DIALOGOS › DICK MORRIS, CONSULTOR POLITICO Y EX ASESOR DE BILL CLINTON

“La única que puede parar a Hillary es Condi”

Fue parte del equipo que llevó a Clinton a la Casa Blanca y asesoró a incontables candidatos de todo el mundo, Argentina incluida. Afilado como nunca, esta semana publica un libro explicando que las elecciones de 2008 pueden ser entre dos mujeres. En este reportaje, una advertencia de alguien que sabe: a Bush le queda mucha, mucha cuerda todavía.

 Por José Manuel Calvo*

–Huracanes con consecuencias políticas y energéticas, gasto desatado, investigaciones en la Casa Blanca... ¿Controla la situación Bush o está superado por el frenesí de los acontecimientos?
–Bueno, yo no exageraría la idea de frenesí; esto es el pan nuestro de cada día. Estados Unidos es una sociedad de grandes energías y canalizamos esas energías en la política, pero no hay inestabilidad. Creo que fue Henry Kissinger el que dijo que la tarea del estadista es salvar la distancia entre su visión y las realidades de su país: si se adelanta demasiado a esas realidades, se aparta de su mandato, porque la gente no lo sigue; pero si se pega demasiado a lo convencional, pierde el control de las cosas, no puede determinar la agenda. Eso es lo que le pasa a Bush, que no controla la agenda, y los demócratas tampoco. Lo que determina las prioridades son los imprevistos: los atentados en Irak, los huracanes en la costa del Golfo, la subida en el precio de la gasolina... Esto se debe, en parte, a su compromiso filosófico con la idea de que el gobierno no haga demasiado, y en parte a que no ha logrado despertar interés por su programa. También es verdad que no se valoran algunos de sus logros: el acuerdo con Corea del Norte, el hecho de que Gaddafi haya tirado la toalla y la suavización de tensiones entre India y Pakistán suponen menos riesgos en tres sitios en los que podía haber un conflicto nuclear, y eso es un éxito para el presidente, aunque no se le reconozca.
–¿Entonces el presidente no está debilitado, paralizado, al principio de su segundo período?
–No, no todavía. Tiene más que ver con sus éxitos. Bush hizo campaña básicamente sobre dos temas a los que luego añadió un tercero: recorte de impuestos y mejora de la educación; después del 11-S añadió la lucha contra el terrorismo. Los impuestos son bajos en EE.UU. y, como consecuencia, la economía va bien; el déficit, que era muy alto, está reduciéndose gracias al crecimiento; las escuelas están mejor que antes. Y, a diferencia de lo que ha pasado en España y en otros países, EE.UU. no ha tenido un atentado terrorista desde el 11-S, no porque no se haya intentado, sino porque se ha tenido éxito a la hora de frenarlo.
–Es decir que Bush aún tiene capital político.
–Todo el que necesita, porque sigue controlando el Congreso. Podría perder algo en 2006, pero hasta entonces tiene lo que necesita. Y el Partido Republicano es muy disciplinado; mire el voto de respaldo al juez Roberts. Lo que Bush quiere que se apruebe en el Congreso, se aprueba; no hay fisuras entre los republicanos. Es uno de los presidentes que más poder ha tenido; lo que pasa es que tiene que decidir qué hace con ese poder: está en un punto muerto en Irak, no hay solución a corto plazo para los problemas energéticos; no va a aprovechar los huracanes para luchar contra el cambio climático ni la subida de la gasolina como un mandato para depender menos del petróleo, porque es algo en lo que no cree.
–¿Cuáles han sido las principales equivocaciones de Bush?
–Obviamente, no previó el nivel de resistencia que está encontrando en Irak y administró mal todo lo que se derivó de la invasión. Su principal error ha sido no involucrarse, como en medio ambiente. Creo que los huracanes van a tener un impacto político muy importante en Estados Unidos; no como piensan los medios, que creen que a Bush le ha perjudicado una imagen de pasividad; él le ha dado la vuelta al problema y ahora explotará la adopción de medidas para mejorar las condiciones de la gente.
–¿En qué van a tener impacto los huracanes, entonces?
–Van a tenerlo, y muy grande, en ayudar a que este país entienda la importancia de los problemas del clima, a que se hable otra vez de Kioto y se pida que se actúe. El elevado precio de la gasolina está obligando a la gente a exigir alternativas a la dependencia del petróleo, algo de lo que los presidentes de EE.UU. suelen hablar, pero no hacer nada. Sobre esto –cambio de clima y fuentes alternativas de energía– hay un movimiento en marcha que Bush no detecta ni comprende.
–Pero sería exagerado darle el certificado de defunción a su presidencia.
–Sí. Existe la absurda tendencia, en EE.UU. e imagino que en todas partes, de seleccionar ciertos asuntos y agigantarlos. Nos volvemos locos para saber quién reveló el nombre de una agente de la CIA, hay un fiscal especial, una periodista va a la cárcel en lugar de prestar declaración... y cuando declara, no pasa nada. Enloquecemos cuando nos concentramos en los pequeños escándalos del momento; los medios de comunicación se excitan con una histeria que los ciudadanos no comparten. Hay cosas importantes que pasan en EE.UU., pero no existe una crisis de confianza en la presidencia; lo que pasa, y es crucial, es que el medio ambiente y la energía son cada vez más importantes, y por primera vez en la historia se está alcanzando un consenso de que hay que hacer algo.
–¿Los demócratas sacan partido de la pérdida de iniciativa presidencial, de sus errores?
–No. Uno de los grandes cambios que se están dando en EE.UU. es que la izquierda se está reafirmando sin líderes. Es una izquierda sin dirigentes. Pasó algo así cuando la guerra de Vietnam; la gente que estaba en contra no tenía líderes, hasta que Bobby Kennedy cambió su posición y lideró el movimiento junto a otros. Lo que pasa ahora es que hay tal consenso en el establishment a favor de la guerra, y tal oposición en el votante medio, que hay un movimiento a la busca de un líder.
–¿Esto se transformará en demanda de cambio en las próximas elecciones?
–Sí, y creo que habrá, o bien un candidato –quizás Hillary Clinton– que modificará su postura sobre la guerra y se convertirá en el líder del movimiento anti, o, si ella no lo hace, otro dirigente saltará a la palestra y se pondrá al frente de ese movimiento.
–Aunque falte mucho, ¿quién conseguirá la candidatura demócrata en 2008?
–Es muy probable que Hillary sea la candidata a la presidencia y es muy probable que sea elegida.
–¿No hay nadie en el partido que le pueda disputar la candidatura?
–Como le decía, si la izquierda mantiene el movimiento contra la guerra y sigue apoyándola, quizá pueda haber oposición; pero si es inteligente y se desplaza hacia la oposición a la guerra, conseguirá todo el respaldo.
–¿No habrá un rival serio en el campo republicano?
–Los principales aspirantes son Rudy Giuliani, el ex alcalde de Nueva York, y John McCain, que ya se presentó en 2000. Ambos son muy sólidos y podrían derrotar a Hillary, pero no creo que ninguno pueda ganar la candidatura. Giuliani es muy popular, pero está a favor del aborto, del control de armas, de las bodas gays... Choca con el ala más conservadora, y no creo que pueda superar esa oposición. McCain es admirado por todos; un hombre valiente, que estuvo cinco años prisionero en Vietnam, que aguantó la tortura... Y como senador ha luchado contra la industria del tabaco, a favor de un nuevo sistema de financiación de las campañas... es un republicano independiente, pero precisamente por eso, porque es muy independiente, no será el candidato.
–Sólo una persona del Partido Republicano tiene posibilidades...
–La única que puede parar a Hillary es Condoleezza Rice, la secretaria de Estado.
–¿Por qué?
–Primero, puede ganar la candidatura, porque es muy popular en el partido, tiene el apoyo de Bush y el nivel de racismo entre los republicanos es muy bajo en este momento, igual que en EE.UU., políticamente hablando. Y es conservadora en la mayor parte de temas sociales, es muy religiosa... Después, creo que podría derrotar a Hillary porque tendría muchos votos negros. El Partido Demócrata necesita conseguir el 90 por ciento del voto negro; los negros suponen el 12 por ciento de los votos. Condi puede obtener la mitad de esos votos. En cuanto a las mujeres, Gore empató con Bush en el voto blanco femenino, pero Bush ganó a Kerry en ese segmento por 12 puntos. Hillary se llevaría el voto de las mujeres blancas ante un candidato masculino; pero perdería esa ventaja si la rival fuera Condi. Yo creo que si Condi se presentara ante Hillary, ganaría. Es la única persona que puede ganar tanto la candidatura republicana como las elecciones.
–Hillary lleva ya meses moviéndose al centro. ¿Esta reinvención será apreciada como sincera por los votantes moderados e independientes?
–Yo creo que esos votantes considerarán que es un cambio sincero –aunque yo creo que no–, pero su problema es que se fue demasiado hacia el centro. Quizás absorbió bien las lecciones de 2004, pero no de 2005: este país se desplazó 10 puntos hacia la izquierda desde las presidenciales, por el aumento de las bajas en Irak, por los huracanes y la preocupación por el clima y el medio ambiente, por el racismo y la pobreza que esos huracanes han dejado al descubierto y por el éxito de Bush frente al terrorismo. Bush jamás hubiera sido reelegido si no hubiera sido por la amenaza terrorista, y cuanto más éxito tenga, cuanto más tiempo pase sin atentados, peor le va a ir a Bush. Cada aniversario del 11-S crecía su popularidad; este año, por primera vez, cayó. No porque esté fracasando, sino porque está teniendo éxito, y la gente está menos preocupada.
–¿Cuáles son los puntos fuertes de Hillary Clinton?
–Hillary es muy sincera en sus convicciones; no necesariamente en lo que dice, sino en lo que cree. Cree en programas sociales, quiere ayudar a los pobres, cree que debe haber más impuestos, porque considera un imperativo moral quitarle a los ricos para dárselo a los pobres... Está muy en la onda de los socialistas europeos tradicionales. Combate bien en la defensa de sus posturas, es una gran luchadora. Y tiene una tremenda capacidad de autodisciplina, mucho más que Bill Clinton. Esos son sus puntos fuertes. Presumo que ahora me va a preguntar por sus puntos débiles.
–Adelante.
–El primero es que no es ni de lejos tan brillante como es Bill Clinton. Bill es un genio, Hillary no lo es. Bill tiene una mente creadora e inventiva que siempre está buscando nuevas soluciones y nuevas respuestas y reflexionando sobre los problemas. Hillary no es una intelectual; lee el guión y se pone a trabajar. Hillary es una guerrera, Bill es un pensador. Su segundo defecto es que no tiene sentido de los límites, ni en las tácticas que emplea para tomar el poder ni en su ética. Hillary cree que el fin justifica los medios. Es implacable. Y una tercera debilidad: le es muy difícil aprender, porque le cuesta mucho admitir los errores; Bill siempre ha admitido sus errores, y en consecuencia ha crecido. Hillary tiene una capacidad de crecimiento muy limitada. Creo que al presidente que más se podría parecer es a Nixon; el mismo carácter implacable, la voluntad de hacer lo que sea con tal de ganar, la sensación de que tiene enemigos y que debe luchar contra ellos...
–¿Y los puntos débiles de Condi Rice? Es una mujer que jamás ha sido elegida para nada...
–Cuando se dice eso de alguien se da a entender que no tiene mucha experiencia. Pero Condi es secretaria de Estado; fue consejera de Seguridad; dirigió la Universidad de Stanford, en California, que tiene un presupuesto de 2000 millones de dólares; con 35 años era la principal experta en Rusia de la Administración. Y hubo muchos líderes que nunca antes habían sido elegidos. Eisenhower nunca lo fue antes de ganar la presidencia, Roosevelt fue gobernador sólo tres años antes de ser presidente... Hay otras experiencias que no pasan por la política.
–¿Qué necesitan hacer los demócratas para volver a la Casa Blanca?
–Tienen que convertirse en el Partido Verde. Deberían concentrarse en el medio ambiente, en las alternativas a la gasolina. Tendrían que forjar una coalición basada en tres grupos: los que dicen que hay que utilizar menos petróleo para que los terroristas pierdan su financiación; los que piensan que hay que huir del petróleo porque es muy caro y los que creen que hay que dejarlo para abordar el calentamiento global.
–¿Qué va a ser lo nuevo en esas elecciones de 2008?
–Las presidenciales de 2004 fueron las primeras en las que la televisión no fue el factor más importante. Recuerde el caso de Dan Rather, cuando la CBS sacó la historia militar de Bush; los bloggers, en Internet, demostraron que los documentos eran falsos y el programa quedó desacreditado. John Kerry trató de convencer a todo el mundo de lo maravilloso que había sido su historial en Vietnam y los Veteranos de las Lanchas Rápidas que estuvieron con él difundieron en Internet el mensaje de que no era verdad. Howard Dean surgió con una enorme energía y casi consigue la candidatura porque movilizó contra la guerra en Internet. Yo creo que Internet está sustituyendo a la televisión como fuerza dominante en la política de Estados Unidos. La política norteamericana ya no es un fenómeno que ocurre de arriba hacia abajo; es un fenómeno de abajo hacia arriba. Mass media ya no quiere decir que las elites hablan a las masas; quiere decir que las masas hablan a las elites. ¡Ahora estamos mirando por la otra punta del telescopio!
–¿Y qué se ve?
–Es todo completamente diferente. Los espectadores han abandonado las butacas y están en el escenario.
–¿La política y los medios han cambiado para siempre con Internet?
–Internet ha cambiado todo y, desde luego, los medios y la política. Hasta los años sesenta, la política estaba dominada por los jefes y las maquinarias de los partidos; después fue el turno de la televisión, y ya no mandaban los bosses del partido, sino la gente en las redacciones de la televisión y los que pagaban por los anuncios políticos, y la gente como yo, que pensaba en lo que había que poner en esos anuncios. La era de dominio de los medios sobre la política duró desde 1968 hasta 2004. Y en 2004 empezó la era de la democracia participativa de los movimientos de base. Además, los estadounidenses están dejando de ver televisión convencional por el crecimiento de la televisión por cable, los programas sin publicidad, Internet, los videos, los DVD. El principio básico de la era de los medios de masas –que todos estábamos viendo los mismos programas y que se podía llegar a nosotros con la misma publicidad para todos, como George Orwell expuso en 1984– ya no existe.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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