a esa ley. Y estudian caminos para que los clubes puedan superar la crisis. Racing es el club con más déficit. Su pasivo alcanza a unos 67 millones de dólares y presentó su quiebra ante la Justicia. Detrás del primer campeón intercontinental se encuentra River, entidad que mejor vendió jugadores en los últimos tres años. La institución “millonaria” tendría un rojo de más de 30 millones de dólares. La lista sigue con Independiente, 27 millones, Huracán, 16 millones y San Lorenzo, 12 millones de dólares.

La realidad de los clubes denominados chicos no es distinta. Ferro llegó a tener el año pasado un déficit superior a los 16 millones de dólares y en un momento negoció con IRSA, la empresa del financistas George Soros, la venta de unos terrenos aledaños a la cancha para paliar la situación. En total, los clubes argentinos tendrían un rojo de casi 200 millones de dólares.

NUMEROS

900
millones de dólares mueve el negocio del fútbol por año.

7000
pesos es el sueldo promedio de un jugador de River

600
pesos el de uno del descendido Gimnasia y Tiro de Salta.

250
pesos cobra por mes un control de entradas.

60
clubes afiliados a la AFA.

1300
jugadores de fútbol profesional.

150.000
camisetas de Boca vende anualmente Nike.

341.000
camisetas de River vendió Adidas en 1997.

150
empleados utiliza un club grande cuando juega de local en un partido importante.

67.000.000
dólares es el déficit financiero de Racing.

26
personas fueron a ver un partido de la Primera “B” en la última fecha del campeonato.

20.000.000
dólares aportará Nike a Boca para vestir a todas las disciplinas del club en cinco años.

10
pesos vale una entrada popular.

300.000
pesos cobra cada club que juega el clásico del domingo para la televisación codificada.

180.000.000
dólares maneja por año TyC.

2.000.000
dólares paga Quilmes por ser sponsor de la camiseta de Boca.

2.000.000
pesos pagó TyC en impuestos en 1996.