DIALOGOS › EL HISTORIADOR ISRAELí RAANAN REIN REVELA UN COSTADO POCO EXPLORADO DEL JUSTICIALISMO

Los judíos del peronismo

El investigador vino a Buenos Aires a presentar Los muchachos judíos peronistas, un libro que rescata la voz de los judíos que formaron parte activa del peronismo. En esta entrevista explica que fueron muchos más que los que se cree y cuenta por qué fueron ocultados por la historiografía oficial sobre la comunidad judía argentina.

 Por Verónica Engler

Cuando llega a la entrevista dice “hoy es un día peronista”, y se ríe. Se refiere al día soleado y templado del invierno porteño que le ha tocado. La frase, aclara, fue acuñada por Luis Elías Sojit, un argentino de origen judío, que fue un cronista deportivo muy popular en las décadas del cuarenta y cincuenta. El historiador israelí Raanan Rein ya es un habitué de muchos reductos porteños, sobre todo de Villa Crespo, que es el barrio en el que generalmente se aloja cuando viene a Buenos Aires, al menos una vez al año.

Raanan Rein es uno de los investigadores extranjeros que más ha publicado sobre peronismo, en el último cuarto de siglo fueron más de veinte libros (en castellano), algunos en los que él ofició como compilador. Su derrotero, a esta altura, ya resulta bastante conocido para el público local: en realidad todo comenzó con la historia de España, especialmente la dictadura franquista, en sus años de estudio de pregrado. Y cuando tuvo que elegir tema para su tesis doctoral, optó por la relaciones entre España y Argentina durante la década peronista. Ese fue el germen, pero también en el inicio de su pasión por los temas de nuestro país está su esposa y colega, argentina ella. “Decidí trabajar sobre la historia argentina porque esta sociedad de inmigrantes, que siempre está en búsqueda de su identidad colectiva, me fascinó. Y como quería trabajar sobre la segunda mitad del siglo veinte, era casi imprescindible estudiar el fenómeno peronista”.

Desde que comenzó con sus investigaciones Rein se ha dedicado a derribar mitos en torno al peronismo: como el de la buena relación entre Perón y Franco, o el de la Argentina peronista como “refugio” de criminales nazis, o el del antisemitismo peronista o inclusive el de la relación directa de Perón con las masas. En esta ocasión Rein vino a Buenos Aires a presentar “Los muchachos judíos peronistas”, un libro en donde se propuso rescatar la voz de los judíos que formaron parte activa del peronismo, que no fueron tan pocos como hasta ahora hacía pensar la historiografía oficial sobre la comunidad judía argentina.

–¿Cómo surge esta investigación en la que usted se propone rebatir una idea muy difundida que indica una supuesta hostilidad de la comunidad judía hacia el peronismo?

–Yo me considero un historiador de la Argentina, no de los judíos en Argentina. Cuando trabajo sobre los judíos en este país los estudio como argentinos, mientras que los especialistas en historia judía piensan primero y sobre todo en los judíos en este país como judíos. Y por eso yo insisto en emplear el término argentinojudíos y no judíoargentinos. Y las mismas divisiones, los mismos conflictos, las rivalidades, la polarización que caracterizan a la sociedad argentina en su conjunto, se notan también entre los argentinojudíos. Lo que sucedió es que con el correr de los años me encontré con muchos testimonios acerca de la supuesta hostilidad de toda la comunidad judía hacia el peronismo. Pero al mismo tiempo, de vez en cuando, me encontré con comentarios del tipo: “éste que sí militaba en el primer peronismo”, “el otro sindicalista que estaba apoyando el justicialismo en sus inicios antes de la llegada de Perón al poder”, entonces no podía reconciliar esta imagen tan común acerca de la hostilidad judía hacia el peronismo. Por eso decidí volver a las fuentes, como hacen los historiadores, y busqué material acerca de argentinos judíos que apoyaban al peronismo en los años cuarenta y cincuenta. Ahora, debo aclarar al principio una cosa: la historiografía de las experiencias judías en Argentina padece de unas ausencias muy notables, porque se ha enfocado solamente en los judíos afiliados a las instituciones comunitarias. Sin embargo, la mayoría de los judíos en este país, como la mayoría de los judíos en Estados Unidos por ejemplo, nunca se han afiliado a las instituciones comunitarias, así que sabemos muy poco acerca de estos miles y miles de argentinos de origen judío, y de sus aportes en la esfera económica, social y cultural.

–¿Por qué no se quería hablar de la participación judía en el peronismo?

–A veces porque en las publicaciones comunitarias no se hacía mención a esta gente, alguna gente importante. Así que estuve buscando en documentación relacionada con el movimiento, con los intelectuales judíos en este país. Y de repente descubrí una gran variedad de individuos y grupos que sí apoyaban al peronismo, y que tenían un papel importante en la movilización del apoyo al peronismo o en la elaboración de la doctrina peronista. Y también me encontré con que todo el mundo, por diferentes motivos, prefería no hablar demasiado del aporte judío al movimiento peronista. Entre los judíos porque la comunidad organizada estaba dominada por sectores no afines al peronismo, y entre los peronistas algunos no se sentían cómodos en mencionar el apoyo judío a este movimiento popular. Si se observa, por ejemplo, los sindicatos de principios de los años cuarenta, el sindicato más importante del país de aquellos años fue la Unión Ferroviaria, cuyo secretario general era Rafael Kogan. El puso todo el peso de este sindicato, que era fuerte en el movimiento trabajador, para que apoyara al secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón. Pero yo no conozco casi ningún trabajo que mencione el papel de Rafael Kogan en esta movilización. En la rama de los metalúrgicos estaba Angel Perelman, que tenía su importancia. Y había otros judíos que tenían puestos clave en distintos sindicatos. No solamente apoyaban al peronismo, sino que trabajaban para movilizar el apoyo al naciente movimiento.

–Sucede lo mismo con los intelectuales argentinos judíos, ¿no?

–Sí, el caso más notable es el de César Tiempo (Israel Zeitlin). Y es interesante, precisamente, para reforzar mi argumento acerca del esfuerzo sistemático por parte de la comunidad judía organizada para borrar la memoria de estos judíos que apoyaron el peronismo. César Tiempo fue uno de los judíos intelectuales más importantes de este país en el siglo veinte. En los años treinta, como joven intelectual, enfrentaba al director general de la Biblioteca Nacional Hugo Wast (o Gustavo Martínez Zuviría), por su antisemitismo, y se transformó en héroe en la colectividad judía, lo invitaban a cualquier evento. El fue un intelectual favorecido por las instituciones judías durante los años treinta y cuarenta, pero una vez que acepta el cargo de director del suplemento cultural del diario La Prensa, expropiado por el gobierno peronista, empiezan a boicotearlo. Y una vez que cae el régimen de Perón, en 1955, dejan de invitarlo a conferencias en las instituciones judías, dejan de invitarlo a participar de eventos comunitarios, no comentan sus libros en las revistas judeoargentinas. Recién vuelve a algún protagonismo con el regreso de Perón en 1973. Algunos de los intelectuales judíos que estaban trabajando con él en el suplemento cultural borraron de su biografía el hecho de que estaban trabajando ahí, en el suplemento cultural del diario La Prensa.

–¿Por qué el mito de un Perón antisemita o filonazi trasciende las décadas habiendo pruebas que indican lo contrario, como por ejemplo el hecho de que durante el primer peronismo fue cuando menos incidentes antisemitas hubo que en cualquier otro período del siglo veinte, además de que fue la época en que muchos judíos ingresaron a la burocracia estatal y lograron cargos más importantes que los alcanzados anteriormente?

–La idea de Perón antisemita tiene que ver con varios motivos, primero el hecho de que en su campaña electoral, de fines de 1945 y principios del 1946 estaba apoyado, entre otros, por la Alianza Libertadora Nacionalista, muy conocida por su antisemitismo en aquel momento. Sin embargo, una vez que llega al poder, en el ’46, de a poco comienzan a alejarse los nacionalistas de extrema derecha del movimiento peronista y los que se quedan como la Alianza se transforman en, por lo menos, menos antisemitas. Entonces, este es un motivo, el apoyo inicial de grupos de extrema derecha al naciente peronismo. Después, como la gente tiene memoria corta, cuando habla de peronismo piensa sobre todo en el peronismo de los setenta, y en el peronismo de los setenta se notaba un creciente peso e influencia por un lado del ala izquierda, y por otro lado del ala de la extrema derecha con personajes nefastos como López Rega. Pero estos tipos y estas expresiones antisemitas no existían en el primer peronismo, y la gente tiende a reescribir la historia de los cuarenta y los cincuenta en clave de los setenta. La otra razón tiene que ver con el discurso político y distintos conceptos que se utilizan, hoy en día cuando uno quiere denigrar a un político lo va a llamar fascista, aunque muchas veces no tiene nada que ver con el fascismo, o autoritario, o extremista, o por otro lado estalinista, o antisemita. El uso tan común, simplista, de estos términos hace que cuando la presidenta (Cristina Fernández de Kirchner) dice algo la tilden como antisemita, algo que me parece ridículo con una presencia judía notable en el gobierno o en el Frente para la Victoria. Me parece un uso lamentable que no ayuda a entender el pasado, y si uno no entiende el pasado, no puede entender el presente.

–El caso de la Organización Israelita Argentina (OIA) es diferente al de otras instituciones comunitarias, ¿me puede contar cómo fue su relación con el peronismo?

–La OIA de hecho fue la sección judía del Partido Peronista. En ese sentido, me hace acordar también a la sección judía del Partido Comunista, que tenía sus publicaciones en idish. Entonces, en este sentido, no es algo novedoso en Argentina. Y la idea era movilizar el apoyo de este grupo de inmigrantes, que tenía mucho para beneficiarse de las políticas económicas y sociales del peronismo. No era un grupo mayoritario dentro de la política judía, pero sí tenía más peso e importancia de lo que se solía pensar. Uno de los problemas, uno de los desafíos que tenemos que enfrentar como historiadores es la falta de documentación acerca de distintas organizaciones peronistas, entre ellas también la judía. Los documentos fueron destruidos, o por los mismos peronistas una vez que cae Perón por miedo de la represión, o por parte de los miembros de la Revolución Libertadora, o por las nuevas autoridades. No tenemos listas de los miembros, no tenemos documentos acerca de las filiales de la OIA en el interior del país, acerca de las actividades femeninas, y por lo tanto yo junté toda la información que pude, pero reconozco que el cuadro todavía no es completo. Pero me impresionó que cuando la OIA celebró un evento importante en 1953 más de cien instituciones judías adhirieron, esto parece significativo. En algunas instituciones judías, como el Hospital Israelita, la OIA tenía una importancia crucial. Uno de los datos que incluyo en el libro, y que hasta ahora nadie conocía, es el hecho de que el mismo presidente de la DAIA, Ricardo Dubrovsky, se afilió al Partido Peronista. Pueden decir que lo hizo para conseguir una cátedra en la UBA. Pero cuando uno no quiere reconocer que muchos judíos sí apoyaban al peronismo se puede decir que buscaban enriquecerse o que buscaban protagonismo.

–Usted plantea en el libro que antes del surgimiento del peronismo los judíos no eran considerados parte de la polis o el demos de la nación argentina por sus élites gobernantes, y que lo que se produce durante el peronismo es la ampliación de ciudadanía hacia diferentes grupos étnicos, entre ellos los judíos.

–Exactamente, yo creo que es ésta una de las conclusiones más importantes, que de hecho el peronismo abrió las puertas hacia la Argentina multicultural de hoy en día. El peronismo desafió este mito liberal del crisol de razas según el cual los grupos de inmigrantes tenían que dejar de lado sus rasgos culturales y transformarse en argentinos como cualquier otro. El peronismo no puso demasiado énfasis en los derechos individuales en el sentido liberal, pero sí puso énfasis en los derechos grupales. Y los distintos grupos de inmigrantes estaban reconocidos como argentinos y sus lazos con sus madres patrias recibió por primera vez una legitimación por parte del Estado. A diferencia de la extrema derecha argentina, que al hablar de la doble lealtad puso en cuestión la argentinidad de distintos grupos de inmigrantes, sobre todo de los judíos; el primer peronismo y Perón mismo no vio ninguna contradicción entre la argentinidad o la condición argentina de estos inmigrantes y sus lazos, en el caso de los judíos, con el sionismo o el Estado de Israel. Perón llegó a decir en algún discurso que un buen judío argentino debe apoyar el Estado de Israel. Y Perón dio los mismos discursos en marcos comunitarios de argentinoárabes, y también apoyó mucho la integración de estos argentinos de origen árabe, el movimiento peronista alentó sus lazos con Siria, el Líbano y otros países. Y vi por lo menos un par de discursos de Perón de aquellos años en marcos comunitarios de argentinojaponeses, y es lo mismo. Es decir, estas puertas hacia la Argentina de hoy en día que es multicultural, en muchos sentidos, tiene los genes de las políticas peronistas de aquellos años.

–¿Cómo puede definir a los muchachos judíos peronistas de ese primer peronismo?

–Esta identidad manifiesta un argentino orgulloso, que es también un judío orgulloso, que no quiere y no cree que son contradictorias su identidad judía y su identidad argentina. En ese sentido, se trata de muchachos pioneros en una elaboración inicial de esta propuesta identitaria nueva en la Argentina de los años cuarenta. Este es el tema fundamental, las políticas de identidad. Perón ofreció una alternativa a esta identidad híbrida.

–¿Y cómo eran las muchachas judías peronistas?

–Es una pregunta excelente, pero tengo una respuesta que no es completa porque no tenemos suficiente información. Sabemos que las esposas de los dirigentes de la OIA estaban involucradas, que desde Clara Maguidovich, la esposa del ministro del interior Angel Borlenghi, pasando por las esposas de Pablo Manguel y Sujer Matrajt, ellas sí estaban involucradas en estas actividades. Además sabemos de distintas expresiones de solidaridad de varias organizaciones judías hacia la figura de Evita. Mucho más de eso, lamentablemente, no sabemos. Espero que otros investigadores o investigadoras tengan más suerte que yo en encontrar documentación relevante para arrojar luz sobre esta cuestión.

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Sandra Cartasso
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