DEPORTES › BOCA SE IMPUSO CON COMODIDAD 2-0 A RIVER EN EL PRIMER SUPERCLASICO DEL AÑO

Puso fútbol, pero se colgó del travesaño

No es paradójico. El equipo de Ischia derrotó a su tradicional adversario con muchos ratos de buen juego gracias a los tantos de Battaglia y Palermo, que se aprovechó del poste para convertir su gol de cabeza.

Boca se colgó del travesaño, pero estuvo cerca de bailar a River. No es una paradoja. El 2-0 del primer superclásico del año se definió por mayor holgura que lo que demuestra el marcador, ya que el equipo de Ischia controló el desarrollo a partir de que se colocó en ventaja con gol de Battaglia. Y la perlita fue el segundo tanto, en el que Palermo se aprovechó del poste para convertir.

La diferencia de actitud quedó marcada desde el comienzo. El pressing asfixiante y la dinámica que intentó imprimir River dejaron dos pautas claras para el partido: por un lado, positivo para el conjunto de Simeone, es que logró desconectar a Boca. Lo partió entre líneas y lo dejó sin juego. La contra estuvo es que ese desgaste lo llevó a cometer muchísimas infracciones, que le dieron aire a los dirigidos por Ischia.

Con el partido mano a mano, River era mejor. Ortega conducía y los otros atacantes insinuaban peligro cada vez que encaraban. Incluso, pudo ponerse en ventaja con un remate del capitán que devolvió Migliore. Pero a ese ritmo vertiginoso que tanto le convenía, era el propio River el que lo cortaba con constantes infracciones cada vez que perdía la pelota. Y de esa forma, le solucionaba dos problemas a su rival. El primero era bajarle la intensidad al dasarrollo. Y el segundo, otorgarle alguna chance de peligro a través de la pelota parada vía Riquelme, el único recurso que exhibía Boca como para inquietar a Carrizo.

Tan poco inteligente fue River para darse cuenta de ese inconveniente, que lo pagó con un gol. De una falta de Cabral a Palacio nació un centro que al punto del penal, donde Ba-ttaglia sacó un derechazo violento que superó a Carrizo. Obligado por el marcador, River perdió el dominio, más allá de una chance que Ortega desperdició con un remate alto.

Afianzado en la seguridad de Cáceres, Boca se sintió más cómodo dándole metros a su rival, para buscar el contraataque. Sin embargo, le faltó velocidad para aprovechar los espacios que dejaba un River lanzado. Pero otra vez, las faltas le jugaron en contra al conjunto de Simeone. En esta ocasión, Riquelme sorprendió con un remate desde muy lejos a Carrizo, que apenas alcanzó a desviar, pero Palermo, llegó, se colgó del travesaño y cabeceó para convertir el segundo gol.

Fue entonces cuando Boca encontró el partido. Porque Riquelme se hizo cargo de la conducción, manejó todos los tiempos y produjo el efecto contagio en sus compañeros. Bajo su ala, el equipo de Ischia empezó a tocar ante un desesperado River, que corría detrás del balón y, cuando lo recuperaba, sólo atinaba a meter pelotazos a dividir. Sobre el final, con empuje, River intentó reaccionar, pero generó muy poco. Con tranquilidad, Boca controló los tiempos, se llevó un triunfo tranquilo y hasta pudo lograr un gol más.

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Los socios del gol: Riquelme ejecutó el tiro libre, Palermo cabeceó el rebote que dio Carrizo.
 
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