ECONOMíA › EL “WALL STREET JOURNAL” CONTRA EL GOBIERNO ARGENTINO

“Hay que cortarle el oxígeno”

The Wall Street Journal, el mayor diario económico norteamericano, aboga por “cortarle el oxígeno” a Argentina y le reclama al Fondo Monetario que sea más duro todavía en la negociación por un nuevo acuerdo.
En un editorial aparecido ayer, firmado por la columnista y editora de la sección “Americas”, Anastasia O’Grady, el periódico asegura que “Argentina es como un paciente a quien se mantiene vivo artificialmente, y sería mejor cortarle el oxígeno para que el país se vea forzado a hacer las reformas necesarias a fin de restablecer la confianza de los inversionistas”.
The Wall Street Journal suele representar la voz de los brokers extranjeros, que durante la última década especularon en mercados emergentes como Argentina. Y ahora buscan, por todos los medios, presionar al Gobierno para cobrar en mejores condiciones la deuda en default. De hecho, O’Grady es un ejemplo perfecto de la simbiosis que existe entre la publicación y los financistas de Wall Street: antes de ingresar como editora del periódico en 1995, fue estratega de inversiones del banco Merrill Lynch durante 10 años.
No es la primera vez que The Wall Street Journal dispara contra la administración Kirchner. Sin embargo, las balas nunca habían tenido semejante calibre. Según el artículo, la recuperación de la economía es ficticia, porque se basa en elementos no sostenibles en el tiempo: el colapso de las importaciones, la devaluación y la moratoria de la deuda. “Esto es un salto atrás, a la industrialización mediante la sustitución de importaciones, un modelo que no tiene futuro, y lo que es peor es que el gobierno argentino no parece tener intenciones de alterarlo”, afirma el editorial.
La columna cita al viceministro de Economía de Menem, Pablo Guidotti, quien sostiene que “el Gobierno está posponiendo reformas en la creencia de que con el paso del tiempo solamente, el crecimiento económico se restablecerá”.
Mientras que O’Grady pronostica que la reactivación no durará a menos que se recuperen las inversiones, y esto, dice, requiere “indicaciones claras de que el imperio de la ley no seguirá siendo socavado, y las reformas necesarias no seguirán siendo pospuestas indefinidamente”. Entre las llamadas “reformas”, que exigen indistintamente acreedores, organismos internacionales y ex funcionarios menemistas, se cuentan el ajuste de tarifas de servicios públicos, una nueva estructura fiscal que garantice el pago de la deuda y la reformulación del sistema financiero. Nada de ello sucederá, argumenta el artículo, si el Fondo Monetario firma un nuevo acuerdo con el gobierno de Kirchner. Más aun, señala que la cuota de responsabilidad de Washington en la crisis argentina fue haber apoyado diversos paquetes de rescate para el país, sin las correspondientes condiciones.
Llegado a este punto, la editorialista corta por lo sano y sugiere recurrir al viejo sistema del palo y la zanahoria. Recomienda que el gobierno de Estados Unidos retire su aparente apoyo a la negociación en marcha del FMI con Buenos Aires hasta tanto el presidente Kirchner no modifique su política económica. “Aunque no se puede desfreír un huevo, existe una cosa que se llama aprender del pasado”, concluye, apelando a la poesía norteamericana, O’Grady.

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