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Se largó la temporada del antiturismo en Colombia

Las FARC lanzaron el martes por la noche un doble atentado en la localidad de Santa Marta como parte de una campaña para debilitar los ingresos por turismo.

Después de empezar a atacar las ciudades, el nuevo blanco de las FARC es la industria turística colombiana. El martes a la noche, dos personas murieron y nueve resultaron heridas en un atentado en la ciudad turística de Santa Marta, en Colombia. Dos petardos de gran poder fueron activados simultáneamente en dos hoteles de este balneario del Mar Caribe, que hace poco fue sede de la cumbre bilateral entre los presidentes de Colombia y Venezuela. Para la policía colombiana, el ataque fue una represalia de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Este se produjo justo cuando el gobierno intenta reavivar la industria turística del país, últimamente castigada por los ataques de grupos armados.
Según el coronel Heriberto Pardo, comandante de la Policía del departamento de Magdalena, una de las cargas fue detonada en el hotel Lumar, cerca de la sede de la gobernación. Nueve personas que pasaban o se hospedaban allí resultaron heridas y hubo grandes destrozos en el complejo hotelero. Al mismo tiempo, otro petardo fue activado en el hotel Santamar, a pocas cuadras de la primera explosión. Dos pasajeros del hotel, un hombre de 65 años y una mujer de 30, murieron en el acto. Según la policía, la mujer estaría involucrada en el atentado. Los responsables se habrían registrado en estos dos hoteles, donde habrían instalado las cargas.
La policía todavía no identificó a los autores o móviles de los atentados, pero piensa que las FARC están involucradas. “Lo único que se sabe es que, hace unos días, un frente de las FARC había llamado a uno de los hoteles para cobrar una extorsión”, afirmó ayer el presidente colombiano Alvaro Uribe en una conferencia de prensa. Pidió a los colombianos que colaboren con la policía y no cedan ante el chantaje de los “alzados en armas”. Al mandatario le va bien en las encuestas, especialmente después de haber logrado la liberación de dos sacerdotes, uno de ellos presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), que habían sido secuestrados por las FARC a principios de noviembre: Uribe tiene hoy más de un 70 por ciento de popularidad, contra un 62% que disponía al asumir el mando.
Además de las víctimas y los heridos, algunos de gravedad, el atentado causó pérdidas materiales millonarias en una ciudad que vive gracias al turismo. “Capturaremos a estos terroristas para quitarle a Santa Marta esta pesadilla que puede afectar su gran posibilidad, el turismo”, dijo Uribe. El mandatario considera que el atentado fue un intento de sabotear la temporada turística de fin de año. Sin embargo, el gremio hotelero de Santa Marta dijo que éste no fue un atentado contra el sector turístico sino contra la ciudad, “una de las más tranquilas del país”. Las FARC suelen atacar en el campo o la selva colombiana, pero en febrero de este año empezaron a concentrar sus ataques en ciudades y suburbios del país.
Las autoridades colombianas ofrecen una recompensa de 50 millones de pesos colombianos (alrededor de 18.000 dólares) al que suministre información sobre los responsables de los ataques. El general Leonel Gómez, comandante de la Primera División del Ejército colombiano, atribuyó los ataques a la campaña de chantaje que vienen realizando las FARC. Según informes del gobierno colombiano, en Santa Marta y sus alrededores operan los comandos de este grupo guerrillero y los de varios grupos paramilitares de ultraderecha.

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El presidente Alvaro Uribe con civiles y militares en un consejo de seguridad.
 
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