EL MUNDO › EL EX PREMIER FALLECIO A LOS 85 AÑOS, TRAS OCHO AÑOS EN COMA PROFUNDO

Murió Sharon, el controvertido líder israelí

Muchos recordarán a Ariel Sharon como un valiente general y político; otros, como un criminal de guerra e intransigente.

El ex primer ministro israelí Ariel Sharon murió ayer a los 85 años en el hospital Tel Hashomer, de Tel Aviv, luego de permanecer ocho años en coma profundo. Su salud había empeorado notablemente en las últimas semanas. “Ya está. Se ha ido. Se fue cuando él quiso”, declaró su hijo Gilad ante la prensa. Sharon había sufrido un derrame cerebral el 4 de enero de 2006, durante la campaña electoral en la que buscaba la reelección. “Ariel Sharon tuvo un papel central en la lucha por la seguridad del Estado de Israel a lo largo de toda su historia, era ante todo un bravo luchador y un gran militar”, lo recordó el actual premier Benjamin Netanyahu. Sus restos serán velados hoy en la Knesset (Parlamento) y mañana enterrados en su granja situada en el desierto de Neguev. Sharon fue un militar con vocación política. Para muchos israelíes representa una de las figuras de la generación pionera que llevó al país a la independencia en 1948 y un héroe por sus victorias en el campo de batalla. Para muchos otros, dentro y fuera de Israel, se trata de un hombre que entorpeció cualquier salida negociada al conflicto con los palestinos y de un criminal de guerra.

Arik, como se lo conoce popularmente en Israel, fue un firme opositor de los Acuerdos de Oslo, que aspiraban a una paz definitiva entre israelíes y palestinos. La intransigencia a la hora de negociar con los árabes marcó su carrera política. En 2001 se convirtió en primer ministro, una de sus mayores ambiciones según él mismo contó. La medida más resonante de su gobierno fue la retirada unilateral de la Franja de Gaza en 2005, que le costó la enemistad de los colonos y de los sectores más nacionalistas y ultrarreligiosos de su coalición. Una decisión inesperada por tratarse de un promotor histórico de los asentamientos judíos en territorios palestinos. “Sharon fue una figura controversial, un hombre realmente contradictorio. Quizá su mayor legado será la desconexión de Gaza”, señaló a Página/12 Efrain Karsh, especialista en el conflicto árabe-israelí y editor de la publicación académica Middle East Quarterly.

“Las Fuerzas de Defensa y los asentamientos serán establecidos de acuerdo con nuestras necesidades de seguridad. Algunos de los asentamientos serán relocalizados para reducir la interacción (con los palestinos) y para defender a nuestros soldados, a los colonos y a toda la sociedad israelí de la forma más segura”, trató de explicar a sus partidarios. Pero no pudo convencerlos. Por eso, cuando el derechista Likud –partido al que ayudó a crecer y con el cual ganó su primera banca en la Knesset en 1973– le dio la espalda, incluido el actual primer ministro Benjamin Netanyahu, decidió crear una nueva fuerza en noviembre de 2005 –Kadima–, ubicada en el centro del espectro político y más atractiva para el electorado.

La jugada demostraba que Sharon tenía su propio peso en el sistema político y que el desaire de su antiguo partido no detendría sus planes. Sin embargo, sus problemas de salud le impidieron aspirar a un tercer mandato. En diciembre de 2005 tuvo que ser internado por un derrame cerebral. A las pocas semanas volvió a sus funciones, pero en enero sufrió un ACV que lo mantuvo en coma profundo desde entonces. “Su partida de la escena política deja al país en un caos de liderazgo”, escribió entonces en Haaretz el periodista Uri Benziman. Fue sustituido por Ehud Olmert, hombre de su confianza.

Su estrategia para llegar al poder consistió en provocar y confrontar con los palestinos. Es difícil imaginar a Sharon en el despacho del primer ministro sin el fracaso de los Acuerdos de Oslo. La virulencia de su discurso, a veces abiertamente antiárabe, sólo podía calar en una sociedad desencantada con las incumplidas promesas de paz. La “era Sharon” comenzó el 28 de septiembre de 2000, antes de convertirse en premier, con su visita a la explanada de la mezquita de Al-Aqsa, desde donde, según el Islam, el profeta Mahoma se elevó hacia el cielo. “Vengo con un mensaje de paz y a ver qué pasa... en el lugar más sagrado del pueblo judío”, dijo entonces, en referencia al antiguo Templo de Jerusalén, que para la tradición hebrea se emplazaba en la misma explanada que ahora alberga a la mezquita, uno de los tres lugares sagrados del Islam. Los palestinos lo vivieron como una doble ofensa religiosa y política. La segunda intifada o levantamiento se había desatado y los israelíes sufrieron una oleada de atentados que fue respondida con incursiones recurrentes del Ejército hebreo a Gaza y Cisjordania. “Este hombre era y sigue siendo un hombre de poder, un hombre agresivo, implacable, pero parece que la gente lo ve como un buen abuelo, amable, fácil, un hombre de paz. La gente se imagina el Sharon que quiere y eso no tiene nada que ver con el Sharon real”, había dicho el escritor y activista por la paz Uri Avnery tras el ascenso de Sharon al poder.

Antes de liderar el Ejecutivo, se desempeñó en varios cargos durante los gobiernos de Isaac Shamir (1986-1992) y Netanyahu (1996-1999). Pero fue en el Ministerio de Defensa, una de las áreas clave de la política israelí, donde más cómodo se sintió. Su paso por esa cartera, entre 1981 y 1983, resultó más breve de lo esperado. La masacre de Sabra y Chatila en 1982 (ver recuadro), en plena guerra civil libanesa, lo encontró como cómplice indirecto de la matanza de cientos de refugiados palestinos.

“Sharon será recordado para siempre en el mundo árabe como el criminal de guerra que fue, y también en gran parte del mundo occidental –excepto, por supuesto, para los hombres cobardes de la Casa Blanca y del Departamento de Estado– y para muchos dentro la izquierda israelí. Sabra y Chatila fue un crimen contra la humanidad”, escribió Robert Fisk en The Independent, cuando el entonces premier fue hospitalizado en 2006. La Comisión Kahan, formada para investigar lo ocurrido durante la masacre, determinó que el entonces titular de Defensa era responsable de esas muertes por “haber sido indiferente ante el peligro de los actos de venganza” de las falanges cristianas libanesas que consumaron la matanza. No tuvo más opción que dimitir al cargo. Sus detractores lo llamaron el Carnicero de Beirut.

Su falta de disciplina militar lo había privado de convertirse en jefe de Estado Mayor. Si bien su audacia al frente de la brigada de paracaidistas en la guerra de 1956 y, más tarde, su rol en la Guerra de los Seis Días le valieron victorias importantes para su país, la insubordinación y su visión política, que se acercaba al extremismo nacionalista, lo alejaron de las armas. En 1973, durante la guerra de Yom Kipur, volvió al ruedo y su desempeño en el frente sur aseguró el triunfo de Israel frente a sus enemigos. Había logrado que muchos en su país lo apodasen León de Dios, por su bravura y ferocidad.

Luego de esa experiencia, la última en su carrera militar, retomó la actividad política y ocupó varios ministerios en distintos gobiernos. “Sin dudas fue una figura polémica. Como militar es considerado un héroe. En política, cuando estuvo en la derecha impulsó los asentamientos como ministro de Vivienda. Pero luego, cuando giró al centro, retiró a los colonos de Gaza. Es difícil aún decir cómo será recordado”, aseguró a este diario Shmuel Sandler, investigador del Begin-Sadat Center.

Sharon nació el 26 de febrero de 1928 bajo el nombre Ariel Scheinerman, en la cooperativa agrícola de Kfar Malal, en el corazón de Israel, en ese entonces bajo mandato británico. Sus padres, judíos de Europa oriental, habían escapado del viejo continente en busca de una mejor vida, lejos de los pogromos y con el ideal sionista de crear un hogar nacional hebreo en Palestina. Con sólo 14 años se integró a la Haganá, la organización de autodefensa judía que luchaba contra los árabes. Su ascendente carrera militar se vio interrumpida por un breve período para comenzar sus estudios de historia, derecho y cultura de Medio Oriente en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Se casó dos veces. La primera con Margalit, con quien tuvo un hijo, Gur. La mujer murió en un accidente de tránsito en 1962 y, cinco años más tarde, Gur perdió la vida a causa de un disparo accidental mientras jugaba con el arma de su padre. Más tarde se casó con su cuñada Lily, la hermana menor de Margalit. De esa relación nacieron Omri y Gilad. Enviudó nuevamente en 2000.

Informe: Patricio Porta.

Compartir: 

Twitter

La “era Sharon” comenzó el 28 de septiembre de 2000, antes de convertirse en premier, con su visita a la explanada de la mezquita de Al Aqsa.
Imagen: EFE
SUBNOTAS
 
EL MUNDO
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.