CULTURA › ARTISTAS QUE VIVIERON EN DEMOCRACIA

Una primavera bien entendida y que nació en democracia

Convocan a jóvenes artistas menores de 21 años a participar
de una muestra multidisciplinaria. Algunos participantes.

 Por Oscar Ranzani

La joven escritora Laura Caniggia sólo tiene un parentesco muy lejano con el ex jugador de fútbol. Al igual que el pájaro, su imaginación vuela para construir narraciones. Sus 21 años están marcados por dos historias: forma parte de la generación de jóvenes que tienen el privilegio de haber vivido toda su vida en una democracia sin interrupciones y, por otro lado, nació el 15 de diciembre de 1983, el mismo día que en la Argentina se constituía la Comisión Nacional sobre Desaparación de Personas (Conadep). A pesar de que Laura no tiene familiares desaparecidos, esa fecha funciona como una caja de resonancia a nivel simbólico y el tema de la dictadura es recurrente a la hora de escribir. Para la muestra 21 primaveras en democracia, organizada por la Fundación Libertarte (ver recuadro), está escribiendo una novela justamente que aborda esta temática. “Es una novela corta. La historia es sobre una chica que tiene 21 años y un chico de 30 que son los protagonistas principales. Está situada en la actualidad y parte de la muerte del papá de ella, un militante que tuvo bastante presencia del década del ’70”, explica Laura. “Trata de profundizar en lo que dejó la dictadura en la estructura social y en los jóvenes de ahora cruzado con los jóvenes de antes”, agrega la estudiante de periodismo y de ciencia política que reconoce que el primer libro que leyó en su vida es nada menos que el Nunca más.
¿Qué significa haber vivido toda su vida en democracia? El joven Facundo Zorzoli, escultor de alma, tiene su respuesta meditada hace tiempo: “Yo aprecio la libertad de poder elegir lo que uno quiere hacer y cómo hacerlo. Pero asimismo faltan muchísimas cosas. No es conformarse con eso porque se ven chicos pidiendo plata en la calle o juntando cartones en vez de estar jugando como deberían”, le cuenta a Página/12. Facundo estudió dos años como escultor con un profesor y pasó dos años por la Escuela Manuel Belgrano de Bellas Artes. Mientras espera una oportunidad para armar sus propio taller, se gana la vida como empleado de un videoclub para sortear los gastos de materia prima para las obras plásticas. Actualmente está trabajando con modelado de arcilla. “A lo que hice es muy difícil ponerle un nombre o calificarlo”, explica el joven artista plástico. “Son unas cabezas pero bastante particulares. No son humanas ni cabezas figurativas académicas. Son bastante personales”, detalla sobre la propuesta que presentará. “La cabeza la tomo como un símbolo de sueños, de desdichas, de felicidades de la persona en sí misma. No orgánicamente”, cuenta. A partir de eso, “hay distintos planteos estéticos que aluden a un mensaje particular. Cada una apunta a un lugar distinto. Hay una que está dividida a la mitad con una costura que las une: una mitad es blanca y la otra es negra. Alude a las contradicciones del hombre. Hay otras en las que hice escaleras que llegan al interior de la cabeza y es como una manera de caminar a descubrirse uno mismo, de lo que somos”. Para Facundo, la idea de hacer estas esculturas “surge viviendo”.
El estudiante de cine Damián Turkieh pensó en hacer un corto sobre su hermano que padece esquizofrenia como una manera de luchar contra el estigma social que muchas veces se traduce en un acto de discriminación a las personas sufrientes mentales. “Estoy en contra de la estereotipación de ese tipo de enfermedades”, opina Damián. “Más que nada cómo se ven algunos otros relatos audiovisuales como, por ejemplo, Una mente brillante, donde se trata a la esquizofrenia totalmente estereotipada y con cosas que no son tan así”, agrega el estudiante de la FUC. A la vez, Damián espera que, a partir de este corto, la idea también “es conocer más a mi hermano y, a la vez, que él también se conozca más y que lo pueda conocer y entender otra gente. Es mostrar a un ser humano querido”, cuenta sin dudar. Antes de entrar a la FUC, Damián estudió la tecnicatura de sonido y grabación en la Universidad de Lanús y sus trabajos previos refieren más a la ficción y a lo experimental. Damián es otro de los jóvenes que conoció a la democracia en la cuna. “Significa igualdad entre todos, cosas que no sé hasta dónde se da aunque se da más que antes. Pero mejor que los milicos, seguro”, asevera.

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Convocatoria para la generación más afortunada.
 
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