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Con dos goles en los últimos cinco minutos, la Selección Argentina dio vuelta el partido y venció 3-2 a Uruguay, en Florencia. El equipo argentino, conformado casi íntegramente por las figuras que actúan en Europa, cambió la cara cuando ingresaron “pibes” como D’Alessandro y Saviola, y terminó definiendo a su favor un partido que no había comenzado nada bien. La hinchada argentina, mucho más numerosa, se hizo notar durante todo el encuentro, alentando a la Selección con cantos, bombos y banderas, a pesar de que la asistencia de poco más de 3 mil personas no era la adecuada para un partido de esta envergadura.
A sólo cuatro minutos de comenzado el encuentro, el ataque uruguayo coordinó una combinación en la que Chevantón habilitó a Forlán que, en el eje, casi entrando al área, definió con clase ante la salida de Cavallero. Los uruguayos –donde al equipo que había empatado 2-2 con la Argentina en La Plata le sumaban algunos “extranjeros” como Forlán o Recoba– siguieron siendo más agresivos, perdiendo un par de oportunidades seguidas, mientras el equipo argentino trataba de reaccionar.
Después de algunos minutos, la Selección comenzó a jugar mejor, haciendo pases cortos, con Verón y Aimar buscándose. Al cuarto de hora se perdió el empate por poco, cuando un disparo pasó junto al palo izquierdo de Munúa y enseguida fue el turno de Crespo de cabeza, tras un rebote en el arquero, que rechazó un disparo de Milito. Después Aimar la tiró por arriba del travesaño.
Argentina siguió tratando mejor la pelota, con muchas triangulaciones, copó el mediocampo y presionó más. Uruguay empezó a perder el balón con facilidad. Pero se perdió la segunda conquista tras un centro de tiro libre de Recoba que cabeceó Abreu y dio en el palo derecho de Cavallero.
Antes del entretiempo llegó el empate. Una falta de Regueiro sobre Crespo afuera del área fue rematada de derecha de manera impecable por Verón, ante la impotencia de Munúa. El resultado se ajustaba a lo visto dentro del campo de juego.
Recién comenzada la segunda parte se lo perdió Chevantón, tirando la pelota afuera contra el segundo palo, y enseguida fue Verón el que se lo perdió. Entonces, Uruguay parecía mejor armado y motivado, y el recién entrado Ligüera logró el segundo gol charrúa colocando con suavidad el balón con la derecha sobre la izquierda de Cavallero, tras pase de Abreu.
Ambos técnicos, Bielsa y Carrasco, realizaron cambios para dar oxígeno y más agresividad a sus equipos, pero si en la Argentina las variantes refrescaron el rendimiento, en cambio perder figuras como Chevantón y Forlán resintieron el ataque uruguayo.
La valla uruguaya se salvaría milagrosamente tras varios rebotes que terminaron con un disparo de Aimar. Munúa le taparía otro remate a Zanetti, y luego sería el turno de Crespo de perderse el empate.
A cuatro minutos del final, sobre la izquierda, D’Alessandro tocó corto para el Kili González y éste lo habilitó con un taco preciso. El ex River picó al vacío y tiró un centro impecable que Samuel, lanzándose en palomita, clavó contra un palo, de manera cruzada.
El empate era justo, pero quedaban por jugarse unos minutos y, esta vez por derecha, Saviola y D’Alessandro combinaron y el volante sorprendió con un remate cruzado, que se convirtió en el gol de la victoria de un partido muy disputado, pero sin alto nivel, que premió la mayor solidez del mediocampo argentino, aunque los celestes fueran más incisivos, con grandes momentos de Recoba y Forlán. Pero ese relieve no pudo impedir que, tras seis partidos sin conocer la derrota, el técnico Juan Ramón Carrasco perdiera su invicto.