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Jueves 10 de Junio de 1999
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DOS
NACIMIENTOS

M.E


Dos sellos nuevos están empezando a dar sus primeros pasos. El primero es Under Records, sello de extracción punk fundado por la gente del fanzine La Nueva Ley (Pablo Entrerríos, María Inés y Diego Martínez). Por ahora editan en casete, pero están intentando empezar con los cd’s: es que el tema dinero es crítico, como se puede imaginar. Están trabajando desde 1997, y por ahora lanzaron 7 años de punk rock, el casete de La Nueva Ley, la banda de Diego y Pablo (que en breve será grabado en cd y distribuido por Grita!! en EE.UU., ya que vendió decentemente) y un casete de The What Nots, una banda californiana de pop punk que ya apareció en el compilado Satélites, editado también por el fanzine. El próximo proyecto es grabar a los punkies locales Birra 14. Se consiguen en disquerías especializadas y por correo: la dirección es calle 95 n¼ 2157, CP (1650), San Martín.

twilightEl otro es Twilight Records, un sello que se especializa en gótico, editado por la gente de “Testigos del Crespúsculo”, el programa de radio que va todos los sábados a la medianoche por FM La Tribu. Son Fernando (Valinor), Mariano, Cecilia y Gabriel. Desde 1997 están trayendo bandas góticas a la Argentina: ese año se ocuparon de que los finlandeses Two Witches tocaran en el Centro Cultural Rojas, y en 1998 posibilitaron la visita de los Gothic Sex de España, que hicieron un show en Arlequines. Además, siempre organizan fiestas en el Centro Cultural Torcuato Tasso frente al Parque Lezama, donde se encargan de pasar recitales y videos inéditos de bandas góticas de todas las tendencias. El sello tiene apenas 6 meses, y por ahora editaron sólo a una banda española, Ecodalia (el cd se llama Time has told, y se consigue en Stigmata, la disquería especializada, en San Telmo) que tiene una onda electrónica-góticaethereal, con algo de metal. Por ahora no hay planes de editar bandas locales, pero sí tienen distribución en México (Opción Sónica), y Europa (Nightbreed Records en Inglaterra, Dark Side en Francia, Repulse en España y algunos más).


El Otro Yo en su mejor momento


Aldana Rock Explosion

P.P.


El Otro YOCuando una banda de rock está en explosión, en vivo es donde más se nota. Y más allá de la popularidad con la que ahora cuenta El Otro Yo (al menos la máxima en lo que va de sus doce años de existencia, cifras de copias vendidas de Abrecaminos mediante) el sábado en Cemento pudo verse a una banda que se mantiene fresca de espíritu e inteligente en la renovación sonora. Que puede abrir un show con una larga secuencia instrumental y volátil, y cerrarlo con “Ella se fue”, una balada hardcore –si se permite la expresión–, de su último cd. En el medio, una rueda de vértigo por las canciones de Abrecaminos más los pequeños clásicos noise que la banda vio crecer: “Tetona”, “Zumbido”, “69”, “Caries”, “EOY”, “Alegría”.
Entre las 1500 personas que llenaron de calor una noche helada de junio, ahí estaban los seguidores pioneros de El Otro Yo saltando contra el escenario. Chicos curtidos en la escuela del mosh y el pogo salvaje. Y también estaban los nuevos, los que descubrieron a la banda ahora, con el pop y el nihilismo adrenalínico de “La música”, (el más difundido), “No me importa morir” y “La ola”. Canciones con mucha melodía y con un vuelo lírico mayor al que nunca habían mostrado hasta ahora.
Con los hermanos Aldana al frente de la escena –Cristian, en guitarra y voz, y María Fernanda, en bajo y voz–, Raymundo Fajardo en batería, y Ezequiel Araujo aportando climas, efectos y psicodelia desde los teclados, los muchachitos de Temperley salieron de overol azul y se divirtieron. Y divirtieron. Bastaron las ganas de tocar y un puñado de lindas canciones. A veces es todo lo que hace falta.


Cómo se hacer rock en todo el país

¡Argentina!

¿Argentina?

CRISTIAN VITALE

Como espejo de su sociedad, el rock formoseño debe luchar contra muchos contratiempos. No sólo un abismo de 1300 kilómetros separa a esa provincia de la meca porteña, sino que los padecimientos de su gente y extraños tabúes impiden un mejor desarrollo de la cultura rock. Y del resto de las artes, por supuesto. Sin embargo, un entusiasta grupo de pibes con ganas de combatir la adversidad se puso a laburar y logró que algunas bandas de ese norte griten presente en la frontera con Paraguay. Y un lugar, “El Burrito”, sirvió de escenario.
Sergio González, pionero del impulso, se queja porque para que un grupo pueda tocar “tranquilo” debe superar trabas “anormales”, como permisos policiales, municipales, de inspección, etc. “Acá hay mucha gente prejuiciosa que mira al rock como un tabú y por eso le pone muchos límites. Además, parte de la clase política también nos niega. Parece que el poder no nos quiere”. Entre las bandas fuertes de Formosa resaltan Septicemia –grupo de culto–, Aneurysma (tan metálicos como latinos), los punkies de Piedras y Palos. Y dos agrupaciones en una: el trío hardcore Vinchuka, que participó de Buenos Aires no duerme, y Matadero Cinco, banda grunge que suma al trío la voz de Federico. Juan Manuel, baterista de las dos bandas, reconoce que su provincia no es permeable al rock: “las bandas locales no tienen mucho apoyo del público, solamente se genera rock a gran escala cuando vienen músicos de otros lugares”.
En cambio, Ariel, cantante y guitarrista de Extremo, banda under, pinta otro panorama: “por lo general, los chicos de los barrios carenciados escuchan mucho heavy, trash y toda esa música dura. Adoran a Almafuerte y ANIMAL. En cambio, acá en la ciudad se tiende más al hardcore. Se notan mucho las diferencias”. Los últimos grupos porteños que visitaron Formosa fueron Fun People, Catupecu Machu y Pez, y vivieron el lento progreso nominal de asistencia. En dos años, el promedio de gente en los recitales trepó de 50 a 300, pese a las carencias económicas que testifica Ariel: “Es muy difícil que un formoseño pueda pagar más de cinco pesos para ver un show”. El rock tampoco es ajeno a la realidad de Tobas, Matacos y Chulupíes, aborígenes de ancestral data, cuyos suplicios se conocen en Baires sólo cuando desbordan los ríos Bermejo y Pilcomayo. “Nosotros estamos cerca de ellos. Organizamos recitales para ayudarlos y los vamos a ver a sus lugares. Pero, ellos son muy cerrados a lo externo. Están en la suya y no me parece mal que sea así”, dice Marcelo, guitarrista de Resiste Paisano, agrupación hardcore “con conciencia social que lucha contra la injusticia”, según la define.