EL MUNDO › EL CUARTO FORO SOCIAL EXPUSO LAS DESIGUALDADES DE INDIA Y LA VOLUNTAD DE RESISTIR

Final de fiesta del otro mundo que es posible

Con la convocatoria a una protesta mundial contra la ocupación de Irak terminó ayer en Bombay el cuarto Foro Social Mundial. La marcha de cierre fue una fiesta de la diversidad y de celebración de la esperanza por “otro mundo posible”.

Por Alicia Cytrynblum
Desde Bombay

Bombay vivió ayer la manifestación más grande de su historia. Entre coches y colectivos, y en medio de una zona de intensa actividad comercial, decenas de miles de participantes festejaron ante la mirada atónita de los vecinos el fin del exitoso cuarto Foro Social Mundial. Banderas de colores, reivindicaciones de todo tipo y cánticos colectivos unieron en un mensaje único a la mayor diversidad cultural y étnica nunca vista. Fue el broche final de seis días de un torbellino mental, emocional y físico. Se trató de un carnaval agridulce donde convivieron las llagas más lacerantes de la civilización con la profunda alegría del encuentro y la esperanza compartida de que un mundo más justo es posible. Antes del cierre, se acordó convocar a una protesta mundial contra lo ocupación de Irak para el próximo 20 de marzo, cuando se cumpla un año del comienzo de la guerra.
El FSM es un espacio que intenta poner en práctica las redes sociales, imaginar acciones y cargar nuevas ideas para todo un año. Un lugar que permite buscar similitudes que sean más fuertes que las diferencias. Subhendu Ghosh, artista y profesor universitario de Nueva Delhi, sintetiza a su manera esa mezcla de emociones: “Soy activista desde muy joven y siempre soñé con un mundo mejor. Aspiro a vivir en un mundo con igualdad, sin castas y sin apartheid. Tengo que creer en que todo puede ser mejor; si no soñara estaría muerto”. Cristina Barchi, periodista española, después de oírlo, confeso que ella también salió del armario y que ya no le importa si la consideran inocente. Reivindica ante quien se le ponga delante que el mundo tiene que mejorar. Pero no son los únicos. Cien mil personas, en su gran mayoría pobres, se acercaron a decir que, a pesar de tener muy pocas cosas materiales, tienen su fortaleza y su entrega. Y que eso es más que suficiente para cambiar el mundo.
Los edificios de Bombay están destartalados. Fueron bellos pero ya no lo son. La falta de pintura y la enorme contaminación les da una pátina grisácea que desluce el trabajo artesanal de barandas de madera. Durante las dos horas de caminata en los balcones se agolpaban mujeres, hombres y niños para mirar la marcha y saludar con sorpresa y algo de desconfianza.
Desde un último piso una mujer de más de setenta años asomada a la ventana seguía todo atentamente. ¿Se acordaría de Gandhi? El pequeño hombrecito semidesnudo que venció al imperio. Hay otra pregunta que se hacen todos los occidentales al ver la pobreza descarnada de la India. ¿Podrá esta movida global ser capaz de despertar algún mecanismo de reacción en el pueblo indio? A modo de respuesta esperanzadora está el movimiento de los Dalits, formado por la casta más baja de la India, que en los últimos tiempos ha empezado su lucha contra el milenario sistema que los condena a la marginalidad.
En medio de tanta gente, una cara conocida, César Cigliuti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), contó a Página/12 que participa en el Foro desde el Diálogo Sur-Sur que conforman las minorías sexuales de países tan lejanos entre sí como Sri Lanka, Ecuador, India y la Argentina. “Por primera vez se hará una declaración de los movimientos sociales que incluya la no discriminación de identidad por género ni por portación de VIH sida”, contó orgulloso. A cada paso un idioma distinto.
Alessandro Bellucci tiene 58 años y es de Florencia. Forma parte de un grupo de italianos que caminan envueltos en una bandera multicolor: “Esta es la bandera de la paz –contó–. Un niño tuvo la idea hace tres años durante el Foro Social de Italia y hoy es el símbolo de un movimiento que tiene un millón de personas. Es muy lindo pasear por Florencia y ver los colores del arco iris en tantos balcones”. Un poco más adelante, un centenar de norteamericanos, muchos de ellos inmigrantes latinos, vinieron a Bombay con el propósito de demostrar al mundo que allí también haypersonas que están en contra del liberalismo y circulan repartiendo sonrisas entre los gritos contra Bush y las empresas globalizadas.
Ya en Azod Maiden, el estadio donde confluye la marcha, la multitud espera a Gilberto Gil, el cantante y ministro de Cultura de Brasil que llegó directamente desde el aeropuerto para participar del cierre de este encuentro. Solo con su guitarra sedujo al público que escuchó con devoción su versión en ritmo de samba de Imagine de John Lennon. Abajo del escenario todo era baile y canto, vestidos típicos y los flashes de las fotos. Arriba, una enorme pantalla transmitía el llamado especial de Nelson Mandela a “luchar contra la discriminación basada en las castas, la raza, la religión y la etnia. Tenemos una deuda con las futuras generaciones: construir un mundo mejor”.

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Una residente de Bombay lleva su vaca a la cabeza de la masiva marcha que recorrió la ciudad ayer.
 
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