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No insistan que no vamos a pagar

El FMI y el Banco Mundial exigen que Argentina regularice los pagos con que este organismo. Lavagna no quiere saber nada.

El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, habló ayer por primera vez desde que el Gobierno no pagó un vencimiento de 800 millones de dólares al organismo la semana pasada. El funcionario afirmó que esperaba que Argentina consiguiera “cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario en breve”. La cautela de Wolfensohn tiene una explicación: el Banco sería fuertemente perjudicado si el país, uno de sus principales deudores, cayera en default total. Por sus estatutos, no puede refinanciar los vencimientos con Argentina, si antes no existe un acuerdo con el FMI. Por su parte, el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, ratificó que “la única opción responsable es no pagar” a los organismos con las reservas, porque éstas son necesarias para defender la estabilidad cambiaria.
Participó del Foro Económico Mundial, que se realiza en Río de Janeiro, y estuvo lejos de la recriminación. El titular del Banco Mundial evitó las críticas al gobierno de Duhalde y prefirió hacer una declaración diplomática, después de que Argentina incumpliera el primer pago con el organismo: espero que consigan cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario en breve, aseguró.
La actitud de Wolfensohn contrasta con el comunicado que emitió el FMI, al prorrogar por un año un vencimiento de 140 millones que debía efectivizarse hoy con el organismo. “Los directores (del FMI) lamentaron la decisión de Argentina de caer en mora con el Banco Mundial y llamaron a una rápida normalización de los pagos atrasados”, sostiene el documento. Y agrega que Argentina aún necesita “una buena cantidad de trabajo por hacer” para llegar a un acuerdo.
Si tuviera que decretar en cesación de pagos total a Argentina, el Banco Mundial sería duramente golpeado. Porque, dada la magnitud de los créditos colocados en país –que deberían imputarse en el balance como incobrables-, las calificadoras de riesgo internacional seguramente bajarían la calificación de la entidad, elevando su costo de financiamiento. A diferencia del Fondo, el Banco no está autorizado a refinanciar los vencimientos de deuda con una mera decisión de su directorio. De ahí que los burócratas del organismo estén preocupados por encontrar alguna fórmula que permita continuar las negociaciones de Argentina con Washington, sin tener que cantar el default. Por ahora, sin embargo, la única fórmula es que el FMI cierre un acuerdo con el país.
Cabalgando en este conflicto de intereses entre los dos principales organismos internacionales de crédito, ayer el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, confirmó que el Gobierno no está dispuesto a soltar un dólar más de las reservas para cumplir con los organismos, a menos que haya señales concretas de que el acuerdo está listo. “Si lo que tenemos que pagar a los organismos internacionales hasta mayo son 9500 millones de dólares, y las reservas son 9800 millones, la única opción responsable es no pagar”, señaló. En tanto, reiteró que “el Gobierno está dispuesto a acodar, pero en un contexto que sea factible para nuestro país”.
Nielsen, quien conduce las negociaciones con el FMI, insistió con que “las cuestiones técnicas están acordadas desde hace tiempo” y aseguró que la firma del acuerdo entre el gobierno nacional y los gobernadores “fue una muestra de liderazgo y consenso”. El segundo de Lavagna negó, además, que hubiera manifestado que las negociaciones pasarán para febrero. “No hay fecha”, afirmó. Y sostuvo que “en ningún momento” percibió que el Fondo quisiera firmar el acuerdo con el próximo gobierno, y no con el de Duhalde.
Sin embargo, ésa es la sensación generalizada entre los analistas. Tanto es así que ayer, en el foro de Río, hasta Mario Blejer, ex titular del Banco Central, empleado del Fondo por casi 20 años y actualmente economista jefe del Banco de Inglaterra, denunció que “la comunidad financiera internacional quiere castigar a Argentina, pero el país ya fue suficientemente castigado”, disparó, como si fuera un político contestatario. Sin embargo, Washington sigue imperturbable con su estrategia de mantener abierto un canal de negociación con la administración Duhalde, pero resistiéndose a tenderle una mano salvadora. “Todo el mundo se ha dado cuenta del desastre en que cayó Argentina, y todos están dispuestos a ayudar”, declaró ayer Alan Larson, subsecretario Económico de la administración Bush. Y agregó que la responsabilidad de alcanzar un acuerdo “está de los dos lados: es de Argentina y del Fondo Monetario”.

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James Wolfensohn, titular del Banco Mundial. Fue cauto en Río.
 
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