ECONOMíA › DIEZ MILLONES DE ARGENTINOS CON EDUCACION SECUNDARIA INCOMPLETA

Crece la curva de deserción

Según las cifras del Indec, a pesar de la baja del desempleo, la precarización laboral incide fuertemente en la deserción escolar.

 Por Cledis Candelaresi

Casi la mitad de los estudiantes que comienzan el secundario desertan y hoy existen 10 millones de personas en la Argentina que no completaron esa etapa de la educación básica. La realidad descripta por la Encuesta Permanente de Hogares es más dramática si se observa que la tendencia al abandono es creciente, lo que prueba que ni la baja en los índices de desocupación ni el crecimiento del PBI registrados en los últimos años paliaron el problema. Una razón clave de abandono escolar es la pauperización de los ingresos y enorme brecha entre los extremos de la pirámide: aquellos mismos números oficiales demuestran que cuanto más pobre es el hogar en cuestión, mayor es el nivel de deserción. Una temible consecuencia de este fenómeno es la progresiva pérdida del capital humano, clave para mantener el crecimiento, así como la consolidación de un cuadro de inequidad.

La foto es patética. Según un análisis de la consultora Abeceb.com realizado basándose en los datos del Indec, hasta el primer trimestre del año del año un 42,9 por ciento de la población de los principales aglomerados urbanos del país había abandonado sus estudios secundarios. A este nutrido grupo, equivalente a una decena de millones de personas, habría que añadirle los habitantes de zonas rurales, no incluidos en la medición, y los 800 mil argentinos mayores de 15 años que ni siquiera saben leer y escribir.

El panorama es aún más angustiante si se observa la tendencia. Aquel porcentaje subió tres puntos en los últimos tres años (en el 2003 era de 39,9 por ciento). Si se compara el primer trimestre del 2006 con el mismo período del 2004, la cantidad de jóvenes que dejaron las aulas antes de tener su diploma subió en alrededor de 860 mil, un lamentable crecimiento del 9,4 por ciento. Justo en el mismo lapso que los indicadores macro comenzaron a mejorar notoriamente.

“La salud macroeconómica no es suficiente para revertir un deterioro educativo estructural, algo que los últimos tres años de nuestro país así lo demuestran”, sentencia la consultora que comanda Dante Sica. “El crecimiento ha permitido reducir los niveles de desocupación abierta, que pasó del 16,3 en el tercer trimestre del 2003 al 11,4 por ciento en el primer trimestre de este año. No obstante, persisten los problemas en la distribución del ingreso”, apunta, certeramente, el análisis.

Cuando más pobre es el hogar en cuestión, mayor es la proporción de alumnos que desertan. Aquellos en los que el ingreso mensual per cápita es inferior a 400 pesos, el nivel de abandono es en promedio del 46 por ciento, proporción que baja al 12 si aquel ingreso llega a 1000 (ver cuadro). No son las propias deficiencias del sistema educativo sino las posibilidades económicas lo que parecen explicar la fuga de estudiantes.

Si la mira se pone en los extremos, la ligazón entre pobreza y deserción escolar es aún más nítida. En aquellas casas en las que el ingreso mensual per cápita apenas llega a los 100 pesos, la mitad los estudiantes que empiezan dejan antes de graduarse. Mientras que cuando ese monto trepa a 2000, el abandono apenas llega al 4,5 por ciento. Pero la poco auspiciosa realidad argentina es que el 65 por ciento de los hogares están ubicados en el segmento por debajo de los 400 pesos, lo que sube drásticamente el promedio de deserciones en el país.

Esa misma comunión entre pobreza y pérdida de escolaridad surge nítida cuando se observa el ingreso al colegio secundario. Según un trabajo del Cippec, Centro de Implementacion de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, en un distrito relativamente rico como la Capital Federal concurren a la escuela el 90 por ciento de los jóvenes en edad de hacerlo. Pero ese porcentaje derrapa a sólo poco más del 50 en distritos más pobres como Misiones o Santiago del Estero.Una cuestión neurálgica parece ser cómo hará Argentina para afrontar un crecimiento que demanda mayores niveles de productividad con su capital humano licuándose dramática y progresivamente. Hoy la atención de economistas y del propio gobierno está centrada en aumentar los niveles de inversión para atender las necesidades de una economía que se expande pero que no derrama y, por este hecho, cristaliza una situación inequitativa. Pero todavía no se puso el foco sobre esta pérdida.

Entre los empresarios se está instalando la preocupación por la falta de personal calificado para cubrir básicamente puestos técnicos, que podrían satisfacerse con egresados de los secundarios especializados. Esos que con el retroceso industrial de los últimos veinte años fueron perdiendo importancia relativa y alumnos. Estudios encargados por el Instituto de Desarrollo Empresarial de la Argentina (Idea) demuestran que de cada diez puestos que aspiran a cubrirse, cuatro quedan vacantes por falta de postulantes.

Esta carencia promete acentuarse con el creciente abandono escolar, fenómeno que implica una doble condena para los desertores: los excluye del mercado de trabajo y, por tanto, les niega la posibilidad de mejorar su situación económica.

Adiós al aula

Ingreso del hogar Deserción (mensual per cápita) promedio
$ %
hasta 400 46
hasta 1000 29
hasta 2000 12

Fuente: EPH-Indec

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Cuanto más pobre es el hogar, mayor es la deserción.
 
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