CONTRATAPA

Seamos civilizados

Por Enrique Medina

El mayorista en artículos de limpieza no lo puede creer, se rasca la pelada, quita el sudor con un pañuelo, echa la ceniza en el cenicero, mira a los costados tratando de verificar de que sí, efectivamente, hay gente cerca y aunque éste no es su barrio la diferencia con el suyo no es mucha, por lo tanto los movimientos que le dan vida a este bar pertenecen a seres humanos como él, con un mismo idioma, un café, o una cerveza y charlan sobre fútbol y política o leen el diario, o esperan a un amigo o a una mujer. Y también hay un televisor colgado de la pared prendido en el canal Crónica, donde un periodista habla pero no se le escucha. O el volumen está bajo, o los clientes del bar hablan fuerte, o él inesperadamente se ha quedado sordo. Vuelve a mirar al hombre de bigotes y anteojos negros que está con él en la misma mesa y se da cuenta de que le está hablando, pero no lo oye. Así que hace un esfuerzo para salir de esta confusión y comportarse normalmente, normalmente de acuerdo con las circunstancias, y actuar con lógica y entender que es sabia verdad aquello de que lo que no sucede en mil años puede suceder en un segundo. Y retrocede un segundo, unos minutos, retrocede en las secuencias de su vida para encontrarse, para volver al punto en el que aún tenía control sobre las cosas y preveía sus pasos a seguir. Recapacita y se palpa: soy yo, con DNI, familia, amante a la que acabo de visitar, auto comprado cash al que iba a entrar cuando una pistola me hizo cruzar la vereda y entrar al bar. Sí, esto me pasa a mí, se dice el mayorista en artículos de limpieza, haciéndose cargo del planteo que le ha hecho el hombre de bigotes y anteojos oscuros.
–... No puedo creer esto... no puedo creer que...
–Mire... ¿Cómo decirle?... Vea, esto es como jugar al ajedrez, ¿entiende? Los grandes campeones, cuando ven que la partida está perdida voltean el rey sin perder la dignidad. Entiendo que esté algo desorientado, pero usted sabe, no la podemos hacer larga, la cosa es así y punto. Mire, hablemos honestamente, yo no le voy a decir que usted me cae bien ni mal, usted sencillamente es una cosa que me da un beneficio. Usted existe para mí porque me es útil, nada más. Yo igual que usted estoy luchando por la vida, pero a usted eso le importa un pito. Vea, tengo familia, hijos que alimentar y pagarles los estudios, también tengo una amante. Vea: no nos gusta la violencia, nosotros somos distintos, somos gente civilizada, explicamos nuestro procedimiento para que la gente se quede tranquila y sepa que mientras acepte las reglas del juego no hay nada que temer, ¿me entiende? Además, le repito, nuestro trabajo incluye garantía y mantenimiento, nosotros le llamamos mantenimiento, otros le dicen control o inteligencia, en fin, usted se queda tranquilo por un largo tiempo, uno o dos años, usted sabe, la garantía depende de la cantidad que usted aporte. Si arreglamos una suma adecuada, bueno, pueden ser hasta dos años de tranquilidad. Ahora, si la suma es floja, bueno, se acorta la garantía. Usted tiene que ver esto como una inversión, el mantenimiento no cambia, es el mismo, usted se queda tranquilo.
–¿Qué es el mantenimiento?
–La seguridad que usted tiene de que durante el tiempo que dure la garantía absolutamente nadie lo secuestrará ni le pedirá extra ni nada. Y cuando le digo absolutamente nadie quiero decir que cuidamos que ningún despistado quiera hacerse el vivo y puentearnos ¿entiende? Nosotros somos gente seria, no nos gusta hacer un escándalo de algo normal, ni asustar a nadie, vea el culebrón que hacen con el Corcho y la Susanita, y el Negro Sombra. ¿Por qué estos bochornos?... ¡Porque no se habla con la gente! En cambio nosotros hablamos con la gente, civilizadamente, ¿por qué voy a venir yo con violencia y llevarme a su hija o a su mujer o a su mami y hacer de algo simple un gran bolonqui? ¿Entiende? Ah, un consejo, sin ofenderlo, se lo digo como padre: cuidado con la nena ¿eh?, le digo: su hija está saliendo con un tipo mayor y ella es la que paga el telo... ¿Me sigue?... Eso es grave, ajústele las clavijas antes que se acostumbre a mantener vivos. A su mujer no la tenemos en cuenta porque si la llevamos sabemos que le haríamos un favor a usted, ja, es un chiste, no se moleste. Ahora, en serio, ¿para qué voy a encerrar en un sótano a su madre, pobre mujer que cumple años dentro de veinte días, y mandarle un dedo o la dentadura postiza como prueba, si podemos hablar civilizadamente? Y evitamos todo ese zafarrancho en los diarios y la tevé y que la gente piense que por algo habrá sido, ¿entiende? Somos civilizados. Mire, hasta en algunos casos, que no es el suyo, claro, hasta arreglamos en cuotas...

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