El primer ministro del Líbano, Saad Hariri, volvió a criticar ayer al grupo chiíta libanés Hezbolá, apoyado por Irán, y advirtió que no aceptará una alteración en las relaciones de los países árabes, según un comunicado de su oficina de prensa. “No aceptaremos las posturas de Hezbolá que afecten a nuestros hermanos árabes o que atenten a su seguridad y estabilidad”, declaró Hariri tras recibir a los representantes del Consejo Islámico sunnita. “Somos moderados”, subrayó.

Se trata de la primera vez en la que el político de 47 años se refiere directamente a Hezbolá desde su regreso al Líbano, tras anunciar su misteriosa dimisión el pasado 4 de noviembre desde Arabia Saudita por las supuestas “injerencias” de Irán en Medio Oriente y en su país, a través de ese grupo chiíta. Hezbollah, socio del gobierno de coalición encabezado por Hariri, tiene combatientes en Siria que luchan junto a las tropas del presidente Bashar al Assad, pero la monarquía de Arabia Saudita acusa a Irán de haber enviado también efectivos a Yemen y Bahréin, algo que el grupo chiita libanés rechaza.

Para Hariri, el Líbano se ha convertido “en la caja de resonancia de la guerra fría” entre Riad y Teherán. Si bien en un principio el jefe del gobierno libanés se refugió en el reino sunnita por “motivos de seguridad” por temer un posible atentado contra su persona, finalmente regresó esta semana a Beirut y decidió suspender su renuncia por petición del presidente del Líbano, Michel Aoun.

Algunas fuerzas políticas libanesas acusaron a Arabia Saudita de orquestar la dimisión de Hariri y retenerlo en Riad contra su voluntad, como parte de su creciente pugna con Irán y Hezbollah por la influencia en Siria y la región. La crisis fue desbloqueada gracias a la mediación del presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien logró sacar a Hariri de Arabia Saudita durante varios días y llevarlo a París, donde mantuvo reuniones y discusiones sobre la crisis en su país.