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OSCAR NATALICHIO

Lo que dijo Fidel Castro
�Los Derechos Humanos en Argentina y en Cuba�

 

Presentación: Quién arroja la primera piedra...
Que en los espíritus marcadamente débiles la arrogancia asume las formas del grotesco, se demuestra en la conducta del presidente Fernando de la Rúa, decidiendo el voto argentino contra Cuba en la cuestión pública de los Derechos Humanos, de acuerdo con la tradición de chantaje de Estados Unidos y en dolosa connivencia con el presidente George Bush. Si las medidas del actual gobierno responden a algún orden lógico, que supere la perversión política de las conductas individuales de los funcionarios que lo componen, en la búsqueda de un mínimo de coherencia y de legitimidad podríamos formular varios reclamos.
En tanto el Presidente se arrogó como atributo propio la decisión -contrariando la voluntad explícita de la mayoría absoluta de los que se manifestaron sobre el tema–, es justo exigirle una conducta ética medida en su participación en el logro de la felicidad pública y el bien común. La realidad demuestra a ojos vista que no la tiene; por el contrario, es culpable en alta medida del sufrimiento agravado de vastísimos sectores de ciudadanos argentinos. Tampoco se conocen antecedentes de su contribución real y no declamativa en la brega por la vigencia de los Derechos Humanos, a pesar de la demanda de luchadores en un país arrasado por continuas dictaduras militares y gobiernos civiles que se identificaron con las mismas. En síntesis, nadie que milita en el campo de los Derechos Humanos lo vio alguna vez allí.
Si invertimos la categoría del sujeto que castiga, habría que estimar a la Argentina como modelo de conducta en el género. Se desataría la risa aquí si la historia no hablara de una persistente cultura de la destrucción, con cientos de miles de personas condenadas literalmente a morirse de hambre o de las enfermedades que ese hambre genera, con torturas aberrantes para quienes se resisten al poder, con un rosario de crímenes cometidos por el Estado con alevosía, y la invención y puesta en práctica de un arte monstruoso: la desaparición masiva del diferente, a quien previamente se le niega la mínima calidad humana.
Por último, el país castigado debe ser medido por quien (presidente, gobierno, Estado) esté libre de culpa para arrojar la primera piedra, realidad histórica que no convalida ni el más exaltado delirio, y en cuanto a Cuba, debe ser responsable de crímenes de lesa humanidad, que ofendan la conciencia común.
No seamos mentirosos, no abusemos de la inocencia. Cuba es golpeada por ser socialista. Por alzarse frente al Imperio como alternativa humanista.Por impugnar con su sola presencia el régimen de injusticia crónica que padece la mayor parte de los habitantes de un mundo que por tan cruel y sin belleza ha perdido su sentido.

Vicente Zito Lema
Buenos Aires, 1º de mayo del 2001
En el cierre del “III Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo”, el día 2 de febrero del corriente año, el presidente de la República de Cuba, el doctor Fidel Castro Ruz comienza su exposición, que duró exactamente 393 minutos, poco más de seis horas y media.
De esos 393 minutos sólo siete fueron dedicados a efectuar una referencia sobre el sistema neoliberal que aplica el gobierno argentino, menos del 2 por ciento de todo su discurso. Y cuatro, sólo cuatro segundos, ocupó la ya famosa frase: “Eso es lamer la bota de los yanquis”.
En ese mismo momento, el canciller Giavarini y Colin Powell acordaban, en Washington, el voto contra Cuba. Allí les informaron “lo que dijo Fidel” en ese encuentro. Inmediatamente dedujeron que eso significaba un agravio para la nación argentina y que muy bien podía ser considerado como “una cuestión de Estado”.
Esa idea, la de la “cuestión de Estado” sugerida por Powell entusiasmó, quizá demasiado, a Giavarini y también a De la Rúa y encontró rápidamente en nuestro país aliados notables: como Kohan, como Granillo Ocampo, como Menem-Bolocco, como (el mano dura) Ruckauf. Esa “cuestión de Estado” cubriría así dos objetivos: además de confirmarle la continuidad de las “relaciones carnales” (ahora incrementadas a “intensas”) al nuevo gobierno de Estados Unidos y halagar simultáneamente a la mafia criminal de Miami, sería utilizada para resolver una cuestión interna. Utilizada para intentar frenar el descontento en las propias filas del Gobierno por el voto anterior contra Cuba y para detener la creciente presión que impulsaban los que no querían que la bochornosa actitud del año pasado se repitiese.
Imaginaron que la “defensa de la dignidad”, que el “agravio a nuestra patria” contaría con el apoyo de miles de ciudadanos, aprobando ese acto de “gallardía”, de “defensa del ser nacional”. Imaginaron mal.
El tramo final del discurso de Fidel, de siete minutos, dedicado al modelo argentino culminaba de esta manera: “Y se creen que los pueblos no se dan cuenta de eso; y que son bobos por la mucha propaganda y los muchos reflejos condicionados que han tratado de crearles en la mente”.
Imaginaron muy mal. La gente no es boba y supo separar la paja del trigo. Una primera encuesta, publicada por el conservador diario La Nación, reconocía expresando, textualmente: “La calle está con Castro”. Otras encuestas mostraban que el porcentaje de aprobación por parte del ciudadano a lo de “lamer la bota” superaba el 90 por ciento.
Y recién entonces los que impulsaban el voto abstencionista, y que al principio habían entrado en desconcierto y se habían sumado a la crítica oficialista a lo dicho por Fidel, pudieron fortalecer su posición interna, apoyándose en esa reacción del pueblo que también fue acompañada por muchos dirigentes gremiales, sociales, y de partidos políticos progresistas y de izquierda.
La “cuestión de Estado” de Powell y Giavarini se derrumbó y, en consecuencia, la administración argentina se ve obligada a cambiar deestrategia y la circunscribe a una cuestión menor, situándola como un “tema exclusivo de la Cancillería”.
Primer traspié. Primera aceptación involuntaria de la realidad. De la Rúa manifiesta públicamente su frustración frente a sus correligionarios y expresa: “Hubiera esperado declaraciones más contundentes en defensa de nuestra querida patria cuando fue agredida”.
“Querida patria.” ¡Cuánto amor! ¡Cuánto patriotismo contiene esa frase! Tanto que nos hace necesario recordar a Carlos Marx cuando escribía: “...los individuos no son como creen ser, o como se representan a sí mismos; tal y como se manifiestan en la realidad material de
sus actos cotidianos, así son...”
Y esto va a cuento porque De la Rúa afirmó que el voto es una cuestión que sólo resuelve “democráticamente” él. Otra impúdica mentira sobre algo que en realidad ya los cubanos sabían: que el voto lo habían decidido los yanquis y que, pese a la opinión de la gran mayoría del pueblo argentino, de muchos dirigentes políticos e incluso de miembros de la propia Alianza gobernante, Powell había decidido que la Argentina no sólo debería votar contra Cuba sino que debería lograr que también Brasil y Uruguay lo hicieran.
Algo que está muy claro en la carta que Powell le envía luego al “caballerito” Giavarini, carta que comienza diciendo: “Nuestra reunión en Washington fue particularmente fructífera y estimo que sentó las bases para una cooperación más estrecha con relación a la resolución sobre Cuba en la sesión de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas de este año”..., carta que contiene conceptos tan claros como éstos: “Sé que podemos volver a contar con usted este año, en que la conformación de la Comisión es mucho más favorable”... “El significativo status de la Argentina y su influencia serán decisivos para lograr el apoyo de Uruguay, Costa Rica, México, Guatemala, Ecuador e incluso tal vez Brasil.” “Sinceramente suyo. Colin Powell.”
No sólo estaba resuelto el voto contra Cuba mientras en nuestro país De la Rúa y Giavarini juraban hasta el último minuto que aún nada habían resuelto, sino que, además, tenían como misión deshonrosa presionar para lograr que los demás países latinoamericanos también entregaran su soberanía votando contra Cuba.
La posición del gobierno de De la Rúa se basó en la hipocresía, en la difamación, en la mentira vil, en convertir en mercancía o moneda de cambio el voto de un país, en la cobardía y en una muestra extrema de sometimiento e incapacidad.
Vamos a demostrar quién es el que vulnera los Derechos Humanos, si es el gobierno cubano o es el que administra la Argentina.
Antes es preciso señalar que la estrategia del gobierno criminal de Bush es lograr el voto adverso hacia Cuba para después poder montarse en esa “decisión” de la ONU e incrementar la agresión sobre esa nación. Necesita de ese justificativo. “Es una cuestión esencialmente política.” Se pretende equiparar a Fidel Castro con el genocida Pinochet, tras la excusa de que “ambos violan los Derechos Humanos”.
En una mesa redonda del 25 de abril transmitida por la televisión cubana y relacionada al voto anticubano argentino, el presidente de Cuba, Fidel Castro Ruz, se manifestó “repugnado por los que de tal manera tratan de mancillar (la bandera), no digo que mancillan pues la bandera argentina y la bandera de cualquier pueblo está demasiada alta, para que tales pigmeos... Perdónenme los pigmeos. Saben que tampoco puedo decir enanitos, porque es ofender a los enanitos. Bueno, tales cucarachas...” y con relación a la hipócrita afirmación del gobierno argentino de que aún no tenía decidido su voto dijo, simplemente: “¡Qué táctica de ratones!”.
Cucarachas y ratones. Algunos, que no pasan hambre y viven bien, porque muchos sí lo pasan, se ofendieron por lo que consideraron “un nuevoagravio a la nación”. En realidad se trata sólo de un agravio a las cucarachas y a los ratones.
Porque nunca una cucaracha, aunque se trate de un insecto nocturno de cuerpo deprimido y aplanado, firmaría decretos de necesidad y urgencia y menos practicaría políticas que lleven al exterminio de sus colonias. Ninguna cucaracha entregaría el patrimonio nacional y la dignidad nacional por una promesa de dólares y una sonrisa reconociendo “el fuerte liderazgo”.
Porque nunca un ratón, si bien es un mamífero pequeño de cabeza comprimida y de hábitos cosmopolitas, aplicaría impuestazos, reduciría partidas dedicadas a la educación, a la salud, y le aplicaría cinco años de cárcel a un luchador por sólo pedir alimento para sus compañeros hambrientos, como en el vergonzoso caso de Emilio Alí.
Es hora de entrar en tema. Se habla de Derechos Humanos fundamentales o básicos y de Derechos Humanos extensivos. Los Derechos Humanos fundamentales serían la “libertad de expresión” y la “igualdad de trato ante la ley”, y los extensivos “derecho a la educación, al deporte, al trabajo, a la salud, a la vivienda, a la cultura, a la ciencia y a la técnica”, entre otros.
El criterio oficial de EE.UU. se basa en esa división de derechos, para “reconocer” los primeros y negar los segundos. He aquí, textualmente, lo que ellos piensan al respecto: “En fechas recientes se ha observado que, sobre todo en las organizaciones internacionales, se tiende a alargar la lista de los derechos humanos básicos. A las libertades esenciales de expresión y de igualdad en el trato ante la ley esos grupos han añadido el derecho al empleo, a la educación, a la propia cultura o nacionalidad y a niveles de vida decorosos”.
“... Pero cuando tales beneficios proliferan como derechos, se tiende a devaluar el significado de los derechos cívicos y humanos básicos. Más aún, se vuelve borrosa la distinción entre los derechos que todos los individuos poseen, y las metas hacia las cuales es razonable esperar que dirijan sus empeños las personas, las organizaciones y los gobiernos.”
Los demás derechos, los que aquí mencionamos como extensivos, no sólo no son derechos para los yanquis sino que entorpecen, a su criterio, a los denominados básicos. De allí su rechazo permanente a incorporarlos.
“Afirmamos que existe una indivisible relación entre los Derechos Humanos económicos, sociales y culturales con los civiles y políticos. Tan fuerte y estrecha es que podemos asegurar que, si no existen los derechos a la educación, a la salud, a la recreación, a la cultura, a la vivienda digna, al trabajo adecuadamente remunerado, los demás derechos, los llamados básicos, o civiles o políticos, son letra muerta.”

Veamos qué pasa con esos derechos en Cuba y también en la Argentina: El derecho a la educación
Pese a ser un derecho consagrado por la Constitución nacional y muchas provinciales, la situación de la educación en la Argentina es poco menos que calamitosa. Más de la mitad de los docentes están bajo de la línea de pobreza. El 40 por ciento de las docentes son “jefas de hogar” y con ese magro ingreso deben atender al grupo familiar de 4 personas promedio y a la vez contar con buena predisposición para “educar al soberano”.
Más del 70 por ciento de los docentes no fue consultado para la reforma educativa y un 72 por ciento opinó que con esa reforma la educación empeoró. Aumenta el nivel de deserción escolar y muchos niños concurren a la escuela ante la única posibilidad de comer que tienen, en general comida basura contratada a empresarios inescrupulosos, pero comida al fin. El nivel de la enseñanza sigue cayendo en picada. Casi el 50 por ciento delas escuelas entra en la categoría de “no recomendadas” de la OIT y la Unesco.
¿Cuál es la situación de Cuba en este derecho? José Martí afirmaba que “no hay igualdad social posible sin igualdad de cultura”. Nadie en el mundo se atreve a desconocer los enormes avances que se produjeron en el campo de la educación a partir de la Revolución. La Constitución cubana, que en Cuba no es letra muerta, expresa: “... La enseñanza es función del Estado y es gratuita. Se basa en las conclusiones y aportes de la ciencia y en la relación más estrecha del estudio con la vida, el trabajo y la producción”.(...) “El Estado mantiene un amplio sistema de becas para los estudiantes y proporciona múltiples facilidades de estudio a los trabajadores a fin de que puedan alcanzar los más altos niveles posibles de conocimiento y habilidades”.
Cuba le dedica un 7,2 por ciento del PBI a la educación, el doble que nosotros. Hay 12,8 alumnos por maestros en educación primaria; 12,1 en educación secundaria y cinco alumnos por profesor en educación superior. Y una de las tasas de analfabetismo más baja del mundo: 3,8 por ciento. Cuenta con más de 1100 círculos infantiles, más de 15 mil escuelas primarias, 1700 secundarias, 250 preuniversitarios, alrededor de 600 institutos politécnicos, 441 escuelas especiales y 50 centros de educación superior. Según datos avalados por la Unesco, “Cuba alcanzó el más alto índice de maestros por habitante en el mundo: un docente por cada 37 ciudadanos”.
Podríamos continuar ofreciendo más datos, pero éstos son más que suficientes para afirmar que “en materia de educación los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora, en la Argentina, no en Cuba”.

El derecho al deporte
Si hay diferencia entre Cuba y la Argentina en el derecho a la educación, en deporte, esa diferencia se multiplica casi al infinito. Aquí tampoco es letra muerta lo que señala la Constitución de la República de Cuba cuando menciona que “... todos tienen derecho a la educación física, al deporte y a la recreación”. (...) “El disfrute de ese derecho está garantizado por la inclusión de la enseñanza y práctica de la educación física y el deporte en los planes de estudio del sistema nacional de educación; y por la amplitud de la instrucción y los medios puestos a disposición del pueblo, que facilita la práctica masiva del deporte y la recreación”.
El secreto de los éxitos cubanos es el de la “práctica masiva”. El acceso al deporte y la recreación de todos los ciudadanos. Y aquí se repite el caso anterior. Cuba es el país que más medallas de oro por millón de habitantes ha obtenido, 1,27; la siguen Alemania con 0,41; Rusia con 0,16 y EE.UU. con 0,14. Antes de la Revolución, Cuba no existía en el mapa deportivo, hoy es una potencia indiscutida, que ha llegado a ubicarse entre los primeros del mundo, logrando un quinto puesto en Barcelona entre 172 países.
¿Qué decir de nuestro país? Que cuando hay posibilidad de alcanzar una medalla de oro el presidente de turno se hace presente. Y los deportistas que se aproximan a obtenerla lo hacen en función de un gran esfuerzo y sacrificio personal. El abandono por parte del Estado argentino, a la atención del deporte y la recreación para con sus ciudadanos es total.
Lo sintetizado en este punto es suficiente para afirmar que “en materia de deportes y recreación, los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora en la Argentina, no en Cuba”.

El derecho al trabajo
Otra vez la Constitución nacional es letra muerta. Los índices oficiales indican poco más del 15 por ciento de desocupación. Por el método de cálculo utilizado sabemos que hay otro 5 por ciento que no está incluido, que la realidad indica el 20. Los semiocupados, cuentapropistas, los con salarios derivados de contratos basura representan casi otro 20 por ciento más. La sociedad argentina padece de esta manera una crisis social sin precedente. El 40 por ciento de su población marginada. Y el resto, el que aún tiene la suerte de contar con empleo vive con miedo a perderlo, con miedo a convertirse en un paria más, porque el que pierde el trabajo difícilmente lo recupere.
“... El trabajo en la sociedad socialista es un derecho, un deber y un motivo de honor para cada ciudadano.” Lo dice la Constitución Cubana y se cumple, como todo lo que allí se establece. La tasa de desempleo es del 5,5 por ciento estando los desempleados con cobertura de salud y alimentación garantizadas al igual que la participación en actividades culturales, deportivas y recreativas. El gobierno está tomando medidas para disminuirla. La tasa de desempleo es en parte consecuencia del duro “período especial” que se inicia luego de la caída de la Unión Soviética y de los países del Este europeo. El Código de Trabajo cubano menciona entre otros derechos los siguientes: “Todo ciudadano en condiciones de trabajar, sin distinción de raza, color, sexo, religión, opinión política u origen nacional o social tiene oportunidad de obtener un empleo con el cual pueda contribuir a los fines de la sociedad y a la satisfacción de sus necesidades”. (...) “El trabajador tiene derecho a participar en la gestión de la producción y los servicios.” (...) “Las personas tienen acceso, según sus méritos y capacidades, a los cargos y empleos y perciben igual salario por igual trabajo.”
¿Qué decir de nuestro país? ¿Qué esperanza tienen los jóvenes en encontrar un trabajo, donde más del 50 por ciento de los que se encuentran en edad de trabajar y hasta los 25 años son desocupados? ¿Qué esperanza tiene el que pasó los 45 años y pierde su empleo de reinsertarse en un trabajo cuando el modelo lo considera viejo?
Sin ninguna duda que en este punto también es correcto afirmar que “en materia de empleo los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora en la Argentina, no en Cuba”.

El derecho a la salud
¿Qué podemos agregar aquí? Sabemos del alarmante crecimiento del deterioro de la salud pública en nuestro país. Hospitales desmantelados, sin medicamentos, sin elementos básicos. Enfermos terminales abandonados a su suerte. Médicos con salarios de hambre. Grandes zonas del país sin asistencia básica. Desnutrición. Rebrote de enfermedades que deberían haber sido erradicadas. Comparar nuestro sistema de salud con el cubano parece más un ensañamiento de nuestra parte.
La Argentina, que no ha sido un país que no haya dedicado en su momento atención a la salud pública, tiene actualmente algo más de 3 médicos cada mil habitantes. Cuba 5,8; casi el doble. Pero la diferencia está en los resultados que se sintetizan claramente en estos dos índices: El de “mortandad infantil”, índice que refleja el número de fallecimientos de niños de menos de un año en relación con el número de niños nacidos vivos, es en la Argentina del 23 por mil y en Cuba, con un ingreso per cápita a paridad de poder adquisitivo tres veces menores, del 7,2 por mil. Lo que significa que en nuestro rico país mueren tres veces más niños que en Cuba, muertes en la mayoría evitables si se volcara un poco de atención a resolver ese drama. Y en el índice de “esperanza de vida”, que refleja el número de años que puede esperar vivir, como media, un recién nacido, es para nosotros de 72,9 años y para Cuba de 75,7. A principios de este año,un municipio cubano cuyo nombre ahora no recuerdo, había organizado una fiesta popular. El motivo: se cumplían 24 meses corridos sin mortandad infantil.
En Cuba el derecho a la salud es un derecho constitucional y no es letra muerta. El artículo 50 dice: “Todos tienen derecho a que se atienda y proteja su salud. El Estado garantiza ese derecho... con la prestación de la asistencia médica y hospitalaria gratuita, mediante la red de instalaciones de servicio médico rural, de los policlínicos, hospitales, centros profilácticos y de tratamiento especializado... con la prestación de la asistencia estomatológica gratuita... con el desarrollo de planes para la salud, exámenes médicos periódicos, vacunación general y otras medidas preventivas de las enfermedades. En esos planes y actividades coopera toda la población a través de las organizaciones de masas y sociales”.
Otros datos, por si hicieran falta: más de 65 mil médicos (uno cada 172 habitantes), de los cuales 30 mil son médicos de la familia que atienden al 98,3 por ciento de la población y 10 mil estomatólogos. Cuenta con 2035 unidades de servicio y 77.367 camas. El programa de vacunación para niños es el más completo del mundo, según sintetiza este comentario de una organización mundial: “Nosotros, como Organización Mundial de la Salud, siempre aspiramos como un sueño maravilloso –cuando se lanzó Salud para Todos en el año 2000– que podíamos llegar a seis vacunas para los niños, pero no fue posible... y que Cuba esté dando, como una expresión de un derecho universal, ¡esté trabajando con 12 vacunas! Que ningún país en el mundo lo tiene...”
Sin la menor duda de que “en materia de salud, los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora en la Argentina, no en Cuba”.

El derecho a la cultura
De Nación y Cultura, de Héctor P. Agosti, leemos: “Recuerdo un pueblo salteño, en un atardecer transparente, cuyo cielo tenso como parche de tambor retumbaba al leve rumor del viento. Recuerdo la humilde estación ferroviaria y el recortado perfil de las montañas azules luchando con los últimos resplandores. Pero recuerdo sobre todo los hombres amontonados en la estación, indios cotudos y descalzos en su mayoría, con ponchos desflecados de tan viejos, sin otro espectáculo en sus vidas que el paso jadeante de los trenes. En la tarde dolorosamente humanizada me pareció que esa presencia implicaba el más elemental y urgente programa de cultura. Cultura significaba aquí –dramáticamente– proporcionar botines y asistencia médica a tantas criaturas desamparadas. Acaso parezca tosco el argumento. Pero si no se cree que es un puro goce de refinamientos estéticos reservados para algunas minorías, entonces no resulta tan torpe esa exigencia de botines como fundamento de la cultura”.
Los logros culturales de la sociedad cubana son el resultado de una atención que comienza con un considerable presupuesto estatal y un arduo trabajo de infraestructura, investigación, organización y planificación. Se edificaron escuelas y cientos de casas de cultura, más de una por municipio, que trabajan directamente con la comunidad, que fabrican e importan miles de instrumentos musicales, insumos, materias primas. Que contratan e invitan a profesores y artistas de otros países y forman miles de instructores de arte. Y en maestros de arte Cuba también se encuentra con uno de los más altos índices por habitante del mundo.
Sabemos que el acceso a la cultura de enormes sectores de la población es imposible en nuestro país mientras existan estos gobiernos y estas políticas. Por lo tanto podemos afirmar con plena seguridad que “en materia de cultura, los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora en la Argentina, no en Cuba”.

El derecho al acceso de los avances científicos
Muy especialmente conocemos el tratamiento vergonzoso que se les otorga a la ciencia y a los científicos en nuestro país. No voy a abundar en detalles al respecto.
En Cuba es un orgullo ser científico. Con más de 10 mil profesionales categorizados para la investigación científica y otros 18 mil de alta calificación, con 49 centros universitarios y 220 centros de investigación, 14 polos científicos vinculados con 280 centros de producción y 73 centros de investigación, Cuba se encuentra entre los primeros países del mundo en desarrollo científico, con casi dos científicos cada mil habitantes, detrás de Japón (4,7), EE.UU. (3,8), Rusia (3,3) y la Comunidad Europea (2,2).
Cuba ha efectuado valiosos aportes, beneficiosos para la humanidad: como la vacuna antimeningocóccica, única en el mundo. La vacuna contra la hepatitis B; la vacuna contra la leptospirosis; la vacuna contra la tuberculosis, superior a la BCG. El PPG, la melagenina. En un alto grado de avance se encuentra la vacuna contra el sida y otras tres contra distintos tipos de cánceres. Operaciones de alta complejidad al cerebro (Ciren). El tratamiento del mal de Parkinson. El desarrollo de complejos aparatos médicos como el Suma, el Diramic, el Doctus 4, el Angiodin. La curación de la retignosis pigmentaria. Los eficientes centros de rehabilitación. La ortopedia con sus fijadores externos. Nuevas razas de ganado. El Cikron, cicatrizante para animales. Nuevas y más resistentes variedades de semillas y otros avances. Esto escribía el padre Félix Varela: “... La riqueza científica es como la material, que si no se esparce presenta el cuadro lastimoso de un país rico habitado por un pueblo pobre ...”
También aquí, sin ninguna duda podemos afirmar que “en materia de acceso de los avances científicos, los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora en la Argentina, no en Cuba”.

El derecho a la seguridad
La seguridad en la Argentina está, en alarmante proporción, a cargo de delincuentes u organizadores de delincuentes. Sabemos que gran parte de puestos claves, entre ellos la comandancia en jefe del ejército, está en manos de torturadores y sospechados de haber estado al servicio de la dictadura genocida y asesorados por letrados nazis. Que parte de los jueces son corruptos e ineficaces y que arrastran en general una doble carencia: carecen simultáneamente de dignidad y de idoneidad.
¿Pueden ustedes imaginarse un juez corrupto en Cuba? En nuestro país no sólo existen por docenas, hasta publican las tarifas de los “retornos” y se muestran impúdicamente en las revistas frívolas, exhibiendo las riquezas producto de sus actividades ilegales.
¿Pueden ustedes imaginarse a un policía cubano golpeando a un niño o a un joven? En nuestro país los jóvenes son golpeados, torturados, violados y asesinados por la policía del “gatillo fácil”. La mayoría de esos criminales siguen en libertad. A lo sumo se los “traslada” a una oficina como todo castigo, o se les reduce el sueldo a la mitad. Y, por orden del gobernador gozan de libertad para disparar y matar. En los últimos tres meses, sólo en la provincia de Buenos Aires más de 25 personas inocentes murieron a causa de los disparos policiales. El promedio de edad de las víctimas: 17 años. ¿Podría ocurrir esto en Cuba?
¿Pueden ustedes imaginarse a oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias organizando bandas de asaltantes o traficando las armas que el pueblo cubano les confía? En nuestro país no sólo oficiales y suboficiales del Ejército y la policía organizan e integran bandas deasaltantes, trafican armas, arman financieras truchas, sino también participan en atentados monstruosos, como a los de las instituciones judías. ¿Podría ocurrir esto en Cuba?
¿Pueden ustedes imaginar que los torturadores y asesinos del régimen de Batista puedan pasear libremente por el malecón, concurrir a bares y centros de vacaciones, y ser convocados por la televisión cubana para que comenten sus bestialidades? En nuestro país, los genocidas, los que cometieron horrendos crímenes imprescriptibles, no sólo están libres gracias a las aberrantes y anticonstitucionales leyes de Obediencia Debida y Punto Final y del Indulto, además ocupan cargos públicos, gozan de salarios de retiro y de protección policial. ¿Podría ocurrir esto en Cuba?
Seguridad en manos de criminales no es seguridad. Por lo tanto podemos afirmar que “en materia de seguridad ciudadana, los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora en la Argentina, no en Cuba”.

El derecho de igualdad de trato ante la ley
¿Con cuál juez empezamos? ¿Por Trovato, que cambia por un mueble el valor de una vida? ¿O por Liporaci, que logra lo que millones de argentinos no pueden obtener, una modesta vivienda con el sudor de su frente?
¿Puede alguien asegurar que el derecho de libertad de trato ante la ley se respeta en la Argentina? ¿Lo puede asegurar la madre de la pequeña que murió cayendo del hueco de un ascensor, cuando el juez de la Nación cambió su vida por un armario? ¿Lo pueden asegurar los presos políticos de La Tablada, que no gozaron del derecho de defensa y no se respetaron normas internacionales aceptadas? Este es el gobierno que votó contra Cuba, en un país donde los peores asesinos gozan de plena libertad en vez de estar purgando sus crímenes en la cárcel. Donde la Justicia es un mamarracho plagado de corruptos que defienden a corruptos. Donde su independencia del poder político es inexistente y se apañan y potencializan mutuamente. Este es el gobierno que votó contra Cuba. El que vulnera uno de los derechos “básicos”, por decirlos con palabras de los yanquis, como es el derecho a un juicio justo, como en el caso de Emilio Alí, diez meses detenido por reclamar alimentos y ahora condenado a más de cinco años de prisión. ¿Hubiese Trovato llegado a juez en Cuba? ¿Se imaginan a Liporaci en primera plana del Granma mostrando su nueva mansión en la Quinta Avenida, en La Habana, similar a la que se compró con su “esfuerzo personal” más esos créditos blandos de financieras inexistentes en Vicente López?
Decía el embajador de Cuba, Alejandro González Galeano, que Cuba es el “único país en este hemisferio donde en los 42 años de su proceso revolucionario no ha existido un desaparecido, no se ha practicado jamás la tortura ni las ejecuciones sumarias y extrajudiciales o cualesquiera otras violaciones de los Derechos Humanos como las que han existido en la historia de nuestros pueblos, incluso hoy con el silencio cómplice de los ‘paladines de la democracia’”.
En la noche del martes 16 de enero de este año, 9 hombres, en un camión estatal que luego abandonan, llegan a la playa de Ceiba Hueca. Habían comprado en 32 mil pesos e ilegalmente una lancha y salen al mar, proa a Honduras, con objetivo Miami. Mientras los “vendedores” de la lancha montan una escena teatral en la jefatura de policía explicando cómo fueron asaltados, los otros avanzaban mar adentro. Pero a las ochenta horas de viaje el motor se para. Quedan a merced de las corrientes y de olas que alcanzan hasta ocho metros de altura. Así otros cuatro días. Sin agua, sin comida y sin fuerza esperaban lo peor. Pasa el crucero “Carnival Victory” y los auxilia y los entrega a una nave guardacostas americana. Allí se les trata despectivamente, se les da comida muy escasa, “cubana” como les dicen, y les retienen los documentos, que no devuelven. Robaron un camión,compraron ilegalmente una lancha, se encandilaron con la “ley de ajuste cubano” que les promete a los que huyen de Cuba un portentoso futuro, y casi mueren en el intento.
¿Qué actitud adoptaron las autoridades cubanas ante este hecho? Leo una parte de la protesta que emitieron: “¿Con qué finalidad las autoridades del guardacostas retuvieron los documentos de identidad de los ciudadanos cubanos? ¿Acaso no son seres humanos y no cuentan con derechos las personas que luego de ser rescatadas necesitan alimentación y cuidados médicos? ¿Por qué tratarlos peor que a bestias?”.
Por eso podemos afirmar que no tenemos la menor duda y sí las mayores pruebas de que “en materia de igualdad de trato ante la ley, los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora en la Argentina, no en Cuba”.

El derecho a la libre expresión de las ideas
Dejé para lo último este derecho pues es sobre él con que más se ataca a Cuba, con el que más descaradamente se miente y, en función de esas mentiras, las administraciones cipayas afirman que en Cuba no hay libertad.
Nosotros no podemos presentarnos en la Argentina como candidatos sin pertenecer a algún partido político o frente que acepte postularnos. Pero en Cuba sí, en Cuba cualquier ciudadano puede ser candidato sin necesidad de pertenecer a un partido político, sin pertenecer al Partido Comunista.
La Constitución de la República de Cuba, en su artículo 131 expresa: “Todos los ciudadanos, con capacidad legal para ello, tienen derecho a intervenir en la dirección del Estado, bien directamente o por intermedio de sus representantes elegidos para integrar los órganos del Poder Popular, y a participar, con ese propósito, en la forma prevista en la ley, en elecciones periódicas y referendos populares, que será por voto libre, igual y secreto. Cada elector tiene derecho a un solo voto”.
Este proceso de ciudadanos con capacidad legal se inicia en la base misma del pueblo. Circunscripciones de no más de 1500 ciudadanos proponen, entre los que residen en sus cuadras, no menos de dos candidatos ni más de ocho, para delegados de esa circunscripción. “En dicha elección no pueden participar como tal ni el Partido Comunista ni la Juventud Comunista, pues los actos electorales son derechos exclusivos e inalienables del pueblo.”
El que propone (o se propone) debe explicar al colectivo de su barrio qué piensa hacer. Se requiere ser aprobado por más del 50 por ciento de los votos. Si no, va a segunda vuelta. De hecho la hay. Cualquiera puede postularse y tiene la posibilidad de acceder a los máximos órganos del poder del Estado.
No es fácil en Cuba para un candidato proponer una cosa y hacer lo contrario. El artículo 85 es claro cuando expresa: “A los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular les puede ser revocado su mandato en cualquier momento, en la forma, por las causas y según los procedimientos establecidos por la ley”.
En una conferencia Raúl Castro manifestaba: “Una queja, una sugerencia, una opinión que sea planteada o apoyada por la mayoría de los electores, deberá ser trasmitida por el delegado a los órganos del Poder Popular, aun cuando individualmente el delegado tenga un criterio en contra. El delegado no se representa sólo a él, ni principalmente a él, sino a una masa de electores que lo ha elegido y son las opiniones y problemas de esa masa los que él tiene que representar y no sus problemas y criterios personales...”
Las elecciones son, como aquí, custodiadas. Pero no por policías ni militares. Los responsables de la custodia de las elecciones en Cuba son los niños, los Pioneros. Además, todo el que lo desee, incluso losextranjeros, pueden ser testigos del cierre de las urnas antes de ser selladas. Ocurren cada dos años y medio. Una para delegados de la Circunscripción y otra para delegados provinciales y diputados a la Asamblea Nacional.
El voto no es obligatorio. Sin embargo, la participación ciudadana es altísima, superior a la de cualquier parte del mundo. Siempre superior al 97 por ciento. En 1998 votaron el 98,35 por ciento de todos los ciudadanos habilitados. El 95 por ciento fueron votos válidos. El resto correspondió a votos en blanco y anulados. En esa cascada democrática se elige al Consejo de Estado. Fidel Castro fue elegido por el 99 por ciento de los votos válidos.
Repasemos lo que sucede en otros países de nuestra América: los porcentajes mencionados son sobre la cantidad total de electores: Carlos Menem asume con el 39,2 por ciento; Hugo Bánzer (Bolivia) con el 23.0 por ciento; Cardozo, en Brasil con el 36.3 por ciento; Samper en Colombia con el 21.5 por ciento; Figueres en Costa Rica, con el 38.9 por ciento; Frei, en Chile, con el 52.4 por ciento, el único que superó la barrera del 50 por ciento; Bucarán, de Ecuador, con el 34,3 por ciento; Calderón en El Salvador, con el 31. por ciento; Alvaro Arzú en Guatemala, con el 19,3 por ciento; Reina en Honduras, con el 34,5 por ciento; Fox Zedillo en México, con el 39,6 por ciento; Alemán en Nicaragua, con el 37,4 por ciento; Wasmosy en Paraguay, con el 28,2 por ciento; Pérez en Panamá, con el 33,3 por ciento; Fujimori en Perú, con el 39,7 por ciento; Fernández en República Dominicana, con el 34,4 por ciento; Sanguinetti en Uruguay, con el 19, por ciento y Caldera en Venezuela con el 17,8 por ciento. Datos obtenidos por Méndez Tobar, que si son actualizados en algunos países no cambiarían los porcentajes. Salvo Chile con Frei, por haber concurrido el 90,5 por ciento de los electores a votar, pudo superar el 50 por ciento. Y falta el más emblemático de los casos: en Estados Unidos no sólo el presidente Bush alcanza apenas el 25 por ciento de los electores, sino que asume la presidencia habiendo perdido la elección.
Sin desestimar nuestro imperfecto sistema democrático. Sin descartar que con nuestra participación y lucha podríamos mejorarlo, hacerlo más participativo, construir una democracia renovada, lo cierto es que hoy, como funciona, la democracia en nuestro país esta muy acotada y la libertad de expresión cercenada.
La sociedad cubana es esencialmente democrática y los ciudadanos participan activamente en la construcción de su destino. Esa democracia y esa participación son elementos que permitieron al pueblo cubano superar con enorme esfuerzo la tremenda crisis que se origina al desaparecer el bloque socialista y resistir el ilegal bloqueo imperialista.
En el año 2000 el PBI cubano creció un 5,6 por ciento, uno de los más altos de Latinoamérica. Ese crecimiento se ve inmediatamente en la mejora de la calidad de vida del pueblo. La Argentina no creció. Cero por ciento. Pero cuando el PBI en nuestro país creció un 50 por ciento llevando el ingreso por habitante a más de 9 mil dólares anuales, la pobreza y la miseria aumentaron. El 10 por ciento más rico, que tenía ingresos superiores en 9 veces al 10 por ciento más pobre, hoy lo tiene 28 veces más. Así son los Derechos Humanos en la Argentina.
Por lo tanto, podemos afirmar aquí también, sin ninguna duda, que “en materia de derecho a la libre expresión de las ideas, los Derechos Humanos se vulneran todos los días y a cada hora en la Argentina, no en Cuba”.
Absolutamente todos los Derechos Humanos son vulnerados en la Argentina y en cambio son respetados en Cuba. El hipócrita voto del gobierno argentino en contra de esa nación es un acto que no sólo agrede a Cuba, también agrede a los argentinos y a todos los hombres honestos del mundo. Es un voto mercenario y traicionero, totalmente ajeno y contrario alinterés nacional y un agravio a nuestros próceres, que lucharon y dieron su vida por la emancipación americana.

* Economista y escritor. Docente de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.

Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo
Rectora: Hebe de Bonafini
Director Académico: Vicente Zito Lema

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