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CONSTRUCCION

EL DESPEGUE DE BARRACAS Y EL PLAN DE REACTIVACION URBANISTICA
El Adelantado del Sur

 

El barrio de Barracas se ha convertido en un polo de atracción de inversiones inmobiliarias, convirtiéndose en el primer escalón del proyecto de reactivación de la zona sur. El debate con las ONGs sobre el uso de espacios verdes y residuales, y el aprovechamiento del potencial histórico y cultural.

Por Liliana Sánchez

Hacia fines de los ‘90 comenzó a proyectarse la reactivación urbanística e inmobiliaria en la zona sur de la ciudad, y en Barracas ya pueden verse los primeros resultados. Hay un creciente interés de radicación en la zona, tanto por parte de empresas como de particulares, que ven muy favorable su proximidad al centro, tener resuelta la provisión de los servicios básicos y que el precio de los terrenos es relativamente inferior al de otras zonas.

También hubo intervenciones puntuales desde la inversión pública, atendiendo en algunos casos a reclamos vecinales, y otros son proyectos que apuntarían a la explotación turística del barrio, aprovechando su potencial histórico y cultural. No obstante, aún permanecen varios espacios vacíos o residuales, sobre los cuales las ONGs zonales y los organismos públicos estarían debatiendo distintas alternativas de uso.

Uno de estos casos es, precisamente, el ex Mercado del Pescado; un enorme edificio antiguo ubicado en Algarrobo y Villarino que pertenece a la Secretaría de Desarrollo Económico de la Ciudad. Durante la anterior gestión circulaba un proyecto para instalar allí un Centro de Diseño para la Industria, pero luego esa idea fue descartada.

Ahora, las asociaciones barriales barajan distintas propuestas como construir un complejo habitacional, un centro de la moda, un shopping o un Museo del Fútbol. También piensan en una Estación de Transferencia de pasajeros, que podría funcionar como complemento de la terminal de Constitución, y que a su vez impulsaría una mayor actividad en la estación ferroviaria Hipólito Yrigoyen (F.C. Roca), que tiene escaso movimiento.

Existe un punto de acuerdo y es que no debería hacerse un abordaje individual de lo que es el predio del Mercado sino integrarlo en un plan de acciones concertadas que motorice el entorno. “No es una iniciativa aislada: a una cuadra está la estación Hipólito Yrigoyen, y debajo (en el Pasaje Darkier) hay unos arcos que pertenecen al Enabief (Ente Nacional de Administración de Bienes Ferroviarios) y que estamos reclamando desde la ciudad para que puedan tener actividad. No pueden quedar ‘tapiados’ (los arcos) como están, es fundamental que tengan una función cultural, turística o económica”, dice Silvana Giudice, directora del Centro de Gestión y Participación Nº 3. Por detrás de la estación está el Pasaje Bardi, un tradicional paseo de tango, también pendiente de recuperación, por lo cual la intención es reconvertir y conectar entre sí estos sitios para armar un circuito atractivo.

Lo que sí empezó a renovarse es el Pasaje Lanín (Brandsen y Autopista), donde el artista plástico Marino Santa María instaló un museo de arte moderno al aire libre. Pintó los frentes de las casas a lo largo de las dos cuadras que abarca el Pasaje, mientras el Gobierno de la ciudad se encargó de reparar las aceras, y acondicionar la iluminación y el arbolado.

Otro emprendimiento que se concretó en parte es la recuperación del bajo Autopista 9 de Julio sur; la construcción de ésta había separado el barrio de Barracas en dos sectores, uno próspero orientado hacia el río, y otro más postergado hacia el sur, además de generar unos espacios residuales por debajo que se cubrieron de chatarra y basura. La iniciativa combinada entre el Gobierno local y la empresa Home Depot (frentista) hizo posible la reconversión del lugar con fines recreativos.

   Ex Mercado del Pescado, para el cual existen varios proyectos. Arriba, museo de arte en el Pasaje Lanín.

Playa y Estación Sola

Uno de los espacios cuyo destino final también se debate es el de la Estación y Playa Sola, en Av. Pinedo y Australia. Son 20 hectáreas que “están dentro de los bienes del Enabief, y es una de las llaves estratégicas de lo que sería el desarrollo de Barracas. Podría ser un emprendimiento fuerte que combinara viviendas con parques y algunos otrosusos, lo que sería una zona de acciones concertadas como las que se hacen en París, y eso remodificaría el tejido circundante”, asegura la arq. Adriana Pérez Moralejo, de la Asociación de Vecinos del Parque Lezama. El Gobierno de la ciudad, por su parte, reclama una parte de estos terrenos para la localización de espacios verdes de uso público.

Pero, por ahora, las tierras de las antiguas playas de maniobras de la Estación Sola y Buenos Aires están ocupadas por cementeras y depósitos de una de las empresas vinculadas con el grupo Fortabat. Estos predios fueron entregados en concesión por el Enabief a la empresa, con carácter transitorio, y con el compromiso de desafectarlos en las próximas renegociaciones de los contratos.

En otro sector del predio hay un asentamiento poblacional. Son algo más de 60 familias que habitan lo que fue la antigua colonia ferroviaria y recién ahora están obteniendo las escrituras de sus departamentos.

Otro tema que se señala recurrentemente como “el gran problema de Barracas” es el de los camiones. Los vecinos consideran que el barrio está atravesado por la Red de Tránsito Pesado y que las calles son utilizadas como playas de ruptura de cargas. “Es una deuda del Gobierno de la ciudad”, reconoce Giudice, quien afirma que si durante todo el día hay camiones de 40 toneladas dando vueltas, se hace muy difícil recuperar un barrio.

La Corporación y los miedos

Por L. S.

El barrio de Barracas, por encontrarse al sur de la Av. San Juan, está incluido en el territorio sobre el que va a operar la Corporación del Sur. Esta será una sociedad mixta, compuesta por capitales públicos (la Ciudad se reserva como mínimo el 51 por ciento de las acciones), y el resto puede poseerlas un particular. Se crea la figura del fideicomiso a través de la cual la Corporación está habilitada para vender, concesionar, alquilar o realizar cualquier otra transacción lícita sobre los bienes fiscales de la ciudad, ubicados en la Zona Sur. Para cualquiera de esas transferencias no requerirá la aprobación de la Legislatura.

“La ley en sí no es mala ni buena, depende de cómo se la aplica, del accionar de la Corporación y de los proyectos que hagan”, afirma Pérez Moralejo, quien a su vez admite que “las ONGs tienen miedo de qué es lo que va suceder con la Corporación”, y concretamente lo que reclaman es participación en las decisiones. Formalmente el texto prevé mecanismos de consultas no vinculantes, como sondeos de opinión, pero las ONGs pretenden un lugar en el directorio.