EL MUNDO › ANKARA ANUNCIó UNA REUNIóN DEL CONSEJO DE SEGURIDAD, MáS ALEMANIA E IRáN

Los iraníes asistirán si es en Turquía

Como país islámico y al mismo tiempo miembro de la OTAN y aspirante a ingresar a la Unión Europea, Turquía se ha convertido en un importante mediador con Occidente e impulsa la normalización de las relaciones con Irán.

 Por Lucas Farioli

Desde Estambul

Según ha vuelto a confirmar Ankara, la diplomacia de Teherán estaría lista para reanudar en suelo turco las conversaciones sobre el diferendo que mantiene la república islámica con la comunidad internacional respecto de las aplicaciones del programa nuclear iraní. Irán ha anunciado que está dispuesto a participar en la reunión prevista para el 15 al 17 de noviembre en Viena con el G5+1 –los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania– siempre y cuando ésta se realice en Brasil o Turquía, países que bajo los términos de rotación del Consejo de Seguridad se opusieron de forma tajante al duro paquete de sanciones contra Teherán aprobado por las restantes naciones (menos Líbano, que se abstuvo para evitar un terremoto político en su país).

“Las consultas están marchando por el camino apropiado”, reportó al diario Zaman la agencia estatal de noticias IRNA el ministro de Exteriores Iraní, Manouchehr Mottaki. “Estamos seguros de que el lugar, momento, agenda y contenido de las conversaciones será acordado por las partes implicadas en breve en orden de comenzar a dialogar cuanto antes”, concluyó el ministro.

Durante la rueda de prensa que mantuvieron Mottaki y su homólogo de Singapur, George Yeo, de visita oficial en la república islámica, el ministro volvió a sugerir que Turquía sería el anfitrión ideal para la realización de las conversaciones: “Hemos hablado con nuestros amigos turcos sobre la posibilidad de celebrar las conversaciones en su país”.

Ankara salió a confirmar su voluntad para recibir a las cancillerías. En cualquier caso, ya son varios los medios turcos que han tachado la acción de “cortina de humo”, ya que el hecho de que Turquía no haya dado más detalles podría indicar que la diplomacia turca, con la cautela que la caracteriza, “estaría observando las reacciones de G5+1”.

Por otro lado, ya ha trascendido a la prensa turca la discreta visita del secretario del negociador iraní para el diferendo nuclear (Karim Bagheri), Sabed Jalili, quien habría venido a Turquía para ultimar detalles con el ministro de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu. El propio Jalili informó a la secretaria general de Exteriores de la Unión Europea, Catherine Ashton –quien lidera las negociaciones en nombre de los G5+1–, que su país estaría en disposición de reanudar las conversaciones a partir del 6 de julio.

Aunque existen dudas acerca de si Teherán intenta ganar tiempo con esta maniobra, lo cierto es que según declaran fuentes anónimas de la diplomacia persa citadas por el diario oficialista turco Zaman, “Irán podría estar empezando a notar el desgaste a raíz del último paquete de sanciones aprobado por el CSNU.”

Por su parte, las principales potencias podrían estar sopesando un eventual cambio de estrategia si Irán responde favorablemente. En este sentido, el rotativo francés Le Monde afirmó recientemente que fuentes diplomáticas estadounidenses habrían propuesto gestionar el tránsito de hasta 2000 kilos de uranio de bajo enriquecimiento por la frontera rusa para monitorear las actividades de la planta nuclear recientemente inaugurada en Bushehr y construida por Rusia.

La posición de Ankara es tan delicada como suculenta. Turquía es una economía en florecimiento y aspirante a formar parte de Unión Europea. Asimismo, es un destacado miembro de la OTAN desde 1952. Fue un elemento crucial durante la guerra de Corea, en la que pelearon hasta 25.000 efectivos turcos (tuvieron 6000 bajas), y su contribución en el conflicto de Afganistán fue vital para evitar el colapso de las tropas aliadas en un medio extremadamente hostil y un conflicto con un trasfondo religioso en el que los turcos han sabido mediar sin salir mal parados.

Turquía es consciente de su creciente importancia como actor regional. Por ello, mientras los Estados Unidos presionan para que se levante el escudo antimisilístico en su territorio, los turcos exigen que se les asigne el papel que les corresponde como agente primordial en el complejo entramado geopolítico en el que se encuentra. La estrategia de Davutoglu “cero conflictos con los vecinos” ha dado otro giro de tuerca a la hábil maquinaria diplomática turca. Mientras tanto, las conversaciones sobre una sociedad nuclear turco-iraní se perfilan como una realidad inminente.

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El presidente iraní, Ahmadinejad, aceptaría enriquecer el uranio en Turquía.
Imagen: EFE
 
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