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Jueves 4 de Abril 2001

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Perry Farrell y Boy George, lejos ya de Culture Club y Jane’s Addiction, hablan de su nueva afición

Yo quiero ser Dj, ¿y usted?

El icono pop de los ‘80 y el patriarca alternativo de los ‘90 ingresan al siglo XXI detrás de las bandejas, en el sacrosanto ámbito de las discotecas. ¿Oportunismo? ¿Seducción? ¿Convicción? Lo cierto es que ambos abrazan la causa y justifican su gusto por una cultura emergente, dominante en la escena musical del primer mundo. Condimentando esta producción, el criollo Diego Ro-K se hace escuchar sobre la “conversión”.

POR ROQUE CASCIERO

Perry Farrell
lBoy George no es un novato en esto de crear música mezclando discos. El ex líder de Culture Club, también icono pop-gay de los ‘80, ya suma siete años como Dj. En ese rol, fue el encargado de armar una serie de compilados para la discoteca Ministry of Sound, muy exitosos en el Reino Unido. Aunque la noticia más reciente es que acaba de publicar un álbum con sus mezclas, el primero en este formato, titulado Essential Mix y lanzado recientemente en el primer mundo por la discográfica London.
Pero sobre todo es un converso a la causa de las bandejas, uno de esos tipos que harían enervar a Pappo –en menos de un minuto– con frases del tipo “ser DJ me ha dado una increíble libertad”. George dice que comenzó a mezclar música por diversión, sin pensarlo como una forma de revitalizar una más que alicaída carrera. De hecho, comenzó como Dj a los 17 años, aunque en aquella época todo era bien diferente. “A veces ni siquiera teníamos dos decks y lo único que pasábamos eran discos simples”, recordó para la revista Mixer. “Con Jeremy Healey teníamos un amigo llamado Philip, quien abrió una gran discoteca en Londres durante el período new romantic. Nosotros éramos los únicos que Philip conocía que coleccionaban discos de modo obsesivo. También sabía que buscábamos llamar la atención y que haríamos el trabajo de Dj gratis.”
Más adelante, en pleno suceso mundial de Culture Club, fue parte de la escena acid house. Lo cuenta así: “Fui a Spectrum la noche de la inauguración: estaba casi vacío, habría diez personas. No existía, pero en un par de meses se había convertido en lo más importante que había sucedido en años en Londres. Para mí, lo mejor que tenía esa escena era el anonimato. Seguro, tenías a Paul Oakenfold y Danny Rampling, pero lo importante no eran los Dj’s sino la música. Era lo opuesto a cualquier cultura discotequera en la que me hubiera implicado hasta entonces. Yo había estado en la música disco, el punk, los new romantics... Era una experiencia interesante, porque podías estar en un club con 3 mil personas y nadie te molestaba. Yo venía de una cultura de obsesión por las estrellas pop. En el pico de Culture Club, realmente no podía salir a la calle. Ir de compras era una pesadilla y la gente se sentaba a esperarme en la puerta de casa. Meterme en la escena acid house me permitió salir con mi remera Smiley y mis pantalones baggy, y nadie me molestaba. Fue una revelación. Iba a raves al aire libre con 60 mil personas y nadie me jodía. La gente se acercaba y me decía: ‘Oh, hola Boy George, ¿cómo estás?’. Todo el mundo estaba drogado y era muy amistoso. Era una experiencia rara”.
Después del bajón del estrellato y los excesos, George se reencontró por casualidad con las bandejas. El siempre maquillado iba a la discoteca londinense Pushka, en cuyo espacio chill out (sitio de relax después de ciertas ingestas y del baile desenfrenado) ponían el mismo casete todo el tiempo. Molesto, le preguntó a los dueños por qué no contrataban a alguien para que pasara música pop o trash-disco. La respuesta que recibió fue: “¿Y por qué no lo hacés vos?”. Entonces acordó convertirse en el Dj chill out por 300 dólares por noche. Más el gasto del taxi.
Al poco tiempo empezaron a llegarle ofertas para hacer sus mezclas en otros lugares. Después de un tiempo en los salones traseros de las disco, decidió practicar un poco más y armar un set más moderno. Enseguida varios promotores le ofrecieron shows como Dj, tal vez más a costa de su popularidad que de su habilidad con las bandejas, como él mismo lo reconoce. Sin embargo, en pocos años la estrella pop devenida Dj pasó a hacer giras por todo el Reino Unido, Suiza, Alemania, Rusia y Estados Unidos. Y dice que no debió soportar que el público de la escena dance lo mirara raro, como si no tuviera las credenciales necesarias para montarse en la cabina: “Lo único que le preocupa a la gente que va a las disco es si pasás buena música o no. Pero tus peores pesadillas son los Dj’s residentes y sus amigos. Todavía tengo algunos problemas con eso. El Dj residente va a tocar para la gente, incluso pondrá las cosas obvias de loscharts dance. Entonces sus amigos se la pasan dando vueltas cerca de la cabina para ver cuándo voy a terminar para que el tipo pueda poner ‘Standstorm’. Pero el hecho de que la gente crea que no sos bueno puede jugar a tu favor. Los tipos se creen que vas a ser una mierda y entonces se sorprenden. Se me ha acercado mucha gente que me dice: ‘¡Guau, no sabía que eras tan bueno!’. Yo simplemente me río, porque nunca tuve la necesidad de ser tomado en serio, ni ahora ni en mi carrera como cantante”.
Tampoco le preocupa que lo consideren demasiado viejo para incendiar las pistas. Y tiene argumentos para defenderse: “¿Alguien puede mencionar algún gran Dj de menos de 20? Esta idea de que la gente joven tiene el monopolio de la creatividad y de lo cool es pura mierda. La escena pop actual demuestra mejor que nada que la gente joven no es cool. Pienso que es un tiempo aterrador para la cultura juvenil. Y la música dance, de algún modo, es como la música pop, aunque pretenda ser más creíble. Como Dj y como alguien involucrado con la música dance, elegís qué vas a apoyar. Prefiero poner discos de un tipo de Maidstone que algo obvio que realmente no me interesa”.
Aunque parezca un contrasentido, entre las cosas que no le interesan a George está hacer su set en clubes gay del Reino Unido. “Allí tienen sus propios Dj’s y su sonido. Si no tocás la música que les gusta, no reaccionan. En mis viajes por el país y el mundo descubrí que hay una actitud de mayor apertura, lo cual es irónico porque todo el mundo dice que la cultura gay comenzó con la música dance. Pero descubrí que si voy a un club hetero del norte, puedo salir adelante más fácilmente. Las pocas veces que toqué en clubes gay de Londres, me odiaron: veía a la gente parada, sus brazos cruzados, como si estuviera amamantando. Si voy a un club hetero, la gente reacciona mejor. De algún modo, me siento más especial en clubes así, incluso cuando no estoy trabajando. No soy el homosexual típico: no tengo un gran cuerpo, no soy joven ni tomo esteroides. Eso sí, las drag queens me aman y me encanta tocar para ellas. Después de todo, soy la abuela de las drag queens.”

Has recorrido un largo camino I

- Con Jane’s Addiction le cambió la cara al rock de los Estados Unidos: su mezcla de metal, punk y sonidos colgados sedujo a los sellos multinacionales y creó las condiciones para la fundación de la Nación Alternativa. Además, los discos Nothing’s Shocking y Ritual de lo habitual ya tienen un lugar en la lista de clásicos de todos los tiempos.
- Nació como Perry Bernstein en Nueva York, en marzo de 1959. Su primera banda, Psi Com, no llegó a grabar. Entonces armó Jane’s Addiction con el guitarrista Dave Navarro, el bajista Eric Avery y el baterista Stephen Perkins. En una época en que todos lucían bien machitos, los muchachos se besaban sobre el escenario y Farrell solía salir a cantar vestido de mujer. Osado.
- Desde 1991, en los estertores de JA, Farrell ideó y regenteó el festival itinerante que terminó de consolidar el ascenso del under: Lollapalooza. Y con notable clarividencia, supo retirarse a tiempo cuando el festival comenzaba a carecer de sentido conceptual. Organizó ENIT, una fiesta global que mezclaba rock y electrónica, pero no le fue bien. Ahora está involucrado con Jubilee 2000, la organización pro-condonación de deuda externa de los países pobres en la que también milita Bono.
- Perry siempre fue muy abierto para hablar de su uso de drogas (que complicó la vida de JA), pero anunció haberlas abandonado en 1998, cuando se convirtió en padre. ¿Hay que creerle?

 

Boy George
lPerry Farrell parece haber recuperado la pasión que solía transmitir en los tiempos de Jane’s Addiction, la banda que anunció el advenimiento de la palabra “alternativo” como santo y seña de credibilidad rocker en los años ‘90. Sólo que ahora, en lugar de concentrar su energía en organizar Lollapalooza y en aquellas performances incendiarias con la adicción de Juana, abre su famosa bocota para hablar de la cultura dance, Dj’s, tecnología digital y grupos electrónicos. Es que Farrell tuvo una epifanía viendo en vivo a Orbital. “Escuchaba sonidos que no estaba ni cerca de producir”, le confesó hace poco a la revista BMP. “A fines de los ‘90 fui a Israel, donde estaba involucrado en la organización de una gran fiesta. Teníamos a Run DMC, a Dieselboy y a los Chemical Brothers. Cuando volví a casa, mi interés simplemente empezó a inclinarse hacia la música electrónica. Como músico, cuando escuchás sonidos o formas de hacer música que nunca escuchaste antes, tu sed de conocimiento te fuerza a intentar descubrir qué están haciendo quienes los producen. Una vez que descubrí que hacían, me di cuenta de que la única forma de reproducirlo o de mejorar o de involucrarme en esta completa revolución sonora era ensuciarme las manos y abandonar todo lo que estaba haciendo. Lo que estaba haciendo era una hermosa faceta de la música, pero con la tecnología le aparece todo un costado nuevo. Las posibilidades son muchísimo mayores que con nuestra vieja música acústica y analógica.”
El cantante y flamante Dj larga una de esas frases fuertes a las que es afecto: “Lo analógico no puede compararse con lo digital. Lo digital es una mejora. No importa lo que pueda decir la gente. Dirán que es más ‘cálido’... ¡Las pelotas! Hemos dado un salto y hay que aceptarlo”. Farrell tampoco está convencido de que los dos mundos puedan congeniar. “He visto a Goldie, a Kier y a Tricky usar instrumentistas en vivo, y es bastante bueno, pero honestamente, los mejores sonidos que escuché son sólo de Dj, porque son inmaculados.”
De todos modos, Farrell continúa pensando que la voz humana es importante en la música. “Los Dj’s deberían usar más voces”, afirma. “El alborozo es cantar y bailar, así que si excluís el canto, hay una parte de nuestro disfrute que no se dispara. La diferencia entre nosotros y los animales es que el hombre tiene la capacidad de evocar. Por eso es importante estudiar a través de la lectura y cantar las palabras de poder, el nombre de Dios. Esas cosas realmente funcionan. Si no evocás, hay una parte de vos que no se usa, pero que cuando se usa crea júbilo y éxtasis. No digo que tenga que haber letras, simplemente algo que te haga sacar tu voz. Así que ayudaría que pusieran algunas voces en la música para que uno pueda corear.” Ayudaría, asegura el cantante, a que el dance no sea considerado descartable, como él mismo solía pensar. “Creo que si esta música tuviera más voces, tu memoria podría identificarse con ella y la convertiría en tu compañía. Cuando esta música se convierte en tu compañera, entonces son viejos amigos y tenés recuerdos, y eso se torna simbólico de tu generación y tu tiempo.”
Para evitar confusiones, el loco Perry aclara que no está interesado en la música electrónica en general sino en el dance. “Siento que el dance salvará nuestras vidas”, vocifera, una vez más sin medias tintas. “Aquellos que no bailan, carecen de balance emocional y se enferman. Hay algo que aprendí hace poco: la matriz de la mente, la capacidad organizativa de la mente, se fortalece trabajando como Dj. Porque lo que hacés, unir los beats, es algo que, si lo hacés todas las mañanas como forma de meditación (y estoy seguro de que todos los Dj’s lo hacen), también te da una capacidad social. Estudio emocionalmente a la gente y veo que a veces voy demasiado rápido, así que debo bajar mis beats o hacer un hermoso fade. A veces también querés hacer un quiebre. Todos pueden funcionar, pero yo amo las transiciones serenas. Así que muchas veces a lo largo del día me digo: ‘Unir beats, unir beats’, pero estoy haciéndolo en lo social. Por ejemplo, si estoy apurado, tengo que relajarme. Incluso cuando estás frente a las bandejas, buena parte del ejercicio es relajarse.” Según él, un buen disco con un mal Dj es una fórmula que no funciona, aunque él creyó lo contrario durante mucho tiempo. Incluso, no prestaba demasiada atención cuando le decían que debía aprender a emparejar los beats. “Crecí en los ‘60 y los ‘70, y en esos días el Dj simplemente seleccionaba las canciones que le gustaban a la gente. Pero ser Dj es una forma de arte, una maravillosa forma de arte. Tenés que buscar los discos que funcionan bien juntos, que pueden unirse, y hay diferentes señales temporales que se aplican. En otras palabras, si lo ves meditativamente como un triángulo, una pirámide, tenés los dos discos, pero el punto focal está en el centro. Esos dos discos se convierten en un tercero y es ahí donde entra el arte. Podés meter y sacar cosas constantemente, casar dos canciones para producir una tercera. Allí está la belleza del Dj.”
Para quienes rechazan vehementemente la idea de que los Dj’s tocan, el ¿ex rockero? Farrell también tiene unas palabras. “Yo toco instrumentos llamados bandeja y mezcladora, y son algo serio. Suena tan puro y cohesivo que entonces tenés una nueva canción y nadie sabe dónde está la costura. Ahora quiero irme a casa y hacer una canción que pueda funcionar con esta otra gran canción, así que estoy produciendo, mis oídos están abiertos y he vislumbrado las posibilidades. Estas nuevas posibilidades realmente aparecieron en el momento en que las dos sonaban juntas y eso es algo importante. Es experimentación, es laboratorio, es algo bueno.”

Has recorrido un largo camino II

- Durante los años ‘80, su imagen travestida provocaba a la moral media británica, y enloquecía –vía una incipiente MTV– a jóvenes de todo el mundo que, sin necesidad de identificarse con la sexualidad del cantante, sí se sentían representados por las pegajosas canciones de Culture Club.
- George O’Dowd –tal su verdadero nombre– nació en Kent, Inglaterra, en 1961. Admirador de Bowie etapa-glam, comenzó a mezclar ropas y peinados femeninos y masculinos. Malcolm Mac Laren, siempre atento, lo incluyó en el grupo Bow Wow Wow, una banda new wave que produjo. Al poco tiempo, Boy George se fue y armó Culture Club, su propio proyecto.
- “Karma Chameleon”, el primer single de Colour by Numbers (1983), llegó al número 1 en Inglaterra y EE.UU. El cantante se convirtió en la estrella andrógina de la época, pero el sueño duró poco. Empezó a tener problemas con su pareja, el baterista Jon Moss, y se hizo adicto a la heroína. Al poco tiempo, el tecladista Michael Rudetski murió de sobredosis.
-En 1987, después de rehabilitarse, George sacó su primer álbum solista, Sold, que funcionó bastante bien en Inglaterra, pero fue ignorado en Estados Unidos. Sus siguientes esfuerzos tuvieron todavía menos eco. En 1992 volvió a tener un moderado éxito con la canción de la película El juego de las lágrimas. Seis años más tarde volvió a juntar a los Culture Club para una gira. Siempre un nuevo regreso está latente.

 

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consejos para rockeros dispuestos a convertirse

Por Diego Ro-K

1 Nunca tirar los vinilos.
2 Tirar los CD’s.
3 Hacerse amigo de un Dj.
4 Bailar en discotecas/clubs.
5 Cambiar el tetra por una bebida energizante.
6 Vender armónicas, toc tocs, triángulos y guitarras.
7 Hacerse de una computadora.
8 Llamar a Pappo y decirle que él también puede hacerlo.