EL MUNDO › OPINION

Qué esperar de George W. II

Por Robin Cook *

Los asesores de imagen de Bush son admirables. Es posible que el presidente haya sido un presidente divisor y contencioso de los últimos cuatro años, pero la Convención Republicana acaba de confirmar que por las próximas ocho semanas Bush será promovido como el candidato de la inclusión y de la reconciliación. Como estrategia de marketing, es más audaz que cualquier asalto de las fuerzas especiales del Pentágono.
Sin embargo, hay algunos problemas. La última vez era más fácil vender a George Bush como un hombre compasivo, ya que no había con qué comparar. Esta vez el problema es encontrar algún indicio de su conducta en la Casa Blanca que permita construir la idea de que le importa la inclusión social.
El otro problema de presentar a la administración Bush como una fuerza de reconciliación es la presencia de Dick Cheney. El vicepresidente es tan poco propicio a perdonar y comprender que cuando fue congresal fue uno de los pocos que votó en contra de hacer un pedido por la liberación de Nelson Mandela. Su discurso ante la convención republicana fue política de confrontación clásica, en que Kerry fue víctima de una típica agresión por ser demasiado suave en el tema de la seguridad en Estados Unidos. Los observadores objetivos pensarán que este ataque es particularmente gracioso, ya que John Kerry cumplió con su servicio en Vietnam, mientras que Dick Cheney solicitó permiso cinco veces para evitar la conscripción. Sin embargo, el vicepresidente está tan protegido por su certeza ideológica que no hay un momento de duda que pueda penetrarlo.
Algunos detectan que la administración Bush está en proceso de aprendizaje con respecto a las relaciones internacionales. Irak ha expuesto los límites del unilateralismo y los castigos por el fracaso de no lograr construir un consenso internacional. Es dudoso que la Casa Blanca haya modificado su política externa en respuesta a esta dura lección.
Es interesante que el ataque más punzante de Dick Cheney a la posición de Kerry fue criticar su pedido de que Estados Unidos reconstruya los vínculos con sus aliados, “como si fuera que el objetivo de nuestra política externa es complacer a algunos críticos persistentes”. Uno de los chistes más festejados por el público fue cuando Cheney caricaturizó a Kerry por querer darle más peso a la ONU. Ninguna señal apunta a que el equipo Bush-Cheney será más multilateralista la próxima vez. El único cambio que está garantizado en una segunda administración Bush es que Colin Powell, único defensor del multilaterismo, se habrá rendido en su lucha desigual por mantener a la Casa Blanca en contacto con la realidad internacional y renunciará.
Por más difícil que sea presentar a George Bush como un curador y un cuidador, el mensaje electoral debe ser más atractivo que la dura realidad: que ha dividido a los norteamericanos y ha aislado a Estados Unidos. Existe el riesgo de que esto pueda llegar a funcionar. Mientras el resto del mundo reza para que Kerry gane, también necesita prepararse por si Bush sobrevive.

* Ex canciller británico, renunció en disidencia con la decisión de Tony Blair de entrar en la guerra de Irak. De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman

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