EL MUNDO › KURDOS Y ESTADOUNIDENSES DESBORDARON LAS DEFENSAS DE SADDAM

El norte se desbloqueó a bombazos

Gaser, entre la capital kurda y la estratégica ciudad de Mosul, fue ayer la primera posición de Saddam que cae en el norte del país.

Por Juan Carlos Sanz *
Desde Erbil

La toma del puente sobre el río Gaser y la población del mismo nombre cerró ayer la primera batalla abierta en el frente norte de la guerra en Irak. Las fuerzas leales a Saddam Hussein resistieron más de 24 horas en esta estratégica posición –situada en la autovía que une Erbil, la capital kurda, con Mosul, principal ciudad del norte de Irak–, los bombardeos masivos de la aviación de EE.UU. y el ataque por tierra de los peshmergas (milicianos) kurdos.
Apoyados por fuerzas especiales estadounidenses, los peshmergas controlaban la localidad de Gaser, abandonada por todos sus habitantes, poco después del mediodía de ayer, y fijaban la línea del frente a unos 25 kilómetros de Mosul. A pesar de las amenazas de voladura lanzadas por las fuerzas iraquíes, el puente seguía intacto. Tres civiles que atravesaban la autovía con una camioneta pagaron el precio más alto por su conquista. Sus cadáveres abrasados permanecían allí, junto al vehículo humeante, a primera hora de la tarde de ayer. Presumiblemente, murieron a consecuencia del impacto de un proyectil de artillería iraquí. Al otro lado de la calzada, los restos de una mano unida a un antebrazo parecían marcar la magnitud de la explosión en medio de un paisaje de destrucción y de los indicios de pillaje.
Los peshmergas del Partido Democrático del Kurdistán (PDK) cerraban por la mañana el paso a los periodistas hasta el campo de batalla. “Tenemos órdenes –se disculpaban–; la zona es ahora muy peligrosa.” Los bombardeos registrados a lo largo de la noche anterior sobre las posiciones iraquíes se reprodujeron con intensidad por la mañana. Varios cazas golpeaban con bombas y misiles a las posiciones de la artillería iraquí marcadas por las fuerzas especiales estadounidenses sobre el terreno, mientras que los bombarderos B-52 machacaban búnkeres y trincheras desde gran altura. Mientras tanto, decenas de vehículos abarrotados de milicianos se dirigían a reforzar el frente de Gaser por las carreteras de Erbil y Dohuk.
La batalla librada en las colinas de Manguwan, la aldea donde los iraquíes detuvieron el miércoles su repliegue ordenado hacia Mosul, parecía haberse estancado a última hora del jueves después de un avance de apenas dos kilómetros. Las fuerzas del régimen de Bagdad siguieron controlando el estratégico puente hasta poco después del mediodía de ayer, cuando los milicianos kurdos, que exhibían como trofeos dos vehículos militares capturados, permitieron el paso de la prensa hasta el frente.
Pero, como ya había ocurrido la víspera, los últimos focos de resistencia iraquíes, que replicaron con disparos de artillería ligera en dirección a las líneas kurdas, provocaron una desbandada casi general de peshmergas, comandos estadounidenses y reporteros de guerra. Sólo la visita a la zona de operaciones del comandante de los milicianos del PDK, Wazi Barzani, confirmaba una hora más tarde que el frente se había estabilizado.
El avance de las milicias kurdas está dejando a su paso un rastro de pueblos abandonados por los habitantes de origen árabe que reemplazaron a los originarios pobladores kurdos expulsados por el régimen de Bagdad. La localidad de Qarilan, a unos 30 kilómetros al este de Mosul, es una de las raras excepciones. Sus 2000 vecinos –kurdos que siguieron viviendo en territorio iraquí, aunque con nombres árabes en sus documentos de identidad– han permanecido en sus casas. Los soldados iraquíes abandonaron las posiciones de Qarilan el miércoles, tras una ola de bombardeos de EE.UU. Cuando los peshmergas llegaban para ocuparlas, los recibieron con disparos de mortero sobre la población que, según los vecinos, no causaron daños. “Eramos todos prisioneros –aseguraba ayerYalal Abdelaziz, de 29 años–. Teníamos prohibido visitar a nuestras familias en Kalak o en Erbil.”
Es extraño ver cómo los habitantes de Qarilan siguen apegados a una tierra que ahora parece improductiva para siempre. “No tenemos empleo”, explicaba Abdelaziz rodeado de hombres a la salida del rezo en la mezquita. “¿Quién se atreve a trabajar en unos campos que están sembrados de minas?”. Han vivido durante más de 12 años separados del territorio autónomo surgido al final de la guerra del Golfo en el Kurdistán iraquí gracias a la protección de la aviación de combate anglonorteamericana. “Nadie podía escaparse de aquí, sabíamos que nuestros familiares iban a sufrir las represalias.”
Mientras tanto, varios pozos de petróleo de la provincia de Kirkuk estaban ardiendo anoche, según informaba la cadena británica BBC, sin precisar si los incendios fueron causados intencionadamente por las fuerzas iraquíes en retirada o se debieron a los bombardeos de EE.UU. La amenaza de prender fuego a los campos petrolíferos del norte de Irak, como ya hicieran las fuerzas iraquíes en Kuwait en 1991 tras su retirada al final de la guerra, pesa también sobre los yacimientos de Mosul.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Combatientes voluntarios “peshmergas” kurdos se dirigen a un punto cerca de Mosul.
Esta ciudad, una de las principales del norte, tiene un millón y medio de habitantes, la mayoría árabes.
 
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