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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
02 ABRIL 2000








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López


En el tiempo y en el espacio

La actividad económica se desenvuelve tanto en el tiempo como en el espacio. La primera dimensión que percibió y desarrolló más acabadamente el economista fue el tiempo. La distinción entre stocks y flujos, debida a los fisiócratas en el siglo XVIII, fue una primera elaboración del tiempo: los stocks (la tierra, los instrumentos de producción) se definen en un instante del tiempo, en tanto los flujos (consumo de materias primas, de alimentos) se definen en un período de tiempo. Otra elaboración del tiempo fueron los efectos inmediatos (o de corto plazo) y mediatos (de largo plazo) de determinado fenómeno económico, elaborados por David Hume en 1750: dada una situación inicial de gran desempleo, un aumento repentino de los medios de pago se traduce en más empleo y actividad, y en última instancia en alzas de salarios y precios. Alfred Marshall perfeccionó esta distinción al distinguir plazo corto (en el que la producción es lo ya existente para vender), de mercado (en el que la producción puede incrementarse usando más a fondo las instalaciones y equipos actuales), largo (en que la producción puede extenderse o contraerse cambiando el capital fijo) y secular (en el que se toman en cuenta variaciones muy graduales, como la técnica, la población y su destreza, etc.). No fue tan afortunada la dimensión espacial, que tardó en ser reconocida, nunca fue elaborada acabadamente, ni está plenamente incorporada al análisis económico usual. Además de atisbos de reconocimiento de su importancia, en obras de Santo Tomás de Aquino, Cantillon o Smith, sus estudiosos más característicos fueron alemanes: Von Thünen en 1826, Launhardt en 1887 y Weber en 1909. Ellos desarrollaron la teoría de la localización de la actividad económica, el estudio de los factores que determinan el lugar donde se realiza determinada actividad, ya sea agrícola o industrial. Thünen investigó la localización agraria: un agricultor racional produciría bienes perecederos, que no admiten transporte a mucha distancia, lo más cerca posible del centro de consumo, y los menos perecederos más lejos. Launhardt investigó las redes de transporte y estableció la forma y límites de los mercados de empresas competitivas entre sí. Weber indagó las causas de determinada localización, interrelacionando fuentes de materia prima y trabajo, facilidades de transporte y distancia al mercado.

El espacio económico argentino

Aunque parezca una paradoja, el reconocimiento del espacio en países con territorios tan extensos y deshabitados como los Estados Unidos y la Argentina fue sólo cuestión de tiempo. Pero sólo los primeros alcanzaron logros de importancia, a través de las obras de Hoover y Isard. En nuestro caso, registramos atisbos de economía espacial, de gran valor en sí mismos, pero que no llegaron a transmitirse oportunamente a otros continuadores, para su perfeccionamiento y preservación, y quedaron sólo como perlas sueltas, que nunca formaron un collar. La obra de Pedro Cerviño, escrita en 1801, anticipó el esquema de anillos de Thünen. Esteban Echeverría no sólo vio la pampa en sus poemas, sino también propuso un régimen tributario con gravámenes diferenciales según el tipo de suelo y la distancia de la unidad productiva respecto de Buenos Aires. Sarmiento en Facundo dividió el país en grandes zonas, según su geografía y su economía. Alberdi, en Sistema económico y rentístico de la Confederación, también se refirió al uso del suelo y destacó el papel del ferrocarril en su aprovechamiento. Mitre instó a desalojar al indio del “desierto” por la fuerza armada, con el fin de poner al suelo en un papel productivo. Avellaneda, como profesor de economía política en la UBA, escribió Estudio sobre las leyes de tierras públicas, y puso en el centro de su diagnóstico del atraso argentino el no poder disponer del “desierto”. Schneidewind introdujo en la UBA las teorías espaciales deLaunhardt, en relación con el trazado de líneas férreas y la localización de la actividad económica. Sus enseñanzas fueron continuadas en la Facultad de Ingeniería por P. Palazzo y A. Constantini, y en la de Ciencias Económicas por Ramallo, Castelo y Sánchez de Bustamante. A. E. Bunge dividió el país en áreas, en función de la carga transportada por ferrocarril. En los ‘60 se realizó un estudio de envergadura, Relevamiento de la estructura regional de la economía argentina, por el Consejo Federal de Inversiones y el Instituto Torcuato Di Tella, con un equipo dirigido por Héctor J. C. Grupe, Norberto González, Alberto Fracchia y Felipe S. Tami, y como encargados de grupos de trabajo, Oscar Altimir, Horacio Núñez Miñana y Juan V. Sourrouille. Este equipo incorporó las que en aquellos años eran técnicas avanzadas, como la matriz de insumo-producto regional o los modelos gravitacionales.