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La vieja frase de Héctor Veira se hizo presente en el Nuevo Gasómetro. “El contragolpe ofensivo”, como alguna vez definió su manera ideal de jugar, apareció en el debut del entrenador de San Lorenzo para que su equipo venciera 1-0 a Vélez y lo dejara sin invicto. Un contraataque de dos toques definido por el juvenil Ezequiel Lavezzi sirvió para que la vieja mística retornara a Boedo.
Los dos llegaban muy motivados al encuentro. Por un lado, San Lorenzo traía la ilusión del inicio de un nuevo ciclo de Veira en el club, con todo lo que eso significa para la institución. Del otro, Vélez oponía su condición de líder y el invicto en el torneo. Por eso, los dos salieron, con sus armas, a tratar de imponer sus condiciones. Lo de San Lorenzo fue muy claro: mucha presión en la mitad de la cancha y salida rápida para la velocidad de los atacantes. Por el contrario, su rival apostó a la tenencia de la pelota para buscar el desequilibrio.
Con ese choque de estilos, el arranque se tornó parejo, con un ligero predominio por parte del equipo de Veira. Es que con la velocidad de Lavezzi y de Herrera, San Lorenzo lastimaba al fondo del conjunto de Liniers. De esa manera tuvo una chance inmejorable con una corrida del ex atacante de Estudiantes de Buenos Aires, que llegó al fondo y envió un centro para su compañero de ataque. Cuando Herrera se aprestaba a marcar el tanto, Bustamante llegó con lo justo para enviar la pelota al corner.
De a poco, Vélez fue encontrando mayor protagonismo, a partir de la habilidad de Batalla y de las subidas de Ladino por el lateral derecho. Así comenzó a inquietar un poco más a Ramírez. Pero en el mejor momento de Vélez, San Lorenzo golpeó con dureza. En una pelota detenida en contra, el equipo de Veira encontró la apertura del marcador. Barrientos recuperó la pelota en su propio terreno, recorrió cincuenta metros y habilitó a Lavezzi, que definió por un costado de la apresurada salida de Sessa.
Con la desventaja, Vélez se descompensó y ya no mostró una imagen tan convincente como hasta ese momento. Incluso, sólo pudo generar algo de peligro con las intervenciones de Valdemarín, pero el delantero estaba demasiado solo para resolver. Y para colmo, se mostraba ansioso. De esa forma dilapidó una gran ocasión cuando Batalla desbordó por la derecha y le metió un centro perfecto a la cabeza, pero Valdemarín cabeceó mal y permitió que Ramírez controlara sin inconvenientes. A medida que transcurrían los minutos, la inoperancia de Vélez llevaba a que San Lorenzo manejara el desarrollo sin muchos sobresaltos, e incluso que contara con algunas chances para aumentar.