EL MUNDO › MILOSEVIC, EL ACUSADO, DIO VUELTA LA ACUSACION

Slobo, el fiscal de La Haya

Por Bosco Esteruelas
Desde La Haya

Slobodan Milosevic es un temible interrogador. Mah-mut Bakalli, un veterano ex dirigente comunista y actualmente diputado kosovar, fue sometido a una feroz prueba de más de tres horas y media por parte del acusado y defensor de sí mismo en la sesión de ayer, en el juicio contra el ex líder serbio abierto hace una semana en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia. Bakalli, de 66 años, resopló de alivio cuando el juez Richard May le dijo: “Puede marcharse, está libre”. Debió sentir como el final de una pesadilla en la que un viejo conocido le machacó una y otra vez.
“Conteste sí o no”, “¿Sabe que está bajo juramento?”, fueron frases que se repitieron a lo largo de la sesión y que salían de la boca del imputado, implacable desde su silla. Tenía derecho a levantarse y hasta moverse por la pequeña sala, pero prefirió no hacerlo. Siguió un guión, prácticamente el mismo que el de Geoffrey Nice, el ayudante de la fiscal, el día anterior. Y trató de desmontar una a una las tesis del enemigo. Estuvo irónico cuando abordó la persecución del sistema de enseñanza en albanés y la creación de escuelas paralelas en Kosovo en los ochenta: “¿Es que acaso es diferente estudiar matemáticas en albanés o en serbio o saber de Platón, Galileo Galilei o Bruno Giordano?”.
Milosevic, abogado de formación pero que jamás ha ejercido la profesión en sus 60 años de vida, emuló al mejor Perry Mason cuando le exigió pruebas documentales de que los trabajadores en Kosovo tuvieran que firmar una declaración de lealtad a Serbia una vez que se introdujeron en 1989 las enmiendas constitucionales que pusieron fin a la autonomía de la provincia. Su víctima contestó que las había pero se excusó por no haberlas traído. También pidió disculpas por no haber planteado el problema del apartheid étnico la primera vez que se reunió a solas con él en 1998, cuando el acusado era todavía presidente de Serbia.
Milosevic lo puso aún en más aprietos al entablarse la cuestión de la identidad y el futuro de Kosovo después de que el testigo dijera que la “población kosovar aspira a la creación de una república independiente y a su integración en Europa”. “Slobo” le recordó entonces la resolución 1244 de la ONU, aprobada al término de la guerra en junio de 1999, que deja muy claro por ahora el mantenimiento de la provincia dentro de territorio serbio. “Digo sólo que es nuestra aspiración, nuestro objetivo”. “El objetivo de quién, ¿de la mayoría albanesa?”, replicó su interlocutor. “No, no, queremos un Kosovo para todos los kosovares, en el que estén todas las nacionalidades, incluida la minoría serbia”.
Para reafirmar su tesis de que había sido la minoría serbia la víctima del drama de Kosovo, Milosevic le comunicó que 40.000 serbios habían tenido que huir de la provincia en los ochenta y que 360.000, la mayor parte de esta nacionalidad, lo habían hecho como consecuencia de la guerra de 1999. “Tal vez, pero no por culpa de los albaneses”, contestó Bakalli. Hubo una pregunta tenebrosa del inculpado: “¿Se ha sentido o se siente ahora amenazado?”. “No, ni antes ni ahora. Jamás llevo guardaespaldas”, explicó.

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