EL MUNDO › LAS PARTES NEGOCIADORAS NO SE PONíAN DE ACUERDO SOBRE LA RESTITUCIóN DE MANUEL ZELAYA

Cuarenta y ocho horas clave en Honduras

Los negociadores zelayistas y golpistas avanzaron con los primeros seis puntos de un eventual acuerdo: la creación de un gobierno de unidad nacional y la renuncia a una amnistía y a una Asamblea Constituyente, entre otros.

 Por María Laura Carpineta

Zelayistas y golpistas tienen 48 horas para llegar a un acuerdo. Los dos equipos de negociadores firmaron ayer la mayoría de los puntos del acuerdo, antes de pasar a la parte más difícil. “A partir de ahora sólo discutirán la restitución de Manuel Zelaya”, explicó a este diario Carlos Eduardo Reina, uno de los asesores que acompaña al presidente depuesto en la embajada brasileña. Desde que comenzó el diálogo, la semana pasada, los representantes de Zelaya en la mesa de diálogo intentaron imponer la restauración democrática en lo más alto de la agenda, pero los golpistas se negaban. Ayer no les quedó más remedio. Los zelayistas firmaron los puntos secundarios del acuerdo y hasta hicieron a un lado a uno de sus negociadores, el líder de la resistencia Juan Barahona, por negarse a firmar uno de los puntos, la renuncia a la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

Tanto Barahona como el círculo íntimo de Zelaya descartaron un quiebre dentro del frente que apoya al presidente derrocado. “Los representantes de Roberto Micheletti pidieron que todos los negociadores firmaran cada uno de los puntos del acuerdo, pero Juan no podía firmar el punto de la Constituyente porque comprometía a la Resistencia. Eso nos obligó a tomar la decisión de reemplazarlo, pero de ninguna manera se tensó o rompió la relación con la Resistencia”, explicó Reina. Barahona lo confirmó y prometió seguir luchando por la restitución de Zelaya. “Vamos a respetar el acuerdo que firme el presidente, aun si renuncia a la Constituyente. Celebraremos su vuelta, pero nunca renunciaremos a la Constituyente”, aseguró en diálogo telefónico con Página/12 el líder sindical de 55 años.

Una vez que Barahona dejó su silla al abogado y hombre de confianza de Zelaya Roldi Rivera, los negociadores firmaron los primeros seis puntos: la creación de un gobierno de unidad nacional, la renuncia a una amnistía política general y a una eventual Asamblea Constituyente, el traspaso del mando de las Fuerzas Armadas al Tribunal Electoral Supremo un mes antes de las elecciones generales (como establece la Constitución hondureña), el reconocimiento de los comicios del 29 de noviembre próximo y la creación de una comisión de la verdad, integrada por personalidades extranjeras, que investigue lo que sucedió antes y después del golpe de Estado y que garantice el cumplimiento de todos los puntos del acuerdo.

“Avanzaron mucho y el escenario es bastante alentador”, sentenció John Biehl, el enviado de la OEA que logró que la dictadura se sentara a negociar con los zelayistas en el corazón de la capital hondureña por primera vez. El diplomático, que dirige la sede de la OEA en Montevideo, no se anima a adelantar un resultado, pero como buen hincha de fútbol no quiere bajar los brazos hasta que suene el silbato final.

“Es como en los viejos tiempos, cuando los chicos jugaban en la calle con pelotas de trapo. Un equipo podía ir ganando seis a cero, pero si se iban acabando las ganas de jugar o se hacía de noche, todos daban por terminado el partido diciendo: ‘Ultimo gol gana’. No descartamos que el último gol deje contentos a los dos equipos y se llegue a un empate a favor de Honduras”, señaló Biehl, escapando por un segundo a su libreto de frases diplomáticas.

El partido se acaba mañana para los hondureños, por decisión unilateral de Zelaya. El presidente derrocado había elegido como plazo máximo para un acuerdo el 15 de octubre, 45 días antes de las elecciones generales. En esos comicios los hondureños deberán elegir un nuevo presidente, un nuevo Congreso y nuevos alcaldes para todos el país. Si en las próximas 48 horas los golpistas no aceptan la restitución del presidente derrocado –un reclamo respaldado por toda la comunidad internacional–, los zelayistas prometieron ayer suspender el diálogo y cualquier esfuerzo por encontrar una salida negociada a la dictadura.

“De haber voluntad política se podría haber llegado a un acuerdo hoy (por ayer), sólo se necesita la voluntad política de la persona que usurpó el poder. Todo lo demás son medidas dilatorias para que no cambie nada”, aseguró Reina. El asesor de Zelaya hace un esfuerzo por mantenerse optimista y espera un milagro de último momento, pero dentro de la embajada brasileña en Tegucigalpa los zelayistas ya están preparando una estrategia por si eso no sucede.

Lo adelantó la canciller de Zelaya, Patricia Rodas, desde la sede la ONU en Nueva York. “La comunidad regional e internacional deberá exigir y revisar la necesidad de sanciones más profundas, sanciones comerciales”, reclamó la funcionaria. Según señaló, el 70 por ciento del comercio de Honduras está vinculado de una manera u otra con el sistema financiero y productivo de Estados Unidos, y por eso un bloqueo podría jaquear rápidamente a la dictadura y a sus empresarios aliados.

Pero la comunidad internacional prefiere mantener la esperanza y sueña con un gol en el último minuto. “Crucemos los dedos, eso es lo que estamos haciendo nosotros”, sugirió Biehl, el enviado de la OEA.

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Uno de los tres negociadores zelayistas dio ayer un paso al costado por no querer renunciar a la Constituyente.
Imagen: EFE
 
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