El mismo día que desalojaron a ocho mujeres mapuches en Villa Mascardi, en Catamarca otra mujer con sus dos hijes era desalojada de su casa en medio de la noche. Las sacaron de la cama por un problema de tierras, en un ex asentamiento conocido como Loteo Parque Sur, sin orden judicial. Las nenas de uno y cuatro años fueron trasladadas a la cama de su vecina para poder seguir durmiendo.

La vulneración de los derechos humanos contra las mujeres en el país sigue siendo sistemática. Esa violación parte de la raíz de las instituciones que hoy nos gobiernan.

Mientras en estos días se está realizando en San Luis un nuevo encuentro, ahora plurinacional, de mujeres en el que se debaten cuestiones que seguramente tardarán décadas en establecerse como derechos concretos, todavía tenemos que escuchar como con total naturalidad, Aníbal Fernández, funcionario del proyecto de gobierno, calificó al operativo como exitoso porque las mujeres mapuches no sufrieron “ni un rasguño”. Acaso debiéramos agradecerle.

A la ahora exministra de Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, los hechos le resultaron “incompatibles con los derechos que defiende”. Es de suponer que se refiere a los de la Comunidad Mapuche -por su militancia ulterior-, y también a los de las mujeres.

En Catamarca no se escuchó ninguna voz oficial de ninguna de todas las estructuras del Gobierno nacional o provincial, creadas para defender derechos de las mujeres, en relación con el desalojo del jueves.

Una Justicia sin perspectiva de género, de infancia, y de vulnerabilidad. Leyes y garantías constitucionales que no se cumplen. Patrones que se repiten en la violación de derechos que atraviesan mujeres de la Argentina todos los días sin que nadie renuncie ni diga nada.

La lucha de mujeres de la Argentina por la libre determinación de sus cuerpos y otros derechos es paradigma de estudio en muchas partes del mundo. El Movimiento Ni una Menos, o la contundencia de los pañuelos verdes inspiró a mujeres de distintas generaciones y nacionalidades.

Esa misma contundencia fue la que llevó a la política de la mayoría de las provincias del país a crear sus estructuras “de género”, diversidad, mujeres. En esta nueva era, separadas de las áreas de niñez a las que siempre estuvieron ligadas por un mandato de cuidado que históricamente recayó sobre las mujeres.

Esa creación es saludable. Pero la realidad exige hoy, por parte de quienes ocupan esos espacios en la estructura del Estado, muestras de la misma contundencia que debieron oponer las mujeres que lograron que la política de una vez por todas las mire.

Con o sin progresismo, en la izquierda o en la derecha, haría falta un retroceso democrático grave para que alguien se atreva en la Argentina a disolver estas estructuras. Pero ¿cuál es el rol que se requiere hoy de una Secretaría o Ministerio de mujeres?

En La Rioja, la secretaría de la Mujer y Diversidad asumió la querella del caso contra un ginecólogo de la Salud Pública acusado de abuso. Sin dudas un gesto a la altura de las circunstancias en la misma provincia en la que la Justicia ha dado muestras de falta de perspectiva de derechos humanos, por mencionar un ejemplo, con en el caso Arcoiris.

La función pública no es un trabajo fácil ni amigable. Hay gente mezquina y mediocre, pero también hay gente preparada y con convicciones, para suerte de les votantes. No es estimulante estar en un lugar en el que no se puede hacer nada ante la falta de perspectiva, pero las mujeres necesitamos de otras mujeres en espacios de poder que se la jueguen. Que se animen a hacer una denuncia cuando las mujeres por las que velan derechos no puedan hacerlo. Que se la jueguen para decir qué pasó o por qué; sin abandonar el barco.

La dimisión de Gómez Alcorta -puede interpretarse-, obedece más a su conocido rol en la defensa de los pueblos originarios del sur por el conflicto territorial. ¿En dónde queda la defensa de las mujeres desalojadas en otras partes del país?

Las mujeres en las calles, en sus casas, merecemos respuestas de las funcionarias que llegaron ahí gracias al movimiento: si no, no alcanza.