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El Presidente exhibio el nuevo estilo en Nueva York
El largo camino de Menem a De la Rúa

En el primer día de su primera visita como presidente a los Estados Unidos, De la Rúa se encargó de dejar claras las diferencias de estilo con su antecesor, así como su decisión de combatir el déficit fiscal para seducir a los renuentes inversores norteamericanos.

Por Martín Granovsky
Desde Nueva York

t.gif (862 bytes)  Si los mercados tienen ciudad, es ésta. Solo en Nueva York puede verse una publicidad como ese cartel de Forbes colgado en la quinta avenida, cerca de Central Park, que muestra todo el orgullo, las nuevas tendencias y hasta el desparpajo de una economía que ni sufre la desocupación: “Proliferar el capitalismo.com”. Buscando recoger algo de la proliferación pasó Fernando de la Rúa su primer día neoyorkino. Ya estaba tonificado por la felicitación de Bill Clinton, que hasta minimizó los efectos del paro y pareció elogiar a De la Rúa como líder a prueba de Moyanos.
“Las palabras de Clinton constituyen un acto de confianza en el país, que yo valoro y aprecio”, dijo De la Rúa, quien mañana se verá con Clinton en Washington desafiando los maleficios del martes 13. “Significan un gran respaldo internacional, que en el marco de la globalización del mundo de hoy es muy importante”, agregó.
De paso insistió en que la Argentina “respetará la Convertibilidad a rajatabla”, que ahora es un modo de decir no solo que el Gobierno no devaluará sino que tampoco aceptará la propuesta de dolarización que impulsan el ex presidente Carlos Menem y su hombre de confianza en el Banco Central, Pedro Pou, que a diferencia de Carlos Silvani sigue manteniéndose en el poder pese al cambio de gobierno.
En su primera visita oficial a los Estados Unidos, De la Rúa permitió trazar diferencias de estilo con Menem.
Menem se lanzaba a jugar al tenis con Alberto Kohan, Raúl Granillo Ocampo o quien fuese de la partida no bien llegaba al hotel desde el aeropuerto. De la Rúa fue a misa.
Menem hacia escapadas sorpresa del hotel. De la Rúa prefirió un día muy tranquilo.
A Menem lo esperaban pidiéndole autógrafos. De la Rúa es discreto.
Menem se alojaba en el Waldorf Astoria, el mismo de Frank Sinatra. De la Rúa en el Plaza, frente a Central Park. El mismo de Raúl Alfonsín.
El primero se rodeaba de una gran comitiva. El segundo la achicó, o en todo caso buscó una tarea pública para cada uno. Así, su hijo menor participó de la reunión con los empresarios punto com, y también su asesor publicitario, sin cargo en el Gobierno, Ramiro Agulla.
Lo que iguala a Menem y De la Rúa es su esfuerzo por complacer a los famosos inversores dándoles una imagen de Presidente fuerte de país estable que cumple con sus obligaciones y no pide nada a cambio. Alfonsín también les hablaba a los mercados en sus giras norteamericanas. La diferencia es que pedía a cambio, lo cual naturalmente no caía bien entre sus interlocutores, y que, al final, los mercados parecían escucharlo cada vez menos.
La austeridad de movimientos de De la Rúa fue tanta que ni sufrió el bochornoso calor de ayer en Nueva York, con más de 30 grados bien húmedos, ni los embotellamientos que provocó la celebración del día de Puerto Rico, el Estado asociado a los Estados Unidos, que vino a ser una especie de dolarización política de la historia. Tampoco pudo ver los reflejos más evidentes de una economía con solo el 3 por ciento de desocupación: los carteles en los bares pidiendo empleados, el desfile de bolsas de compras que a veces, solo a veces, deja ver la gente que las lleva, la japonesización siempre actualizada del parque automotor, el recliclaje intenso de los edificios de ladrillo no solo en el Village de los cafecitos y los clubes de jazz sino también en el lejano Harlem de la calle 125 y Malcom X.
Ayer por la tarde, la Internet fue su obsesión. Y se trató de una obsesión filmada. El Presidente habló durante más de una hora con los empresarios Martín Varsavsky (ver reportaje aparte), el ex bateristaCharly Alberti y José Cibrián Campoy, a los que se sumó el experto financiero Javier Timerman, que después merecería un agradecimiento especial del Presidente. “El es el hijo de mi gran amigo Jacobo”, diría De la Rúa a los periodistas. Pero antes de la charla formal, los funcionarios de presidencia dejaron entrar a las cámaras a la reunión. Los periodistas quedaron como frente a una pantalla, porque por un buen rato los empresarios hicieron como que no sentían la presencia de testigos. Era divertido ver a Alberti hablando como si ignorase el foco blanco que lo iluminaba, en una suerte de backstage de la política que a la noche, sin embargo, se trocó en cena formal, cuando llegó el momento de compartir una comida privada con los pesos pesados de la City neoyorkina.
De la Rúa repitió una de sus características más marcadas, que es la postura monográfica ante la política: un tema por vez, y el mismo tema para todos. En Europa, el año pasado, antes de asumir, fue el turno de anunciar que Menem dejaba unas cuentas públicas horribles. En Estados Unidos, ahora, el centro está puesto en que el Gobierno combate tanto desastre heredado de Menem, aunque, eso sí, la palabra Menem no aparece, y menos todavía como símbolo de algo malo. El enemigo es el desorden fiscal, como si se hablara de una fuerza demoníaca.
Si ayer De la Rúa tuvo algún descanso, porque recién llegaba tras su viaje en vuelo comercial por Aerolíneas, hoy la agenda está a tope, y los business dominan todo el día excepto una audiencia con el embajador norteamericano en las Naciones Unidas, Richard Holbroke.
Habrá un desayuno con 400 empresarios, sobre todo los que tienen intereses en la Argentina, un almuerzo con inversores en el consulado, un encuentro con el directorio de The New York Times, una reunión con el directorio de The Wall Street Journal y la presentación de una propuesta turística para el mercado estadounidense a cargo del secretario Hernán Lombardi.
Con este último punto se conecta la posición del gobierno argentino en la cuestión de los cielos abiertos, que es el eufemismo utilizado por los Estados Unidos para describir su reclamo de que la Argentina desregule el diagrama de vuelos para favorecer más a American y United en detrimento de Aerolíneas. La oscilación oficial se debe a una tensión: por un lado, como afirmó ayer el propio José Luis Machinea, la Argentina se propone demorar la desregulación que ya prometió a los Estados Unidos. Por el otro, el Gobierno está interesado en un flujo mayor de turismo norteamericano a la Argentina.
Antes de viajar a Washington, esta misma noche, De la Rúa cumplirá con un deber de la tradición de relaciones con el establishment. Dará una conferencia en el Council on Foreign Relations, auspiciada por la Americas Society y presentada por Mr. Citi, William Rhodes. Citicorp, después, le ofrecerá una cena.
La última vez que Menem cumplió el mismo raid, cuando viajó a los Estados Unidos sin Domingo Cavallo para probar si el establishment extrañaba o no a su ministro, lo ametrallaron a preguntas sobre la crisis de las provincias. Quizás la agenda no haya cambiado tanto.

 

De Machinea a los mercados

Por M.G.
José Luis Machinea parece menos abrumado que en Buenos Aires. Sin Fernando de Santibañes tomando el último whisky del día con el Presidente, alejado por unos días de los efectos del paro y las discusiones internas de la Alianza, el ministro de Economía está concentrado en hablarles a los mercados sin intermediación, directamente a través de sus representantes.
Cifras: “Las medidas eran necesarias y muy pronto se verá su efecto: por lo pronto, en junio vamos a tener superávit”.
Diferencias con el bloque de diputados de la Alianza: “Hace dos noches nos juntamos y todos dijeron lo que querían decir. Más allá de las personas, de lo que cada uno expresó, todos salimos fortalecidos”.
Nervios: “Yo entiendo la ansiedad para que el fruto de las medidas se note, pero la tendencia positiva es muy clara”.
Fondo: “Vamos a cumplir con las metas pautadas. Y no estamos haciendo nada con el Fondo Monetario. No estamos renegociando. No vamos a pedir flexibilidad en lo que tenemos acordado”.
El paro en el exterior: “El paro no ayudó, por supuesto, en la conversación con los inversores, pero tampoco es determinante”.
Obras sociales: “Vengo hablando de la desregulación de las obras sociales desde antes de ser ministro. No es una medida que se me ocurrió ahora”.
Clinton: “¿Si el apoyo de Clinton nos compromete más? Nos preocupa la credibilidad ante la gente, no sólo ante Clinton”.
Momento: “La reactivación se va a percibir claramente en el segundo semestre”.
Desocupación: “En octubre, cuando se conozcan los índices, puede haber una baja en el de desempleo”.
A los antifondomonetaristas: “La credibilidad en la Argentina y en el exterior no se gana acordando o no con el Fondo”.
A los mismos, bis: “La Argentina tiene que generar inversiones y debe garantizar la solvencia fiscal. Decir que el Fondo dicta la vida del país es una lectura que no condice con la realidad de un mundo globalizado”.

Reportaje a Martin Varsavsky
“Acá la Argentina tiene que llamar la atención”

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