El Gobierno hizo de la reducción del déficit fiscal una bandera. Sin embargo, en lugar de reducirlo lo incrementó. El déficit de cuenta corriente alcanzó, por su parte, niveles record. La toma de deuda externa actúa como parche ante ambos desbalances, pero es una solución temporal que potencia esos problemas. El gabinete económico celebró haber “sobrecumplido” la meta de déficit fiscal de 4,2 por ciento del PBI para 2017, al concluir el año con un déficit de 3,9 por ciento. Paradójicamente esta cifra es más elevada que la registrada en 2015 (3,8 por ciento). Además al referirse al déficit fiscal el gobierno se limita a mencionar el déficit primario, que excluye los pagos de intereses de deuda. Si incluimos esta partida llegamos al déficit financiero, una magnitud decididamente más relevante para la economía. El mismo se incrementó de 5,2 a 6,1 por ciento en los dos primeros años de gestión Cambiemos producto del crecimiento acelerado de los intereses de deuda.

Es la propia política económica del Gobierno la que impacta negativamente en el déficit fiscal. Por el lado de los ingresos por las reducciones de impuestos ya realizadas y las previstas por la reforma tributaria. Una vez que la reforma sea aplicada en su totalidad implicará una menor recaudación por un monto equivalente al 2,48 por ciento del PBI. Por el lado de los gastos, el déficit se agrava por la acumulación de intereses derivada del endeudamiento. Fijar un objetivo sobre el déficit primario y dejar crecer el financiero no es una mera cuestión técnica, implican que la política de austeridad y mesura fiscal se aplican para gastos sociales pero no sobre los intereses de la deuda pública.

Al analizar la cuenta corriente también encontramos un deterioro. Según el Indec el déficit de cuenta corriente solo en los primeros tres trimestres de 2017 acumula un récord histórico 22.476 millones de dólares que ya superó el peor resultado de cualquier año completo de la historia. En términos de PBI se trata de un déficit de -4,4 por ciento, que supera ampliamente al 2,8 por ciento de 2015.

El Gobierno sostiene que este déficit de cuenta corriente no es un problema ya que es una consecuencia natural del cambio de modelo económico: se estaría pasando de un modelo basado en el consumo a uno basado en la inversión, lo que requiere mayores compras de máquinas y herramientas que son bienes principalmente importados.

Los números desmienten la explicación oficial que justifica el déficit de cuenta corriente como un subproducto del cambio de un modelo tirado por consumo a uno por inversión. Los bienes que se utilizan para la producción en estos dos años pasaron de una participación en el total importado de 71,3 a 68,3 por ciento. En cambio los vehículos automotores y los bienes de consumo incrementaron su incidencia de 16,9 a 22,8 por ciento. Es decir que en el flanco comercial la mayor salida de divisas viene dada por la apertura importadora que sustituye producción local. Asimismo hay otros dos factores muy relevantes para explicar el crecimiento del déficit de cuenta corriente: el saldo de servicios, en particular turismo, y el pago de intereses de deuda externa.

La deuda externa cumple así un doble rol. Por un lado es utilizada por el tesoro nacional y las provincias para financiar sus gastos. De esta manera se genera un ingreso de dólares a la economía que permite satisfacer la enorme demanda de divisas desatada por la apertura importadora y la desregulación financiera. En solo dos años se comprometió deuda externa por 97.000 millones de dólares convirtiendo a la Argentina en el país emergente que más crédito tomó en este periodo en todo el mundo.

¿Qué hay más allá de estos números? en el frente fiscal nos encontramos con un gobierno que quiere reducir el déficit fiscal a la par que reduce impuestos a los sectores empresariales e incrementa el gasto en intereses de la deuda. El ajuste inevitablemente recae entonces sobre jubilaciones, subsidios y otras partidas de gasto social. En el frente externo se observa un elevado ingreso de divisas para financiar el déficit de cuenta corriente por la vía del endeudamiento. Pero esta deuda no tiene como destino inversiones productivas que amplíen la capacidad de repago ya que el 75 por ciento de estos ingresos se fueron en partidas no productivas (fuga de capitales, turismo, intereses y remisión de utilidades). Por lo tanto la acumulación de intereses de la deuda externa contribuye a incrementar el déficit de cuenta corriente y expone cada vez más al país a una crisis del sector externo. Nuestra historia no cuenta con buenos antecedentes en procesos similares.

* Economistas. Miembros del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas.