Racing pudo sonreír. Gracias a un cabezazo de Matías Martínez, el equipo de Llop le ganó 1-0 a San Lorenzo y cambió la cara tras el clásico del sábado. Los de Boedo mostraron una imagen más que pálida, aunque tuvieron muchísimas ausencias.

Es cierto. El partido no invitaba demasiado al entusiasmo. Plena pretemporada, dos reservas apenas reforzadas, jugadores con mucha inactividad. Pero en la cancha, San Lorenzo y Racing se encargaron en el primer tiempo de armar un partido peor de lo que nadie se hubiese imaginado. Muchas imprecisiones en la mitad de la cancha, poca audacia en los equipos y ninguna individualidad que se saliera del libreto conformaron un combo insoportable para el poquísimo público que se acercó al Minella de Mar del Plata.

En ese panorama, la cuenta de llegadas apenas dio una por lado. Para el equipo de Avellaneda, la única ocasión surgió con un anticipo ofensivo de Sánchez Sotelo que murió cerca del palo derecha de Centeno. Del lado del conjunto de Russo, una aparición por el segundo palo de Voboril, que remató alto y desviado, fue el aporte ofensivo más productivo.

No hubo demasiados cambios en la segunda mitad. Sin embargo, Racing se soltó un poquito. Con el adelantamiento de sus volantes y con el empuje de Franco Sosa, la Academia logró predominar en el desarrollo, sin generar mucho peligro, pero mejorando notablemente la imagen dejada ante Independiente. Lo de San Lorenzo nunca cambió. El esquema que inventó Russo no funcionó para nada: su equipo no se defendió bien, perdió en la mitad de la cancha y adelante no tuvo peso ofensivo. Claro que más allá del planteo, ninguno de sus futbolistas generó nada como para modificar el panorama, salvo un zurdazo de Reynoso que se estrelló en el travesaño.

Por más que parecía que el empate estaba clavado, Racing buscó la victoria. Y esta vez, la encontró. Falcón envió un centro pasado en un tiro libre y Matías Martínez metió un soberbio cabezazo que dejó sin chances a Centeno. Así Racing se aferró a la victoria y por fin pudo regalarse una sonrisa.