EL MUNDO

Hagamos de cuenta que por fin llegamos a un acuerdo

Las conversaciones de paz en Colombia terminaron con un calendario para resolver antes del 7 de abril un cese del fuego y una terminación de los secuestros. Pero la violencia no muestra signos de ceder.

Por Juan Jesús Aznárez
Enviado especial a Bogotá

Las bienaventuranzas del presidente de la Conferencia Episcopal y una salva de aplausos cerraron la ronda de negociaciones que salvó el proceso de paz de Colombia con dos novedades: la integración de una Comisión Internacional de Acompañamiento, y un calendario hacia la consecución de una tregua antes del 7 de abril. El jefe de gobierno, Andrés Pastrana, prorrogó, hasta el día 10 de ese mes, los 42.000 kilómetros cuadrados cedidos a esa guerrilla hace tres años para facilitar las negociaciones.
El proceso, estéril durante sus tres años de vigencia, se reanuda mañana miércoles, abordando “de inmediato” la lacra de los secuestros. “Hemos recuperado el camino hacia una solución política negociada”, subrayó el presidente la noche del domingo, poco después de que su representante y el de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) leyeran en Los Pozos, localidad situada en la Zona de Distensión, a 800 kilómetros de Bogotá, los 12 considerandos y el calendario que evitaron el desalojo de la guerrilla de ese territorio, y una previsible escalada en la intensidad y degradación de un conflicto de 38 años de duración, y 40.000 muertos.
Los primeros sondeos indican que la mayoría de los colombianos aplaudió con reservas, y sin magnificar, un acuerdo que pone plazos a los buenos propósitos, establece informes mensuales sobre su desarrollo, y obliga a las FARC a acabar con las “pescas milagrosas”: los secuestros masivos e indiscriminados perpetrados por sus retenes carreteros. Ese compromiso figuró en los Acuerdos de San Francisco, del pasado 5 de octubre, pero nunca llegó a cumplirse, con los rebeldes argumentando que el gobierno tampoco combatió al paramilitarismo. “El gobierno cumple, nosotros cumplimos”, advirtió Andrés París, uno de los negociadores de las FARC.
Aunque el presidente había declarado agotado el esquema de negociación en medio del conflicto, ese esquema seguirá en vigor hasta la eventual consecución de la tregua, con alto el fuego y cese de las hostilidades, que coincidiría con las vísperas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de mayo próximo. La mayoría de los candidatos valoró positivamente el desenlace, con excepción del liberal independiente Alvaro Uribe. “Es una tristeza que se prorrogue la zona de despeje sin cese de hostilidades, incluida la suspensión de secuestros y la liberación de secuestrados, y sin veeduría internacional (observación sobre su funcionamiento) –lamentó Uribe–. ¿Qué va a pasar con la vida y libertad de los colombianos de aquí al 7 de abril?”.
Contrariamente al escepticismo de muchos, Pastrana confía en probables acuerdos, antes de esa fecha, contra la utilización de garrafas de gas cargadas de dinamita y lanzadas con catapultas contra comisarías y poblaciones, las minas –quiebrapatas–, los secuestros, no sólo las -pescas milagrosas–, la extorsión, la leva de menores, y la destrucción de oleoductos, redes eléctricas, torres de energía, y otras instalaciones del patrimonio nacional. “Lograr una tregua con cese de fuego y hostilidades es algo más complejo de lo que cualquiera puede imaginar, y requiere un estudio muy minucioso”, subrayó el presidente.
La existencia de otras guerrillas y grupos paramilitares complica su definición y alcance de la ansiada tregua. Las partes conformarán una Comisión Internacional de Acompañamiento para verificar los acuerdos y tratar de superar cualquier inconveniente. Un representante de la ONU, y de la Iglesia católica colombiana, el Nuncio, y los embajadores del Grupo de Países Amigos (España, Francia, Italia, Suecia, Suiza, Noruega, México, Cuba, Canadá y Venezuela) facilitaron la conciliación del domingo, y esa presencia internacional quedó consagrada en el acuerdo suscrito seis horas antes del plazo dado por Pastrana para desalojar a las FARC de una geografía equivalente a la de Suiza.
El calendario fija reuniones casi a diario y recupera los documentos de paz publicados durante los últimos años, con especial incidencia en elemitido el 19 de setiembre del pasado año por la Comisión de Notables, que propuso una tregua de seis meses, prorrogables. Durante ese período se mantendría la Zona de Distensión, cesarían las acciones del Ejército contra las FARC, y éstas suspenderían los secuestros, los atentados y las extorsiones. En abril de 2000, la guerrilla más potente y más rica del continente publicó su “Ley 2002”, que intimó al pago de “impuestos” a las fortunas superiores al millón de dólares.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Camilo Gómez (izq.), delegado del gobierno, y Raúl Reyes, vocero de las FARC, sonríen en Los Pozos.
 
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