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Meirás - Migdal

 

Max y Phil Buenos Muchachos

Los fans argentinos los aman, tal vez por diferentes razones (¿o no hay razones para el amor?), pero los aman.
Uno está entre nosotros, a punto de brindar dos shows con su banda Pantera. El otro, desde su casa en Phoenix, hace conocer su nuevo proyecto Soulfly. Silencio, con ustedes los intérpretes.

Vidas Paralelas

El primer encuentro de Sepultura con sus fans argentinos se produjo a mediados de 1990, cuando se presentaron en bizarras condiciones en la Federación de Box. Excepto sus seguidores más acérrimos, pocos apostaban a que esa masa de sonidos guturales pudiera convertirse en uno de los grupos de heavy metal más respetados en todo el mundo. Con Pantera el primer cruce fue muy distinto. La banda venía de editar lo que hasta hoy sigue siendo su mejor trabajo Vulgar Display Of Power y fue mucho más que una vulgar muestra de poder lo que el grupo desplegó durante esas tres noches de Obras, cuando se terminaba el año ‘93. Sin embargo el comienzo de ambos grupos tiene más similitudes que diferencias.

Para los hermanos Cavalera, Max e Igor, uno de sus principales objetivos al fundar Sepultura era lograr lo que ningún grupo brasileño había logrado: trascender al primer, gran mundo. Para eso Max empeñó hasta lo que no tenía para ir en busca de un contrato en primera división y con todas sus ganas llegó hasta las oficinas del sello Roadrunner en New York. El resto es historia. A Pantera casi nadie los tomaba en serio en sus comienzos. De hecho, ellos mismos intentan ocultar ese pasado con otro cantante, en donde llegaron a grabar tres discos: era una banda con Kiss como patrón musical y con una imagen glam. Todo eso duró hasta que un veinteañero de nombre Philip Anselmo ocupó el puesto de vocalista vacante y, después de par de discos, Pantera se convirtió en el modelo heavy a seguir. El crecimiento de ambos grupos en el ámbito local se hizo notorio en las sucesivas visitas. Sepultura pasó de la Federación al desaparecido Halley y terminó coronándose en sucesivos Obras. Inclusive llegaron a venir dos veces en un año, para totalizar cinco presentaciones en el estadio de la avenida Libertador. Eran ya la versión heavy de los Ramones, no sólo por convocatoria sino también por identificación: tipos simples, sin ánimo de estrellas, que hasta habían nacido en un país limítrofe. Pantera, de Obras saltó a Ferro y de allí a concretar su sueño adolescente -junto a 45.000 fans locales-, tocando junto al Kiss original en River. Antes de esa última presentación en marzo del ‘97, Pantera tuvo a Anselmo como principal usina de titulares.

En marzo de 1995, en un show en Montreal, el cantante hizo unas desafortunadas declaraciones referidas a las comunidades minoritarias. “En Estados Unidos podés ser parte del black power, mexican pride o lo que sea, pero si estás orgulloso de ser blanco sos catalogado de racista”, que fue precisamente lo que le pasó. Casi un año más tarde, en un comunicado oficial firmado por el cantante, se reconocía que el muchacho había vivido la gran Víctor Sueyro, al quedarse sin vida por algo más de un minuto a causa de una sobredosis de heroína. Desde entonces la tranquilidad parece haber vuelto a Pantera. Con menores dosis de química, igual de agitados fueron los últimos tiempos para Max Cavalera. En agosto del ‘96, un día antes de que Sepultura tocara en el clásico festival de Castle Donigton de Inglaterra, Max recibió la noticia del asesinato de Dana Wells, asistente de la banda e hijo de su esposa. Luego de los shows que Sepultura diera en Obras en la segunda mitad de ese mismo año, los otros tres integrantes del grupo fueron a golpear la puerta de la habitación de Max para comentarle su disconformismo sobre cómo Gloria, manager del grupo y esposa de Max, estaba manejando las cosas. Luego de unos shows en Inglaterra en diciembre de ese año, el mayor de los Cavalera tomaba la decisión de dejar la banda.

Phil Anselmo quiere que Pantera siga siendo una de las bandas más importantes del heavy metal actual, y para eso deberán esforzarse en el próximo disco de estudio a editarse en algún momento de este año. Sin embargo no abandona su proyecto paralelo junto a miembros de Corrosion Of Conformity, bautizado Down, con quienes ya lanzaron un disco excelente hace un par de años. Max Cavalera no tiene otro proyecto en la cabeza que no sea Soulfly, el grupo que formó en su etapa post Sepultura. Para él, los pasos son más firmes que los de Anselmo; el álbum debut que acaba de lanzar conjuga lo más fresco que el heavy metal puede ofrecer en 1998. Anselmo ofrecerá este fin de semana su enorme potencial en vivo que susfans locales ya conocen bien, pero le queda el desafío en el trabajo futuro. Max ya superó ese examen con tranquilidad, y sus seguidores esperan que vuelva a tocar en vivo en Buenos Aires. Ese será el gran momento heavy del año. El de Pantera este fin de semana, el aperitivo más apropiado.

Miguel Mora

Max Cavalera y su regreso con Soulfly
El traicionado

Phil Anselmo, antes de los shows de Pantera
El Positivo