La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo ayer que, como jefa de Estado del país anfitrión del Mundial, se ve obligada a mantener el “fair play” y que por ello no hinchará mañana ni por Argentina ni por Alemania. “Tengo que ser absolutamente neutral”, explicó Rousseff en un encuentro con corresponsales extranjeros, celebrado en el Palacio de la Alvorada, su residencia oficial en Brasilia.

Aunque se le preguntó sobre el asunto por activa y por pasiva, la presidenta no dio el brazo a torcer y no aportó ninguna pista sobre sus preferencias para una final en la que estará ausente Brasil, eliminado por una soberbia Alemania que lo goleó 7-1 en semifinales.

Consciente de que la rivalidad histórica entre Argentina y Brasil lleva a muchos brasileños a hinchar por Alemania, Rousseff dijo que si mañana le tiene que entregar la Copa del Mundo al capitán argentino, Lionel Messi, sus compatriotas comprenderán.

“Los brasileños son muy maduros y saben que tenemos la misma obligación con todos los equipos”, declaró la presidenta, quien asistirá al partido, en el estadio Maracaná, junto a la canciller alemana Angela Merkel y otros diez jefes de Estado.

Rousseff explicó que la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, le escribió una “muy atenta carta” en la cual se excusó de asistir a la final, debido a que padece una faringolaringitis aguda severa.

En la cita con la prensa internacional estaba presente también el asesor de Rousseff para Asuntos Internacionales, Marco Aurélio García, quien no fue tan diplomático. “Yo sí que voy a hinchar por Argentina”, declaró.