ECONOMíA › DUHALDE POSTERGO HASTA EL LUNES
UNA DEFINICION POR UN VIAJE DE DESCANSO

Aldo Pignanelli ya es un viaje de vuelta

La definición sobre la salida o continuidad de Pignanelli quedó congelada hasta el lunes. Eduardo Duhalde tiene la última palabra, aunque ayer se le escapó que la decisión del titular del BCRA es “indeclinable”. A Presidencia le preocupa el fortalecimiento de Lavagna.

 Por Claudio Zlotnik

La nueva batalla entre Aldo Pignanelli y Roberto Lavagna entró en una impasse hasta pasado mañana, cuando Eduardo Duhalde defina la situación del renunciado presidente del Banco Central, luego de un fin de semana de descanso en el Sur. “El lunes voy a conversar con él”, dijo Duhalde respecto de Pignanelli. Desde Brasilia, donde se encontraba por la cumbre del Mercosur, sólo agregó: “Desconozco los motivos de su intención de renunciar”. De todos modos, el propio Duhalde dio una pista de lo que finalmente podría ocurrir dentro de 48 horas, al revelar que la dimisión presentada por el presidente del BC tuvo carácter de “indeclinable”. Mientras cada protagonista ya tomó posición en su propia trinchera, el mercado cambiario volvió a recalentarse: el dólar sólo subió un centavo, con el libre cerrando a 3,57 pesos, pero con un costo para el Central de 26,4 millones de dólares en reservas.
Respecto de la situación del jefe del Central, Duhalde señaló, en forma textual: “Poco antes de partir hacia aquí, el jefe de Gabinete me informó que el presidente del Central había presentado se renuncia de carácter indeclinable”. Consultado sobre el eventual sucesor, fue escueto: “No tengo pensado nada”, apuntó.
Después del estallido del jueves, ayer los distintos protagonistas evitaron hablar en público sobre el tema. Cada funcionario desconfía más que nunca de lo que sucede puertas afuera de su despacho y no quiere dar ningún paso en falso. Muchos de ellos dejaron cerrados sus teléfonos celulares. Pignanelli mantuvo una extensa reunión en su despacho con funcionarios de su más estrecha confianza. Página/12 habló con representantes de los diversos frentes. Cada uno opinó desde su propia trinchera, pero bajo compromiso de estricta reserva de las identidades.
- Trinchera de Economía. Un estrecho colaborador del ministro Lavagna fue contundente: “A Pignanelli le quedan dos alternativas: o se va o se cuadra a la política que surge desde el Palacio de Hacienda”. En el equipo económico aseveran que “es imposible que en el Gobierno coexistan las posiciones ideológicas y políticas de ambos funcionarios”. Y enumeran: “Mientras Pignanelli propone pagar con reservas a los organismos, nosotros privilegiamos la acumulación de divisas. No nos equivocamos, ya que si le hubiéramos hecho caso bordearíamos la hiperinflación”. Otra diferencia: mientras el titular del BC reclamó sin titubeos la entrega de un bono compulsivo en caso de que la Corte Suprema fallara en contra de la pesificación, rápidamente Lavagna se despegó de esa propuesta y se inclinó por una negociación bilateral entre los bancos y los ahorristas.
Frente a sus íntimos, Lavagna suele referirse a Pignanelli de manera despectiva. Dice que el jefe del Central ya perdió la pelea ideológica y técnica. Para los lavagnistas, la pelea con Pignanelli es decisiva ya que de su resolución depende el futuro de la política económica. “Se discuten cuestiones de fondo. El debate no es anecdótico. El Programa Monetario 2003, por ejemplo, es recesivo. Pone límites muy estrechos a la emisión de moneda y a la compra de divisas en el mercado. Juegan a favor del Fondo”, acusan.
Sobre un posible sucesor de Pignanelli, el propio ministro asegura que no tiene un nombre en mente. Pero en su círculo íntimo afirman que Jorge Levy, actual superintendente de Entidades Financieras y ligado a Duhalde, “es potable”. Lavagna y Levy no tienen relación personal, apenas se habrían cruzado tres veces. Sin embargo, quienes han trabajado con uno y otro aseguran que su vinculación ideológica es estrecha.
- Trinchera del Banco Central. Los seguidores de Pignanelli juran ser víctimas de una campaña de desprestigio por parte de Economía. Y quieren que Eduardo Duhalde dé un fuerte apoyo a la actual gestión no bien regrese de Brasil. Insisten en que el BC no puede quedar al margen de las negociaciones con Washington. También piden que el jefe de Estado impulse la aprobación del pliego de Pignanelli en el Congreso, cuya sanción seencuentra demorada. Por último, en esta trinchera se escuchan quejas contra Duhalde: dicen que el jefe de Estado no valora el éxito de la estrategia de la entidad monetaria, que sirvió para volver a superar los 10.000 millones de dólares de reservas.
- Trinchera de la Casa Rosada. Los funcionarios se muestran escépticos del éxito de una movida de Duhalde para bajarle el tono a la disputa. En el entorno del jefe de Estado reconocen que prefiere que Pignanelli se quede. De otra manera, corre riesgo de concentrar demasiado poder en Lavagna. Pero también aseveran que el Presidente quedó muy disgustado con Pignanelli por el nuevo exabrupto, en un contexto de tranquilidad financiera tras el levantamiento del corralito. Además, en la Rosada costaba imaginar la continuidad de Pignanelli sin que el Gobierno entero sufriera un desgaste importante.
Ya no caben dudas de que la relación entre Pignanelli y Lavagna quedó totalmente quebrada. Y que a esta altura, al propio Presidente le costaría mantener la figura del ministro de Economía si al final se queda el hombre del Central. Aunque Pignanelli sea un duhaldista histórico.

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Aldo Pignanelli deberá esperar el retorno de Duhalde de Villa La Angostura para conocer su destino.
 
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