EL MUNDO

Yo no dije que vinieran, sólo dije que vinieran

Veinte cubanos seguían anoche atrincherados en la embajada mexicana en La Habana después de haber interpretado que les abrirían las puertas para emigrar. México descartó esa posibilidad.

Por Juan Jesús Aznárez*
Desde México

Una veintena de cubanos a bordo de un ómnibus robado irrumpió en la noche del miércoles en el recinto de la embajada mexicana en La Habana después de haber interpretado unas declaraciones del canciller Jorge Castañeda en Miami como una invitación a salir de la isla con la ayuda de México. Gritando consignas contra Fidel Castro, se atrincheraron en la terraza de la legación: “¡Podemos permanecer aquí cuatro años, 10 años. No vamos a salir!”.
Una manipulación de la emisora anticastrista Radio Martí alentó la ocupación, según un comunicado del gobierno cubano. El ómnibus embistió contra las verjas de la sede, quedó atravesado, y sus ocupantes ganaron sus dependencias sobrepasando a dos centinelas. Habían escuchado por esa emisora que México les abría las puertas. Interpretando en su literalidad el corte radiofónico de las declaraciones del ministro, obraron en consecuencia. Castañeda, en el programa “Monitor”, reaccionó ayer diciendo que “es una pequeña provocación”, de los sectores radicalizados de Miami contrarios al viaje del presidente Vicente Fox a Cuba el pasado día 3. “No son asilados, ni solicitaron asilo, ni manifestaron motivación política (...) si están, como parece, sin empleo, y por razones económicas quieren venir a México, va a ser difícil. Queremos que abandonen la embajada.” En La Habana, policías con perros, y las “brigadas de respuesta rápida”, jóvenes revolucionarios con garrotes y barras de hierro, dispersaron a las personas concentradas en sus inmediaciones y acordonaron los accesos.
Castañeda había inaugurado el martes un nuevo consulado y el Instituto Cultural de México en Miami. Al término del acto, la prensa rodeó al canciller, y alguien le preguntó si las puertas de la embajada en La Habana estaban abiertas a los disidentes a raíz de la entrevista de Fox con seis de sus representantes. “Bueno, las puertas de la embajada y las puertas de México. Muchos de ellos han visitado México en el pasado y lo harán sin duda en el futuro”, respondió. “Esas puertas abiertas...”, le interrumpieron. Castañeda continuó: “Y bueno, estarían abiertas como para cualquier ciudadano cubano o latinoamericano que tenga interés en visitar México o tener contacto con la representación de México en Cuba o en cualquier otro país de América latina”. Dos horas después de la embestida del ómnibus, el presidente cubano Fidel Castro y su canciller Felipe Roque llegaron al barrio residencial de Miramar, entre vivas a la revolución, y a su líder: “¡Fidel, Fidel!, ¡Venceremos!”. Veinte minutos después se retiraban. El ejecutivo cubano denunció una “grosera provocación organizada abiertamente desde una emisora oficial del gobierno de Estados Unidos”, y un portavoz de la embajada mexicana atribuyó el asalto a los rumores. “Hubo un rumor de que México va no a asilar, porque eso sería una figura jurídica, sino que va a aceptar gente para ser sacada del país. Pero eso es sólo un rumor. No es cierto”, dijo Andrés Ordóñez.
La política migratoria no ha cambiado y obliga a trámites consulares. La invasión de embajadas no es nueva. En 1980, miles ocuparon la peruana tras expugnarla con un autobús, y años después varios grupos entraron en las de España, Holanda, Alemania y Chile. El conflicto obliga a gestiones diplomáticas, o a ardides como el aplicado en su día por un embajador mexicano. “Bienvenido, ésta es su casa –vino a decirle a quien había saltado las verjas exigiendo asilo–. ¿Un cafetito?” El aromático grano contenía un sedante, y el cubano despertó en un parque público. Otro equivocó el refugio e irrumpió en la embajada soviética declarándose perseguido político.

*De El País de Madrid, especial para Página/12.

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Fidel Castro denunció una “grosera provocación”.
A través de Radio Martí, financiada por Estados Unidos.
 
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