ECONOMíA › FUERTE EXPANSIóN DE LAS EMPRESAS DE ELECTRóNICA EN TIERRA DEL FUEGO

Una industria que se conecta en el Sur

De 2009 a la fecha, la producción de aires acondicionados creció de 570 mil a 1,5 millón; la de hornos microondas, de 232 mil a 665 mil; la de televisores, de 1,2 a 3 millones y la de celulares, de 400 mil a 14 millones. Luces y sombras del proceso.

 Por Javier Lewkowicz

Desde Ushuaia

En el sector electrónico de Tierra del Fuego existe una compleja mezcla de importante generación de empleo en una región alejada de los grandes centros de producción, distribución y consumo; un esquema de ensamblado con baja tracción hacia la industria nacional, aunque con algunos nichos con potencialidades y altamente tecnificado; enorme facturación de las empresas y una pesada carga fiscal para el Estado. Estas variables no se presentan con la misma intensidad en la producción de celulares, donde el ensamblaje es manual y las posibilidades de sustitución de importaciones casi nulas, que en aires acondicionados o notebooks. La plataforma de ensamblaje podría utilizarse para desarrollar algún componente específico o potenciar la electrónica nacional en otros sectores, aunque esa definición de política industrial no está clara. Página/12 recorrió las principales plantas de Río Grande y Ushuaia.

El esquema de desgravación de IVA, Ganancias y derechos de importación que comenzó en 1972, junto al cambio impositivo de 2009, que penalizó a los importados y benefició a los fabricados en la isla, permitió un notable avance de la electrónica en Tierra del Fuego. Los aires acondicionados pasaron de 570 mil a 1,5 millón, el triple, similar al salto de los hornos microondas, de 232 mil a 665 mil. Los televisores, en tanto, avanzaron de 1,2 a casi 3 millones por año. La suba más abrupta se dio en celulares: de los casi 400 mil ensamblados en 2009 se llegó el año pasado a 14 millones de unidades, 35 veces más. En todos los casos, el Ministerio de Industria establece qué partes se importan y cuáles son nacionales, en un proceso productivo que cada empresa debe respetar.

Alrededor de 7 millones de celulares al año de las marcas Samsung, Motorola, BlackBerry y HTC son ensamblados por Brightstar, firma de capitales estadounidenses. La empresa tiene varias plantas en la ciudad de Río Grande, donde recibe unas 60 piezas importadas por cada teléfono, que ingresan en una larga línea de montaje manual que ensambla la placa con los microchips, la cámara de fotos, el micrófono, la carcasa, la pantalla y el cobertor con tecnología touch, entre otras. Luego pequeñas máquinas ubicadas en cada módulo y manejadas por un operario sellan esos componentes. Los aparatos se someten a controles de calidad tanto manuales como electrónicos. Los únicos elementos de fabricación nacional son la caja y folletería.

Hugo Bonifacini, gerente de relaciones institucionales de Brightstar, explica que la posibilidad de sustituir partes de celulares por producción nacional es nula. “Hay en todo el mundo una o dos fábricas que hacen componentes. La escala de producción eficiente es gigantesca y el tiempo de recambio del producto en el mercado es cada vez menor”, indica. Para esa firma, los celulares representan más del 90 por ciento de la facturación. También ensamblan celulares con la misma técnica, definida por Industria, BGH para Sony y Mirgor para Nokia, entre otros. Los celulares tienen el máximo contenido importado y es la producción con más mano de obra intensiva, con baja transferencia tecnológica y trabajo ingenieril. Su producción explica una parte de la fuerte suba del empleo en la isla, de 3513 en 2009 a 12.186 personas. Son trabajadores en su mayoría jóvenes, con buenos salarios aun para el alto costo de vida. El ritmo de crecimiento poblacional en la isla es vertiginoso, del 20 por ciento anual.

Por fuera de los celulares y las TV, donde tampoco hay exigencia de contenido nacional, en aires acondicionados se analiza avanzar sobre la compra local de caños, válvulas de bronce, motores eléctricos y controles remotos. En las notebooks las memorias RAM son locales y se trabaja sobre fuentes de alimentación y baterías. También las placas donde van los chips podrían ser fabricadas en el continente. Son insumos que no modifican el resultado en términos de divisas. Sí pueden impulsar la producción de las firmas proveedoras y tener impacto en el empleo. Ese camino es incipiente e incierto su resultado. En las TV no hay exigencias de producción nacional.

Otra diferencia con respecto a celulares radica en la tecnología de producción. Industria exige utilizar máquinas de inserción automática para aires acondicionados, TV, equipos de audio y computadoras. Son robots japoneses que insertan en la placa los chips y los transistores. Requieren software, control y mantenimiento que es desarrollado por ingenieros argentinos, de las empresas BGH (para las marcas BGH y Samsung), Fapesa (Philips) y Mirgor (LG, Whirpool y Dell). En estas líneas hay transferencia de tecnología, aunque el empleo, por ser capital-intensivo, es menor.

Otra variable sensible es el dinero que el Estado deja de recaudar para promocionar la actividad en la isla. Este año se calcula que serán más de 13 mil millones de pesos, el 0,52 por ciento del PIB.

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La industria tecnológica emplea mayormente a jóvenes, con buenos salarios.
Imagen: Télam
 
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