EL MUNDO › EL PRIMER MINISTRO DE ITALIA ESTARá HOSPITALIZADO POR 48 HORAS

Berlusconi quedó herido de un golpe

El premier venía de terminar un discurso en la plaza del Duomo de Milán cuando, confiado, decidió bajarse del estrado para acercarse a saludar a la gente. Un hombre se abrió paso y lo agredió con una estatuilla metálica.

Los mitines políticos italianos, a veces, pueden terminar a las manos, y ayer, tras ser abucheado al grito de “payaso” y “¡que renuncie!”, la campana del ring dictaminó nocaut para Il Cavaliere. Abrupto, sorpresivo y frontal, el golpe que recibió ayer Silvio Berlusconi en pleno rostro le dejó la cara en sangre. “Estoy bien, estoy bien”, anunciaba de inmediato el hombre más poderoso de Italia mientras se reincorporaba del suelo y cubría la cara y labios sangrantes con un pañuelo. Sus hombres de seguridad, sin embargo, actuaron de inmediato: tras detener al agresor en pocos segundos, se abrieron paso entre la multitud, cargaron a Berlusconi en su coche oficial y, a toda velocidad, lo trasladaron al hospital San Raffaele de la capital lombarda. En cuestión de minutos, y mientras la noticia y la imagen del rostro hinchado de Il Cavaliere ya daban la vuelta a Italia, los médicos de la institución elegida anunciaban que el jefe de Gobierno quedaba 48 horas bajo observación.

Carismático y desenvuelto como siempre, el premier venía de terminar un discurso partidario en la plaza del Duomo de Milán cuando, confiado, decidió bajarse del estrado para acercarse a saludar a la gente y firmar autógrafos. De pronto, lo imprevisto: un hombre de 42 años se abrió paso entre los simpatizantes y, sin dudarlo, lo agredió en el rostro a Berlusconi con una estatuilla metálica, réplica en miniatura del Duomo de Milán.

De inmediato, Massimo Tartaglia, tal como lo identificó la policía, fue detenido y trasladado a una comisaría local para ser interrogado. Los cargos no son menores: sobre Tartaglia, ahora, pesa la acusación de delito de agresión física con agravantes por la “calidad de la persona agredida” y por “premeditación”. Y es que el hombre que, según la prensa local, se encuentra bajo tratamiento psiquiátrico en un hospital de Milán desde hace diez años, llevaba en los bolsillos un spray picante, un crucifijo y otras dos estatuillas iguales a la que usó para noquear a Berlusconi. El repudio y la condena que mereció el hecho entre la clase política local fue unánime. Como pocas veces sucede en Italia, oficialismo y oposición estuvieron de acuerdo en condenar el ataque. “Este acto de agresión grave e impulsivo hacia la persona del primer ministro merece todo mi repudio y condena más enérgica”, sentenció, enseguida, el presidente italiano Giorgio Napolitano, antiguo militante comunista. “Es un gesto incalificable que condeno firmemente”, lanzó, por su parte, Pier Luigi Bersani, líder del Partido Demócrata (PD, principal partido de la oposición).

“La agresión sufrida por Berlusconi es el fruto de una larga campaña de odio en contra del jefe del Gobierno dirigida por algunos sectores de la política y de los medios. Si no se termina con este clima de violencia anti Berlusconi ya mismo, las consecuencias pueden ser inimaginables”, estimó, a su turno, Sandro Bondi, ministro de Cultura. Y, llevando el asunto a otras proporciones, Umberto Bossi, jefe de la xenófoba y derechista Liga Norte, consideró el hecho como “un acto de terrorismo”.

Berlusconi, que en todo momento estuvo consciente y que al salir de urgencias con una bolsa de hielo en la boca para ser trasladado a una habitación del centro médico sonrió para las cámaras y afirmó encontrarse en perfecto estado, presenta, según el diagnóstico de los médicos, una pérdida copiosa de sangre, una lesión lacero-contusa interna y externa en el labio superior, así como daños en los dientes y una fractura en el tabique nasal.

Todo ello, no obstante, no fue motivo suficiente para que el magnate mediático y financiero dejara a un lado su habitual sentido del humor y estilo desenfadado. “El jefe del Gobierno, según lo describe la oposición, es un monstruo. Pero no creo que lo sea, no sólo porque soy guapo, sino porque soy un buen tipo”, bromeó con la bolsa de hielo contra la cara.

La agresión se produjo después de que en el acto del Pueblo de la Libertad, el partido gobernante, el primer ministro fuera interrumpido en su discurso por un grupo de manifestantes que pedían su dimisión. Contra los abucheos, Berlusconi alzó el tono su voz y comenzó a gritar: “Vean esto, hay chicos que protestan. Pero nosotros somos gente libre, somos liberales y les dejaremos decir lo que gusten. Pero deberían sentir vergüenza, vergüenza, vergüenza”, les gritó Berlusconi. Luego vino el golpe. La de ayer fue la segunda agresión sufrida por Il Cavaliere. Ya el 31 de diciembre de 2004, en la Piazza Navona de Roma, un hombre lo había golpeado con un trípode de cámara.

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“Estoy bien, estoy bien”, anunciaba tras haber recibido el golpe el hombre más poderoso de Italia.
 
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